miércoles, 17 de diciembre de 2008

La gran Maleni

Lo mejor del equipo de Gobierno que actualmente tenemos es el juego que dan, sobre todo para los periodistas y para los que leemos a éstos. Lo peor, que son ellos los que tienen a nuestro país en sus manos.

Hoy pienso en Magdalena Álvarez, nuestra gran Maleni, que haciendo alarde, una vez más, de su flema andaluza, ha dicho que no le preocupa "nada" que el PP pida su dimisión periódicamente por su gestión ministerial e incluso ha ironizado sobre esta práctica, al asegurar que "si cada quince días no pidieran mi dimisión", ella "lo echaría de menos".






Junto a esta última chulería, haciendo memoria, aún recuerdo otras perlas de su propiedad:

«Si quisiera me voy, pero no les voy a dar el gusto».

«A la vista de los resultados, lo mejor hubiera sido eliminar el servicio ferroviario ante la dificultad y los inconvenientes para compatibilizarlo con el AVE».

«No se acalore tanto. De esos polvos vienen estos lodos».

«Yo soy mujer y soy andaluza, ¿y qué?».

«Que me diga que soy un señorito andaluz es un insulto, una falta de respeto muy grande. Soy una señora andaluza».

«No le admito ninguna discusión».

«Tengo al equipo haciendo las cuentas, hasta el último viajero».

«Si fueran buenos catalanes, no se dedicarían a ser tan catastrofistas».

Van a rodar cabezas y no precisamente la mía

Si estas grandes citas fuesen sólo eso, citas, pues hasta nos reiríamos, pero si tenemos en cuenta que están dichas por una Ministra, de Fomento para ser exactos, y que sirven de argumentos ante una serie de desastres que han ido acompañando a su gestión, la cosa cambia.

Ayer, cuando comparecía en el Congreso para explicar el hundimiento del túnel del AVE Madrid-Valencia y el hecho de no haber informado sobre lo ocurrido y el colapso de la AP-66 por culpa del temporal, ella pone su mejor cara de ajo, saca a relucir el Prestige (?!) y ale, para casa, que ya hemos cumplido por hoy.

Junto a estos últimos nefastos acontecimientos, se encuentran entre otros la pésima gestión de la ejecución de la obra del AVE, ahora (llamado Tren de Alta Velocidad), Madrid-Barcelona, el caos que vivió Barcelona durante el verano del 2007 -apagones de luz, interrupciones en el servicio de cercanías o colapso en algunas autopistas catalanas-, una huelga de trabajadores del Prat y la tragedia de Barajas, tan mal gestionada, buscando culpables desde el primer día para satisfacer a la opinión pública.

Pero en el ámbito de gestión interna, esto es, dentro de su propio gabinete, Maleni más que odiada es temida por sus subordinados, hasta el punto de llegarse a sentir humillados por ella. De hecho, en tres años, ha tenido hasta cuatro jefes de prensa y tres responsables de gabinete. Cuentan las malas lenguas que una mañana encargó a sus colaboradores un discurso para el día siguiente, éstos redactaron el borrador y nuestra Malena al leerlo, lo calificó de poco menos que bazofia. Lo corrigieron obedientemente, lo mejoraron y se lo volvieron a entregar. Tampoco hay suerte, así que probaron con una tercera redacción. Trabajaron en ella hasta las cuatro de la madrugada dejándola en su mesa para que la leyese a la mañana siguiente. Y todo para que, al final, según cuenta un testigo, la buena de Álvarez tirase esa última versión a la basura y optara por quedarse con el primero de los discursos.

España es asín, que diría un castizo. Aún recuerdo una charla con un funcionario japonés, comentándome que en el país del sol naciente, cada vez que una ley veía la luz, el responsable del equipo que había confeccionado la misma (no hablamos de políticos, sino de funcionarios a los que se les encarga la redacción del borrador del proyecto) dimitía el día de su publicación, porque ya desde ese día asumía que la ley tendría algún error o fallo.

Está claro que en España la cosa no funciona así. En el fútbol, en la política y en general en todos los ámbitos, no asumimos nuestra responsabilidad, y preferimos aguantar en nuestro sillón y que nos levanten antes que ceder el sitio reconociendo que alguien lo puede hacer mejor.

Hoy no tendría mucho sentido aquella frase del ínclito Jose María García cuando dijo aquello de "me he ido un minuto antes de que me echasen". Ya no quedan tipos como los de antes...



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