"Un hermano puede no ser un amigo, pero un amigo siempre será un hermano".
Benjamin Franklin
Quizá sea la situación existencial en la que navego estos días, puede que sea este tiempo grisaceo y helado o, a lo mejor, es simplemente que hoy me he levantado algo sentimental.
El caso es que hoy, debido a un encontronazo internauta, no puedo dejar de pensar en lo bonita que es la amistad. Sí, muchos piensan que el amor es más bonito. Sin embargo, el amor es más pasional, tierno y quizá más intenso. Pero la amistad es constante y permanente. Y si es verdadera, la amistad es como el agua, que puede parecer insípida, incolora e inodora, pero en realidad refleja, ante la luz, todos los colores, su olor en el rocío de la mañana nos puede impregnar el corazón y saborerarla en un manantial virgen nos hace sentirnos plenos de felicidad.
Sin embargo, amistad es un concepto algo vago y difuso. Hoy día tendemos a llamar amigo a todo aquel con el que simplemente intercalamos un par de frases, una vez que sabemos su nombre. Pero yo hablo del AMIGO. Que si nos paramos a pensar, no tenemos tantos como el facebook nos puede hacer creer.
Hay muchos niveles de amigos, fáciles de distinguir con el siguiente ejemplo:
Andando por la calle junto a un amigo, al cruzar la calle, un coche se salta el semáforo y te atropella. Quedas tendido en el suelo y la gente se agolpa a tu alrededor, mientras, por suerte, tu amigo está sano y salvo.
CONOCIDO: Te pregunta qué tal estás, te pide que no te muevas y llama a una ambulancia.
AMIGO: Cuando llega la ambulancia, le pregunta al médico si te puede acompañar en la ambulancia, y sin pestañear se monta dentro.
MUY AMIGO: Al llegar al hospital, mientras los médicos te tratan, llama a tus padres y a tu novia y con mucho tiento les explica la situación. Permanece en el hospital hasta que llegan y les hace compañía hasta que se tranquilizan.
UN HERMANO: Mientras estás ingresado, no va a verte todos los días, aunque sí a menudo, y aún así te llama a diario por teléfono o simplemente te manda un SMS bromeando sobre la enfermera, para arrancarte una sonrisa.
Quizá no nos demos cuenta en situaciones habituales, que no son tan graves o especiales, pero mirando hacia atrás, en el día a día, en cada anécdota de nuestra vida, podemos distinguir perfectamente quién es aquél que nos conoce mejor, quién nos acepta cómo somos y no nos pide nada a cambio, a quién no necesitamos ver en un mes, pero seguimos manteniendo esa cercanía que hace que al vernos no necesitemos saludarnos protocolariamente, porque fue como si nos hubiésemos visto ayer.
Hoy me he acordado de mis verdaderos amigos, a los que chillé y me chillaron, con los que me peleé y con una cerveza nos reconciliamos, con los que he compartido tanto y ellos me han soportado. Esos a los que fui fiel y nunca me traicionaron.
Haciendo mía la frase del filósofo Elbert Hubbard, sólo puedo daros las gracias, amigos, por saber todo de mi y a pesar de ello quererme.
Ojalá que tus amigos y...conocidos lean esto.
ResponderEliminarssecMe sentiría muy alagado d ser amigo tuyo y objeto d este bello texto...
Retomo tu blog después de bastante tiempo y me encuentro con estas líneas que me emocionan y me halagan.
ResponderEliminarGracias por tu amistad desinteresada tantos años.
Gracias por tu apoyo y ánimo en los momentos que los he necesitado.
Gracias por estar siempre ahí.
Gracias por todos los buenos momentos que hemos pasado (y los muchos que nos quedan)
Un abrazo.
Me quedo con una cosa: por los momentos que nos quedan.
ResponderEliminar!Brindo por ello!