lunes, 9 de marzo de 2009

La santidad está muy cara

Hoy pienso yo lo difícil que es ser honesto en estos días que corren, si es que en algún momento fue fácil... y santo casi imposible. Algunos lo intentan y pocos llegan a ser bendecidos como tales, mientras la mayoría tropiezan en el camino ante la perversa tentación disfrazada de poder o dinero. Luego hay algunos osados que primero caen en las redes de la corrupción y más tarde intentan proclamarse santos, como el siempre engominado Mario, que ahora se ha abonado a La Noria para enseñarnos su lado más espiritual, aunque eso sí, con la misma chulería del primer día.
Ahora le ha tocado a Super-Garzón, el perseguidor de rufianes, el fustigador de corruptos, el vengador del mal universal.

Si bien es cierto que logró salir vergonzosamente impune de las cacerías (y otras correrías) con su amigo el ex-ministro Bermejo, ahora el Tribunal Supremo ha denunciado en un auto que el magistrado de la Audiencia Nacional ocultó al Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) el cobro de 203.135 dólares durante su estancia, entre marzo de 2005 y junio de 2006, como profesor invitado en Nueva York.

Parece ser que Super-Garzón olvidó comunicar el salario que iba a recibir, como director, moderador y ponente en un ciclo de conferencias organizados por el Centro Rey Juan Carlos de la Universidad de Nueva York y así poder conseguir la licencia de estudios, ya que también continuó cobrando su sueldo base de la Audiencia Nacional.

Será el CGPJ quien decida ahora la sanción que corresponde a Garzón por este hecho, considerado una “falta muy grave” (¿ya está??)

El Centro Rey Juan Carlos I asumió el pago de los gastos de viaje de Garzón por valor de 21.152 dólares, así como la escolarización de la hija del magistrado en la Escuela Internacional de Naciones Unidas por un importe de 21.650 dólares. Además, la Universidad pagó a Garzón 160.333,14 dólares en concepto de sueldo.

Fue el Grupo Santander quién patrocinó las conferencias que moderó Garzón, y a su regreso a España, el magistrado archivó con celeridad una querella contra el Santander, pese a que en un principio había considerado que presentaba “características que hacen presumir la existencia de una infracción penal”.

Lo más gracioso y paradójico es que es Super-Garzón quien ha imputado a Camps como sospechoso de prevaricación e incluido en una trama de corrupción por aceptar unos trajes a medida, cuando sólamente cuenta con una factura y ni tan siquera se sabe qué dio él a cambio... y ahora se conoce que él recibió una pasta gansa, que lo ocultó para seguir cobrando como Juez y que al regresar a España archivó una querella contra el que le pagó esa pasta gansa... lo dicho, la santidad está muy cara, aunque la caradura no tanto...

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