miércoles, 24 de junio de 2009

Las verdades de Sarkozy

"El burka no es un signo religioso, sino de servidumbre, contrario a la idea de la República francesa sobre la dignidad de la mujer. No es un problema religioso, sino un problema de libertad y de dignidad de las mujeres. Por eso el burka no es bienvenido en el territorio de la República francesa".
22 de junio de 2009
Nicolas Sarkozy, Presidente de la República de Francia,

Hoy pienso que una muy buena amiga mía, siempre que sale a relucir el tema, comenta que Sarkozy es su ídolo. Bueno, pues supongo que con las declaraciones que realizó éste, el martes pasado, en el Congreso en Versalles, ahora lo pensará más que nunca.

No soy yo muy "afrancesado" que digamos, pero en este caso tengo que decir que no todo el mérito de estas declaraciones es del Jefe de Estado, ya que, afortunadamente para él, preside un país en el que se pueden hacer estas declaraciones sin que rápidamente se le tache a uno de discriminador, racista y xenófobo, todo en uno.

¿Os imagináis que en España alguien realiza esta declaración? Supongo que no, porque es imposible.

Nuestro presidente, ese que va poniéndose la Kufiya en los mitines, pertenece a una izquierda que está perdida en el cosmos de la cultura y la religión, y que actualmente se ha erigido defensor de las libertades religiosas, siempre que no sean católicas.

La derecha, por otro lado, sigue acomplejada, pero además es consciente de que unas declaraciones así supondrían el suicidio político de aquél que las pronunciase.

El pueblo, nosotros, los ciudadanos somos los culpables. Nos dejamos llevar por la demagogia y el populismo, y hoy día, preferimos la sonrisa de un político antes que una buena gestión. A las pruebas me remito, cuando oyes hablar de Aznar, las críticas son siempre personales, nunca relacionadas con su gestión.

En países como Italia o Francia sus líderes son, personalmente, algo atípicos, y sin duda, tienen un extenso curriculum en actos políticamente incorrectos.

Sin embargo, en España, si echamos la vista atrás, y observamos los presidentes que ha tenido nuestra joven democracia, vemos que todos tienen el mismo perfil (Calvo Sotelo no cuenta, porque fue presidente accidental, y no elegido en las urnas). Joven, guapo y carismático (bueno, algunos más que otros...).

Ya lo dijo Almunia tras si fiasco en las elecciones del 2000, "he perdido porque soy calvo y gordito".

La izquierda defiende unas ideas, empapadas de buenismo retórico y relativismo absoluto, la gente accede a ellas, y la derecha se ve impotente de contrarrestar o matizar esas ideas, porque no sabe cómo explicar que si entre lo blanco y lo negro hay una variada gama de colores, también el blanco y el negro existen.

Una vez más, como tantas otras veces desde hace un tiempo, ha tenido que ser Sarkozy, ese enano, excesivamente coqueto, con alta dosis de soberbia y con una esposa que quita el hipo, el que nos dé una lección de libertad y de política real y pragmática.

No se trata de religiones, no se trata de razas, ni tan siquiera de culturas, se trata simplemente de aplicar los principios básicos de los derechos humanos, piedra angular de cualquier democracia, y ello aunque pueda suponer ofender algún tipo de ¿cultura?.

Cuentan que los asesores de Margaret Thatcher la llamaban (cuando ella no estaba delante) "Tina" porque una de sus frases preferidas cuando discutían sobre un tema era "There Is No Alternative" (No hay alternativa posible)... quizá necesitemos aún madurar democráticamente para aprender que en determinados supuestos, no hay tantas alternativas...

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