jueves, 15 de julio de 2010

¿Algún día prohibirán enamorarnos?

Hoy pienso que la resaca orgásmica que me tenía sumido en una dulce y permanente sonrisa ha durado poco.

Lo siento, soy muy pesado, lo sé, pero leo hoy que el Ministerio de Sanidad y las Comunidades Autónomas van a estudiar, antes de que concluya julio, la posibilidad de prohibir la venta en los colegios de bollería, chucherías, aperitivos y refrescos. No puede ser de otra manera, el objetivo es combatir la obesidad y el sobrepeso, que afecta a uno de cada cuatro niños en España.


Según este estudio, quizás deberían prohibirse los videojuegos, la televisión y hasta los ascensores, ¿por qué no? que provocan el sedentarismo y fomentan la vagancia. También el fútbol, ya que durante estas últimas tres semanas, con esto del mundial, se ha incrementado el número de horas que los españoles pasamos sentados frente al televisor.

!Qué fácil es prohibir para atajar un problema! Me gustaría saber quién hace estos estudios, o mejor, quién llega a estas conclusiones con esos estudios.

Nadie cae en la cuenta que siempre han existido chuches, bollos con nata y tartas de chocolate. Alguien debería decirles a estos del ministerio que la solución no es prohibir, sino educar... a los padres. Esto es como el chiste, si no hay brazos, no hay galletas. Solución dura, pero eficaz a todas luces. Hiter estaría contento, no cabe duda.

¿Así que prohibir? Pues eso, se acabaron los trapicheos de porros y papelinas. Ya me estoy imaginando al camello de turno haciendo su agosto en la puerta del colegio. En una mano un regaliz, en la otra un chupa chups, y para los más atrevidos guarda en el bolsillo un peta zetas de los de antaño.

Vuelvo a rememorar el libro de Fahrenheit 451. Hay que controlar al hombre (perdón, Bibi, al hombre y a la mujer). Y si él solito se puede hacer daño, mejor mantenerlo feliz, obligándolo a serlo, incluso aunque eso suponga prohibirle sentir, pensar o expresarse. ¿Quién quiere libros, por ejemplo? Los libros te pueden hacer sentir triste, preguntarte el por qué de las cosas, agobiarte.

El hombre no puede cuidarse sólo, un padre no es capaz de educar a su hijo negándole una chuche o un bollicao diario. Tranquilos, papá gobierno está aquí para evitar que eso suceda.

Tabaco, alcohol, chiringuitos en la playa... ahora tocan las chuches...
¿Algún día prohibirán enamorarnos para evitar el sufrimiento de un corazón partío?

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