domingo, 26 de junio de 2011

Tanto que enseñar y tanto que aprender


Hoy pienso que supongo que os ha pasado a todos. Estar sentados en la minigrada de un campo de fútbol, viendo a unos niños, con sus camisetas reglamentarias, jugando a ser mayores, con sus gestos infantiles tratando de imitar a sus ídolos h
asta en los peinados.

Disfrutas viéndolos, es la vida en esencia, están aprendiendo valores como la competetitividad o el sacrificio, pero también el compañerismo y la deportividad, y todo ello lo hacen jugando... hasta que oyes a un padre, a pocos metros de ti, exaltado, insultar al árbitro. Puede ser incluso peor, yo he visto con mis alucinados ojos a una madre insultar a un niño del equipo contrario por hacer algo en el campo de lo que ni me acuerdo... la verdad, sólo tuve ojos y memoria para esa madre encolerizada que gritaba e insultaba a un pobre chaval que jugaba... sí, que sólamente jugaba.

A eso hemos llegado, hoy los niños quieren ser es
trellas, y sus padres aún más que ellos, y sus entrenadores, son profesionales que desean salir en los periódicos con su equipo infantil campeón a ver si así Florentino se fija en ellos y consiguen ser un nuevo Guardiola.

Por eso, que un entrenador de un equipo de niños de 12 años diga que «Esta es una categoría de formación, de educación, de aprendizaje y diversión, aquí formamos niños, no futbolistas» suena raro, aunque son sólo palabras, frases bonitas que quedan preciosas cuando a uno le preguntan en frío.

Sin embargo, ésto lo dijo Ernesto Chao, entrenad
or del Sevilla FC Alevines.. pero empezaré por el principio:

Antes se llamaba Torneo de la Amistad. Ahora, acorde con las modas, es la Iraurgi Cup. Se celebra en el País Vasco y allí se reúnen, anualmente, los mejores alevines del fútbol español.Este año, no hubo sorpresas y dos de los mejores equipos llegaron a la final: el Sevilla de Ernesto Chao y el Espanyol de David Fernández.

Sin embargo, había una pequeñita diferencia, y es que la categoría de alevines abarca a niños de 11 y 12 años, y en esta final, casualmente, los andaluces eran alevines de segundo año (es decir, más de 12 que de 11 años) y los pericos eran, casi t
odos ellos, de primer año (11 años).

En cualquier caso, fue un auténtico partidazo, con juego y goles para aburrir, y sobre todo muy igualado, con remontadas continuas para los dos equipos, pero sobre todo desbordando pasión y talento, pura diversión, vamos.

El árbitro pita el final del partido y el marcador refleja un empate a 4. Todos piensan en los penaltis, Sin embargo, los jugadores niños del Sevilla se reúnen con el entrenador y éste se acerca a su homólogo españolista y le dice "David, dicen l
os niños que vayáis a recoger el trofeo de campeón, que habéis peleado como nadie, que os lo merecéis, que habéis sido, con mucho, los mejores del torneo y de la final. Y, además, sois más jóvenes que ellos y la copa es vuestra, os pertenece".

Fernández le miró sorprendido pero agradecido, algo incrédulo, y le contestó que no, que querían ir a los penaltis.

"David, no vale la pena, nuestros niños no merecen llevarse un berrinche así. Alguien perderá" , añadió Chao.

"Nos vemos en el punto de penalti" , le dijo cariñosamente David a Ernesto.

Esta historia, que bien podría acabar ahí, pero aún continúa, y sobre todo nos demuestra que ese gesto entre entrenadores, tuvo su reflejo en la actit
ud de los chavales.

Último penalti para los del español... y el perico falla. El Sevilla se acaba de proclamar campeón. Y, entonces sí, los andaluces, en lugar de consolar a sus compañeros, de forma generalizada y espontánea, les pidieron, esta vez casi exigieron, que fuesen a recoger la copa de campeones. Y ahora sí, allá fueron.
Fue entonces cuando Ernesto Chao pronunció esas palabras, ahora sí, llenas de sentido y de valor: "Esta es una categoría de formación, de educación, de aprendizaje y diversión, aquí formamos niños, no futbolistas. Yo no quería que los míos recogiesen el trofeo de campeón y se lo diesen al Espanyol, quería que fuesen ellos los que fueran a recogerlo" .

"Ya ven -dice ahora David Fernández-, ganamos todos. Maravilloso".

Tenemos tanto que enseñar... y tanto que aprender...

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