martes, 13 de diciembre de 2011

El color burdeos

Hoy pienso que esta mañana me encontraba viendo en la televisión la constitución de las Cortes Generales.

Es un acto formal, aunque con un toque de primer día de cole. Ves a los diputados risueños, algo nerviosos y saludándose unos a otros, igual que hacíamos nosotros antaño tras 3 meses de parón veraniego...

Entre ese compendio de elegancia, solemnidad y un poquito (pero poquito) de glamour, de pronto la diviso a ella. Sentada en su escaño. Viste un discreto conjunto de chaqueta y falda de rayas muy propio para la ocasión, mirada seria pero amable...

Y recuerdo entonces el día que la conocí. Llegó media hora más tarde de lo previsto, algo normal para un alto cargo, no la culpemos por eso. Era la primera vez que visitaba nuestra casa, un bonito edificio con mucha historia entre sus paredes. Lo cual no pasó desapercibido para ella, espetando a mi jefa con su deje andaluz: "niña, tu despacho es más grande y bonito que el mío, a ver si me voy a tener que mudar aquí".

Mi jefa y yo nos miramos algo desconcertados, quizás era un comentario jocoso intentando romper el hielo y los nervios de los presentes, así que nos reímos tímidamente.

Fueron llegando los representantes de distintos países, lo que dio paso a las correspondientes presentaciones y saludos. Hubo más anécdotas, pero me quedo con aquella en la que un Director alemán le dio su tarjeta de visita, yo le presento y le digo el nombre del Organismo que dirige, ella vuelve a mirar la tarjeta y me dice: "niño, te has equivocao, ese nombre no corresponde con las siglas que pone en la tarjeta". Tuve que contenerme la risa mientras le explicaba que las siglas no correspondían porque en la tarjeta el nombre del Organismo estaba... en ALEMÁN!

Más tarde se acercó un alto cargo francés, refinado, culto y elegante, como corresponde a un buen francés. Se presentó y habló en inglés (cosa rara y muy meritoria para un francés) y mi querida amiga nos miró y dijo, "niños, traducidme, que yo de francés ni idea". Tras una breve introducción de nuestro amigo galo en la que, de forma cortés, explicó lo mucho que le interesaba nuestro país hasta el punto de que su tesis doctoral trataba sobre no se qué Rey castellano del medievo que acabó pasando sus últimos días en su tierra, mi querida diputada nos miró y dijo orgullosa: "Decidle que yo he sido sindicalista desde los 17 años".

Y ahora la veo ahí sentada en el hemiciclo, mirando orgullosa al infinito... y yo no puedo evitar preguntarme si sabrá que el color burdeos del sillón en el que se sienta proviene del vino francés de Bourdeaux...

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