martes, 10 de septiembre de 2013

Igualdades malentendidas...


Hoy pienso que en temas del sexo (que no de género) me he dado cuenta de que soy un reaccionario.

Siempre me ha gustado entrar a un ascensor y oler el perfume de la chica que va a mi lado. De vez en cuando, al llegar al trabajo, le he dicho a alguna compañera lo bien que le sienta ese vestido que estrena.

Sí, lo reconozco, me he levantado en el autobús y he cedido mi sitio a alguna mujer en más de una ocasión… y sí, también tengo la maniática indecencia de dejarlas pasar primero cuando entro a algún sitio.

Me gusta regalar piropos inofensivos y galantes, y como buen cavernícola, me halaga que me digan que les abra esa botella que son incapaces de abrir. 

La indomable acémila que llevo dentro hace que no pueda evitar que me encante escuchar una risa de mujer,  un andar con tacones o admirar obnubilado la silueta que dibujan unas caderas femeninas dentro de unos Levi´s 501.

Me vuelven loco las piernas suaves y bronceadas en una noche de verano y no me puedo resistir a devolver una sonrisa cuando una chica me la regala de forma tierna y sincera.

Trabajo con mujeres, vivo con mujeres y me he criado con mujeres y nunca he dudado que la capacidad y la valía esté reñida con una falda. El problema es de aquel que lo confunde, para bien o para mal, no de la falda ni de quien la viste. 

Igualdad, igualdad, igualdad... claro que sí! Lo gritaría cada día sin dudar... pero en algún momento de tanto reiterar y repetir el término, alguien lo confundió y así, empezamos a reivindicar la mimetización de sexos, la clonación del ser humano, como si la solución fuese crear un solo ser, un híbrido que garantice que si por fuera nadie es diferente, todos nuestros problemas habrán acabado, y el que no piense así, es un machista redomado, un cabrón neandertal que se quedó atascado en el siglo pasado. Esta es la nueva igualdad, igualdad, igualdad. 

Y así, hoy veo en la portada del 20 minutos una chica reivindicando el vello femenino, luciendo unas piernas que ya quisiera Chewaka y unos sobacos más tupidos que la alfombra de Aladino.

No me parece mal, igual que respeto que Cristiano Ronaldo gaste más cera en depilación que la Cofradía del Cristo del Gran Poder en velas, respeto que cada chica vista como quiera y, por supuesto, se acicale como le venga en gana, pero hacerlo para reivindicar la igualdad entre hombres y mujeres… pues mira, eso me parece una estupidez como la copa de un pino, bueno, perdón, no quiero herir sensibilidades, como la copa de un pino... y una pina...

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