miércoles, 23 de julio de 2014

Schweigen bitte (silencio por favor)

Hoy pienso que la Historia debería ser perenne, ya que lo que sucede es invariable y por tanto, así debería ser recordado. Sin embargo, era Jean Paul Sartre el que afirmaba que el pasado sí que puede modificarse, tal y como los historiadores no paran de demostrar.

Esta reflexión filosóficamente metafísica no se debe a ninguna lectura veraniega de Descartes, todo lo contrario, ha sido suficiente un simple vistazo al periódico.

Una joven norteamericana, que se encontraba de turismo por Europa (ese gran país, para muchos americanos) pasó por Polonia y decidió visitar el campo de concentración de Auschwitz. Durante el tour, coge su móvil y se retrata a sí misma con una gran sonrisa (esa supuesta novedad que ahora se llama selfie, y  que sin embargo ha existido siempre), añade unos emoticonos de sonrisitas y la cuelga en distintas redes sociales.


Ni que decir tiene que en pocas horas, las críticas desde todas partes del mundo empezaron a acribillarla. Pobre chica, nacida a finales del siglo XX, imagino que cruzar el Atlántico, ya supone toda una aventura y que Disneyland París, los San Fermines y Auschwitz son sólo tres parques temáticos más de visita obligada para cualquier turista que se precie.

Yo he visitado Auschwitz, y creo que no hace falta haber leído si quiera "el Diario de Ana Frank".  Con haber visto alguna de las muchas películas que describen el horror que supuso aquel maldito Holocausto es suficiente para darse cuenta de lo que aquello significa. Cuando cruzas aquel arco que daba fin a la vía de un  tren maldito lleno de involuntarios pasajeros, uno puede sentir el miedo de tantos inocentes, la desesperación, el terror en sus caras. Al entrar en aquella cámara de gas, el corazón se te congela y no hace falta leer el cartel que reza "schweigen" en varios idiomas para mantener tu boca cerrada, porque simplemente tu voz se apaga entre escalofríos, sintiendo por unos instantes tantas y tantas almas anegadas por la monstruosidad del ser humano.

Y sin embargo, mientras yo estaba allí, oyendo chillidos en mi cabeza y divisando rostros desesperados entre aquellas cuatro paredes, también hubo algún gracioso que reía y tocaba las paredes como si aquello fuese un simple museo ficticio de los horrores.

La historia no sólo se olvida rápido, sino que se reinventa y se reescribe. Ya lo decía Jardiel Poncela, "Historia es, desde luego, exactamente lo que se escribió, pero ignoramos si es lo que sucedió" y la gente sigue escribiendo cada día, así que, si resulta que Cristóbal Colón ahora es catalán y que fueron Hernán Cortés y cuatro españoles más quienes aniquilaron a los Indios Tapahoe y no el Séptimo de Caballería... También es posible que dentro de unos años Hitler sea comparado con Walt Disney y todos los alcaldes se peleen por que un excéntrico millonario aterrice en su ciudad para prometerles un nuevo Auschwitz, con cámaras de gas más modernas y divertidas... Quizás esto suene gracioso, pero, por desgracia, puede ser tan real como chistoso, porque paradójicamente, al final la verdad no depende de lo que realmente sucedió.

Ya lo dijo Salman Rushdie: "Verdad es lo que la mayoría ve como verdad, pero la mayoría también puede cambiar de opinión a lo largo de la historia"...

En España sabemos mucho de esto, sin ir más lejos, a día de hoy seguimos reescribiendo la Historia. La guerra civil, nuestra guerra civil, tiene muchas historias, y aunque, hace ahora casi 39 años, decidimos empolvar esos libros que la narraban y no hacer, con sus páginas, más pistolas que disparasen rencores, hoy enciclopedias enteras vuelven a contar muchas verdades de aquella historia, verdades rojas, verdades azules, verdades todas, que sin embargo no buscan aprender con ellas o unir distancias, sino alimentar rencores y odios que un día trajeron la miseria y que hace 40 años, todos los que realmente vivieron aquello decidieron enterrar, no por indiferencia o desidia, sino porque sabían que era la única manera de crecer y calmar el alma.

La Historia debe conocerse, debe ser escrita y estudiada, para aprender de ella y evitar errores, sin embargo no debe ser utilizada ni manipulada, ni tan siquiera debe ser callada, porque sin Historia no somos nada.


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