miércoles, 15 de octubre de 2014

Hay corazones que de razones sí entienden

Hoy pienso que cada día entiendo más el dicho de que el corazón tiene razones que la razón no entiende. !Me duele tanto que me guste tanto el fútbol!

Leía el otro día que el mejor nadador de todos los tiempos, Michael Phelps, ha sido sancionado a 6 meses sin poder competir con su selección, por conducir borracho, y por tanto se quedará sin acudir al próximo mundial de natación en Kazán, Ya está, así de fácil. Poco les ha importado que su presencia garantizase a su país varias medallas, lo primero es lo primero y los valores no entienden de excusas.

Hace un par de días también me hice eco de la noticia de un Director de un Instituto norteamericano que suspendió el programa completo de fútbol americano porque se habían dado varios casos graves de bullying a algunos jugadores del equipo por parte de los más veteranos. "Tengo que asegurarme de que entendemos lo que representa el fútbol", sostuvo el Superintendente. "Es un deporte. Cuando se lo considera algo más que un deporte, pasan estas cosas".

Y mientras, aquí seguimos jaleando a nuestros gladiadores, esos chicos que dejan los estudios a los 12 años y que con 18 ya tienen el deportivo rojo y la  muñeca hinchable a su lado. Esos mismos chicos que cuando marcan un gol no dudan en remarcar su valía, señalándose su nombre, son los que simulan agresiones, pegan mordiscos, se pelean con sus compañeros por tirar los penaltis y fuman y beben, montan orgías en las concentraciones y tan sólo se preocupan por que no se les seque la espuma del pelo.

Esos jugadores no tiene la culpa, tampoco la tienen los que les pagan, esos que inflan las comisiones y se las llevan en bolsas de basura....ni siquiera el Estado es culpable de permitir que acumulen grandes deudas al erario público. 

Son nuestros protagonistas del pan y circo. Poco importa que defrauden a Hacienda o que se dejen perder por un puñado de Euros. Ellos nos permiten soñar, por eso desde que son pequeños y los llevamos al coliseo, les gritamos, amenazamos al imberbe árbitro y escupimos al niño que le roba el balón a nuestro pupilo. 

Esos son nuestros valores, porque en el fútbol todo vale. Y si un entrenador le mete el dedo en el ojo al contrario, será que se lo tenía merecido, todo sea por levantar la copa. Mi hijo me guiña el ojo y me dice: "Eso le ha dolido, ¿eh, Papá?" y yo le sonrió, ¡menudo machote tengo en casa!

Es que ganan mucho dinero, y el dinero vicia lo que toca... Sin embargo, ves a un profesional del tenis, ese deporte de pijos, individual y poco sufrido, se llama Rafa y  ya es millonario. Por fin gana a su máximo rival, al mejor jugador de todos los tiempos. Le pasan el micro, es momento de reivindicarse y sacar pechito.... Sin embargo, él sólo tiene palabras de consuelo para su compañero y amigo, "tranquilo, Roger, eres el mejor y volverás a ganar, te lo mereces". No, me digo, el deporte no se vicia sólo por dinero.

Hace poco, un amigo muy amigo con alguna influencia muy influyente me invitó a ver un partido de la Ñ. Antes del evento, pudimos entrar en el hotel y compartir unos minutos con los jugadores.... Allí tenías a leyendas vivas andar a tu lado, reír y no negar ni un autógrafo, ni tampoco un incómodo selfie. A pesar de su altura, no te miran por encima del hombro. Un tal Gasol, con méritos suficientes para ser un divo se retrasa a la hora de subir al autobús. Tocan el claxon, "vamos Pau, ¡pesado!" le dice, entre risas, Juan Carlos . Pau, sigue firmando autógrafos a todos los niños. Se disculpa pidiendo perdón, "me voy, que a este paso no jugamos" me dice con una sonrisa y posando para mi móvil. Lo dicho, no es el dinero lo que vicia el deporte.

Me tomo una cerveza con un colega y la tele encendida, acompañando, con el  de fondo verde, es un partido de rugby, "¡qué tíos más burros!" Me dice mi amigo, mientras termina el match y los vencedores hacen un pasillo al otro equipo. Ahora sale un tal Gómez Noya, sudando y en mallas cruzando la meta, entonces, sin levantar casi los brazos se da la vuelta, espera un poco y abraza al que llega segundo. "¡Correr es de cobardes!" Refunfuña mi amigo abriendo otra lata de cerveza. "Anda, cambia, que ya va a empezar el fútbol!" 

Antes de empezar el encuentro, anuncian leche asturiana, sale un chico  gallego, al que nadie gana en medallas olímpicas y que anda entrenando en Brasil, con su canoa a cuestas y peleando los 4 euros que le dan para poder competir en las próximas olimpiadas. No tiene coche, ni anuncia calzoncillos, pero no tiene rencor, tampoco pone sus pulgares señalando su nombre a la espalda. Él sólo entrena, mientras trabaja enseñando a los brasileños a dar paladas, ese es el trato.

Bueno, dejémonos de tonterías, que empieza el partido y poco más importa. Ya no tengo remedio, pero entonces mi enano se levanta y me dice, "¡vaya rollo, Papá!". Y yo me sonrío y le digo a mi corazón, "aprende, tontorrón, porque hay corazones que sí atienden a razones y ellos sí entienden"

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