miércoles, 1 de abril de 2015

No sólo de portátiles aprende el niño

Hoy pienso que hoy publica El País un artículo dedicado a una familia que ha estado cerca de 5 años luchando por la salud mental y física de su pequeño, un niño con un problema... que es superdotado. 

En ese afán por luchar contra la discriminación y fomentar la integración a través de la discrminación positiva y la implementación de todos los medios y herramientas necesarias para la detección y posterior tratamiento de aquellos niños que ya sea física o intelectualmente se encuentran por debajo de la media, la sociedad, y a través de ella, sus gobernantes, olvidaron un pequeño detalle. Que también hay niños que están por encima de la media, y que esos niños, sin una detección y una atención especial también pueden acabar fracasando en la escuela e incluso en la vida.

En mi caso, mi hijo no es superdotado, pero ya desde pequeño apuntaba maneras. Pequeñas señales que te dicen que es listo, quizás algo más de lo normal. Sin embargo, el miedo a parecer el típico padre coraje que piensa que su hijo es el más guapo y el más listo de la clase te hacen permanecer callado.

Fue al llegar a Madrid, cuando uno de sus profesores nos comentó algo. La facilidad y rapidez con la que leía y comprendía, su agilidad mental y alguna otra característica que, nosotros ya habíamos notado, pero que no sabíamos hasta qué punto podía significar algo más allá del típico niño "avispado". 

Nos propusieron someterlo a los test de inteligencia, y así fue como nos enteramos que, aunque no era superdotado, sí que tenía altas capacidades, algo así como un superdotado a medias, es decir, que en algunas áreas sí que se halla intelectualmente por encima de la media y en otras, en cambio, su nivel es el normal. Tras informarnos de los resultados, introdujeron a  nuestro peque en un proyecto educativo en horas extraescolares y además, iniciaron una adaptación curricular con el fin de que progresivamente fuese integrándose en curso superior al suyo hasta acabar integrándose totalmente a ese, evitando así algún tipo de inadaptación. 

En ese proceso nos mudamos y volvimos a nuestra querida Jaén, esa ciudad de las ocho que componen Andalucía. Al llegar al nuevo colegio, pedimos cita con el Orientador y le explicamos las circunstancias de nuestro hijo, dejándole toda la documentación y su expediente, para intentar que se siguiese el procedimiento que había iniciado en Madrid. 

No soy persona de juzgar a primera vista, pero aquel hombre mayor, tranquilo, que apareció sin papeles, que no apuntaba nada de lo que decíamos y que llegó una hora tarde a aquella primera cita de las 11 de la mañana, porque "se había quedado dormido" no me hizo presagiar nada bueno.

No me equivocaba, tras varios meses sin decir ni mú ni adoptar ningún tipo de medida curricular, volvimos a hablar con él. Su respuesta, de nuevo sin papeles encima de la mesa fue la de "le he hecho algunas preguntas y yo creo que es listo, pero dentro de la media".

- "¿Y entonces el test que le hicieron en Madrid? ¿Y el documento de esa Comunidad donde certifica que sí que es un niño con altas capacidades? ¿Y toda la adaptación curricular que estaba siguiendo allí?-  Mis preguntas brotaban una detrás de otra.

- "Bueno, a estas edades ya se sabe que los niños pueden cambiar mucho". Fue su respuesta, tan profesional como extensa.

De nuevo no quisimos pecar de padres coraje y, siendo profanos en la materia y sin querer nunca desdecir a un profesional, pedimos cita con su tutor para que nos diese su opinión, como profesor y persona que, de forma objetiva pasa 6 horas al día con él. 

- "¿Qué queréis que os diga? Es creativo, inquieto, listo... y claro, al ritmo de la clase se vuelve insoportable, lo coge todo al vuelo y eso hace que se aburra, entonces se pone nervioso, interrumpe..." Yo lo tengo claro, pero tenéis que entender que es el orientador el que manda.

Acudimos a un psicólogo privado, y de nuevo nos confirmó lo que los test de Madrid habían certificado, es un niño con altas capacidades.

En nuestro caso el orientador se empecinó y no quiso salirse de ahí. De nada sirvió acudir a la Delegación de Educación de la Junta de Andalucía, el tiempo corría en nuestra contra, ya que los meses iban pasando y cada escrito y cada entrevista suponían meses y meses de espera. Su actitud era la de ir dejando pasar el tiempo, así, sin discutir... mes tras mes, sin que nada cambiase.

Por suerte, el profesor supo apreciar el problema y le fue dando material extra para que no se aburriese, le dejaba pintar, una de sus grandes aficiones (y casi obsesiones), leer libros que cogía de la biblioteca en horario de clase y le atribuía responsabilidades con el fin de que se sintiese útil y además no molestase al resto mientras hacían ejercicios que él terminaba en cuestión de minutos, y así han ido pasando los años... hasta hoy.

Ahora es nuestra benjamina, con 7 años, la que hemos percibido que tiene las mismas características, incluso potenciadas, que su hermano. De nuevo mostramos cautela, y fue su profesora la que, sin decirle nada nosotros, nos advirtió del tema. Le dijimos que se lo explicase ella al orientador para que no pensase que era cosa nuestra y nos tomase por unos padres obsesionados. Sin embargo, la respuesta del orientador fue la que ya esperábamos. "Es lista, pero claro, es la tercera hermana y está muy espabilada... además nació en enero, y eso se nota... en fin, que no lo veo claro...". Respuestas, de nuevo, muy profesionales.

Sinceramente, no me veo metiéndome en pleitos ni demandas judiciales, no soy tan valiente. No obstante, con trabajo en casa y sobre todo, el esfuerzo de su madre, vamos saliendo adelante y evitando que nuestros hijos se frustren y fracasen.  Sin embargo, siempre me quedará la duda de saber si mi hijo estaría más incentivado y motivado si hubiese seguido aquella adaptación curricular que comenzó en Madrid, ya que, ahora, con casi 12 años, empieza a flojear justo ahí, en las ganas, en el ánimo y en la alegría por aprender, cuando hace 6 años era justo al revés, y ver eso, cuando crees que tenía solución, es muy triste.

Y sí, si alguien me pregunta lo diré abiertamente, por mi experiencia, tan personal como propia, el sistema educativo madrileño funciona bien, muy bien, justo al contrario que el andaluz, que deja mucho que desear. Ya, pero en Andalucía regalan portátiles a los niños, me dirá Susana... sí, pero es que no sólo de portátiles vive el hombre...

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