martes, 23 de septiembre de 2008

El oficio más antiguo del mundo

No entiendo las campañas contra la prostitución que se están llevando a cabo en distintos ayuntamientos y que, por supuesto, ahora abandera nuestra inefable Bibi (que la pobre se mete en todos los charcos).

















Y digo yo, el PPF (pay per fuck) es caldo de cultivo para la explotación, el maltrato, la economía sumergida y la inmigración ilegal. Y hay que acabar con esto. Hasta ahí todos de acuerdo, ¿verdad?.

No voy a entrar, sin embargo, en el debate moral que supone que un hombre o una mujer venda su cuerpo por dinero. Eso lo dejaremos para otro día, aunque prometo, próximamente, abordar de lleno dicha controversia.

No obstante, hoy simplemente quiero denunciar la hipocresía existente en España en este aspecto. La situación actual de esta profesión es insostenible, pero ¿hasta cuándo va a seguir existiendo una laguna legal en este ámbito?

Tomemos un decisión, no importa cuál.

Cojamos, por ejemplo, el camino de Holanda, donde la prostitución se legalizó hace ya años. Acabaríamos con la economía sumergida, las meretrices ejercerían un servicio remunerado, cotizando a la Seguridad Social y obteniendo, por tanto una protección laboral y social. Incluso hasta el servicio mejoraría desde el punto de vista higiénico, y con suerte, hasta conseguiríamos, como en el caso de los tulipanes, una nueva atracción turística.

Vale, quizá es una opción demasiado atrevida... bueno, pues para los más conservadores, también podemos optar por la prohibición absoluta del puterío, desde la calificación de la acción como delito, como en algunos estados de los EEUU o como la prohibición no sólo de ejercer dicha profesión, sino de reclamarla, como en Suecia. Desde este punto, se podría combatir de forma abierta contra el lenocinio y la esclavitud que supone en la mayoría de los casos, sin los subterfugios existentes hoy día (aunque dudo mucho que se lograse acabar con las mafias clandestinas).

En cualquier caso, no entiendo estas campañas mediáticas totalmente hipócritas que tratan de criminalizar moralmente a una persona que, en realidad, no hace nada ilegal. El Estado no debería entrar en ese juego, porque en mi opinión, no es su papel.

Por cierto, que me río yo de las feministas progres que tanto defienden el aborto bajo el redundante argumento de "una mujer puede hacer con su cuerpo lo que quiera", y luego se rasgan las vestiduras ante el ejercicio de la profesión más antigua del mundo, sin recordar que esa frase tiene mucho más sentido, como argumento, en este asunto, porque aquí, sí que es cierto que sólo atañe a una persona...

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