Hoy pienso que la noche del 30 de septiembre de 1938, se firmaron los Acuerdos de Munich por los 4 Jefes de Estado de Italia, Francia, Alemania y Reino Unido.
Estos acuerdos supusieron reconocer a Alemania el derecho de anexión de una región de Checoslovaquia.
Por aquel entonces Adolf Hitler ya había comenzado a rearmar a su país en contra del Tratado de Versalles y a proclamar el derecho de Alemania a ser una gran potencia, reclamando la dignidad política y geográfica que, según él, en la Gran Guerra les habían arrebatado.
El primer ministro inglés, Chamberlain, volvía a su país en loor de multitudes que lo ovacionaban a su llegada al aeropuerto, al bajar del avión comentó: "Todo esto habrá acabado en tres meses. Es la segunda vez en nuestra historia que regresamos de Alemania a Downing Street con una paz honrosa. Creo que es una paz para nuestro tiempo".
Sin embargo, un viejo y casi ya retirado Winston Churchill desató una tormenta en el Parlamento británico al declarar que "hemos sufrido una derrota total y absoluta".
No hemos cedido, le decían, ha vencido la paz, viejo cascarrabias.
En 1939, Checoslovaquia era ocupada en su integridad por Alemania, sin embargo, Chamberlain seguía obstinado y declaraba: "Es natural que lamente profundamente lo ocurrido, pero no debemos dejar que esto nos aparte de nuestro camino. Recordemos que el deseo de todos los pueblos del mundo sigue concentrado en las esperanzas de paz".
Tan sólo unos meses después, Chamberlain declaraba la guerra a Alemania y al poco tiempo dimite, hundido y consciente de que su estrategia era errónea...
Fue aquel viejo al que todos tildaban entonces de loco intransigente el que aceptó el duro papel de liderar a su país y al resto de Europa en la Guerra más dura de la historia. Y lo hizo con aquel famoso discurso al que hoy deberíamos recurrir muchos:
"No tengo nada más que ofrecer que sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor. Tenemos ante nosotros una ordalía de la más penosa naturaleza. Tenemos ante nosotros muchos, muchos largos meses de lucha y sufrimiento. Ustedes preguntan: ¿cuál es nuestro objetivo? Puedo contestarlo en una palabra: victoria. Victoria a toda costa. Victoria a pesar de todo el terror. Victoria por largo y duro que pueda ser el camino; porque sin victoria, no hay supervivencia"
Hoy nuestro Chamberlain también está a punto de dejar el Gobierno, aunque ni siquiera ha tenido la dignidad de renunciar a su puesto y todavía cree que ha conseguido "la paz de nuestro tiempo". Por desgracia, Churchill no cogerá el mando, pero espero al menos, que quien lo haga, tenga muy clara la historia...
"You were given the choice between war and dishonour... you chose dishonour and you will have war"
ResponderEliminarMe permito anotar que, además de casi retirado, era considerado como un loco belicista y violento, en una Inglaterra que -como ahora- tenía La Paz como primer objetivo. Cuando se coloca la paz por delante de la libertad, la Historia es categórica. Me temo.
ResponderEliminar"¡No nos rendiremos jamás!", el libro que su nieto publicó sobre sus mejores discursos, está a su disposición de usted, y de todos los ilustres seguidores de este blog. Faltaría más.
ResponderEliminarPues te tomo la palabra, no vaya a ser que te arrepientas. Como veo todas las mañanas a tu ínclita, podría hacer de intermediaria benefactora...
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