viernes, 16 de agosto de 2013

Sin palabras que los definan

 Hoy pienso que no soy yo de los que me guste la hipocresía post mortem, ya sabéis, hablar bien de alguien que acaba de fallecer, de forma gratuita y poco sincera. 

 Sin embargo, también creo que el respeto por esa persona y sobre todo por aquellas otras que lamentan su pérdida es fundamental, por tanto, podría decir que sí creo en el respeto post mortem.

 Es cierto que hay gente controvertida, polémica, o simplemente que por su forma de trabajar, sentir o incluso pensar se han regalado buenos amigos y estupendos enemigos, eso no es malo, ya lo dijo Ramón y Cajal, "si no tienes enemigos es que jamás amaste la justicia".

 Seguramente Rosalía Mera tenía adeptos por ambos lados, primero por su carácter fuerte e impulsivo y segundo porque era una triunfadora y ese pecado, en este mundo regado de envidia, ni una letra mayúscula escarlata sirve para redimirlo.

 Rosalía Mera era conocida como la ex de Amancio, el "uraño ricachón dueño de Zara", sin embargo ella tenía nombre propio, una mujer hecha a sí misma, que comenzó cosiendo en una pequeña tiendecita y que no dejó de trabajar ni un sólo día de su vida, a pesar de ver crecer su tiendecita hasta convertirse en el gran imperio que es hoy, a pesar de su divorcio con su compañero sentimental y profesional, a pesar de sobrepasar ya la edad legal de jubilación y a pesar de merecerse con creces ese descanso.

 Ayer murió, de forma repentina, por un derrame cerebral. Y allí, rápidamente, con su cuerpo todavía templado, acudieron las desagradables hienas, para con sus ruines risas hacer propaganda de sus escatológicos ideales, aunque fuese a costa de sandeces y de boñigas de demagogia.

 Ahí estaba Ce Ce O O, que diría Urdaci, para a través de Twitwer defecar la siguiente sentencia: "El hueco que deja Rosalía Mera en la lista FORBES ya ha sido ocupado por otro. Que también se morirá tarde o temprano".

 Al rato, como cobardes avestruces que son, retiraron el tweet y escondieron la cabeza, aunque se ve que alguien lleno de ingenio, quiso hacer un nuevo ejercicio de demagogia populista y evacuó el siguiente truño: "Hoy hemos ofrecido una rueda de prensa sobre siniestralidad laboral. También mueren trabajadores. DEP Rosalía".

 No los llamaré asnos, pobres animales, qué habrán hecho ellos, y me disculpo por el símil anterior de los avestruces, ya les gustaría tener sus huevos... No, no hay animal ni adjetivo que se me ocurra, seguramente porque ninguna palabra querría definirlos.

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