martes, 27 de enero de 2015

¡Qué viva Mamá Susana!

"Dios no podía estar en todos lados, por eso creó a las madres"
Antiguo proverbio judío

Hoy pienso que es muy difícil ser madre, ya lo decía la escritora norteamericana Jane Sellman, "la frase ´mujer trabajadora` es redundante". Y lo es, porque una madre renuncia a muchas cosas desde el momento en que lo es, y renuncia decida lo que decida. Si desea pasar los primeros meses junto a su bebé, tendrá que dedicar, por ejemplo, menos tiempo al trabajo, sin embargo, si decide darle prioridad a su profesión, entonces perderá momentos eternos junto a su retoño que no volverán nunca. 

No es una decisión fácil. Los tiempos cambian y hoy día muchos hombres deciden ser ellos los que se quedan en casa cuidando de los pequeños, sin embargo, la naturaleza sigue siendo más poderosa que nosotros y, hasta ahora, los nueve meses de embarazo y el parto tienen aún la exclusiva maternal.

Hoy sin embargo, ha aparecido la supermadre, por fin una mujer ha conseguido la cuadratura del círculo, tras muchas horas de frío cálculo y, seguramente, alguna noche sin dormir ha logrado compatibilizar su deseo de ser madre con sus grandes aspiraciones profesionales. 

Ella, una chica recién llegada a la década de los 40, de pronto ve cómo se le presenta la oportunidad de ascender a lo más alto y así, de pronto, tras muchos años de fidelidad empresarial se encuentra rozando las puertas del despacho de la última planta. Y es en ese momento cuando aparece el dilema, primero una falta, luego un punto rojo y finalmente una pequeña fotografía en blanco y negro que lo confirma... está embarazada. Justo ahora, que se proponía iniciar la última batalla para desbancar a otro jovencito que, como ella,  se había anticipado a ocupar el gran sillón. 

"¿Y qué hago ahora?" -Se preguntaba nuestra heroína-. "Quiero ser madre, pero no puedo desperdiciar la gran oportunidad de mi vida, el sueño que desde los 18 años ni me atrevía por miedo a imaginar".

Pero fue entonces cuando se le encendió la luz, o quizás se la encendió algún joven jubilado de su propia empresa... o puede que fuese algún anciano sin jubilar...

El caso es que ideó un plan en el que se lo iba a jugar todo a una carta, pero no tenía más opción. Lo importante era triunfar, llegar a lo más alto, y sin que ello le impidiese poder dar a luz a su pequeño vástago.

"Pero no es lógico", -le decían algunos.- "Para mí sí". -Contestaba ufana ella.-  "Esa decisión supondrá un gran coste para la empresa, puede que pierda... pero también es cierto que si yo gano también ganará la empresa". 

De pronto, un administrativo le hizo un comentario algo más hiriente: "Pero tu decisión costará mucho dinero, 14 millones de Euros más o menos, y lo pagaremos entre todos, no sólo nuestros trabajadores, sino todos aquellos a los que se supone que les estamos prestando un servicio. La empresa puede acabar ganando, como tú, pero los demás, perderán de todas maneras".

Ella se quedó pensativa, miró al cielo, y se sintió reina, y fue entonces cuando halló las palabras adecuadas... "Soy Susana, y me lo merezco, merezco ser reina, presidenta o lo que me plazca, y sin renunciar a ser madre, porque soy mujer y es mi derecho irrenunciable. Y algún día le contaré a mi churumbel, hijo, gracias a ti lo conseguí, y llegué. Todo el mundo perdió, pero yo gané".

"Pobre Pedro", -decían algunos-, "ya está sentenciado", mientras sus ovejas contestaban, "ser madre y presidenta no tiene precio, aunque nos lleve a la ruina, lo importante es que nuestra Susana esté contenta, porque si ella nos da de comer, nosotros gritamos ¡Que viva Mamá Susana!".

Alguien que oía los balidos incrédulo sólo pudo acertar a decir, "qué razón llevan, esa es la importancia de una tilde, porque... ¡qué viva Mamá Susana!"

Y es que Dios no podía estar en todas partes, por eso un día creó a Susana...

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