"Existen tres clases de ignorancia: no saber lo que debiera saberse, saber mal lo que se sabe y saber lo que no debiera saberse".
François de la Rochefocauld
Hoy pienso en el Gueto de Varsovia de 1942.
Los nazis, obsesionados por disfrazar su odio y esconder las atrocidades inhumanas que realizaban decidieron rodar un documental en Varsovia para "demostrar" al mundo entero que ellos no eran tan malos y que aquel barrio donde habían invitado a instalarse a todos los judíos del país, contaba con todas las comodidades y lujos de cualquier ciudad de primer nivel. Era únicamente una cuestión de organización donde todos salían beneficiados. Goebbels en estado puro.
Los nazis lejos de contentarse con eso, aprovecharon para mostrar cómo algunos judíos, a pesar de vivir de forma acomodada, no eran capaces de comportarse de una forma mediánamente civilizada., así trataban de mostrar a unos judíos clasistas, sin modales ni sentimientos que vivían despreocupados, como si nada estuviese ocurriendo a su alrededor. Sin embargo, no se sabe por qué, la película nunca llegó a terminarse.
Por suerte, la historia a veces es justa, quizás lenta, pero justa, y no sería hasta 1998, 56 años después, cuando aparecieron unos rollos que contenían las escenas de grabación de aquella película, lo que hoy llamaríamos el "making off". En esta cinta se constata que los nazis obligaban a punta de pistola a hacer caminar a los judíos por las calles, sonrientes e ignorando los cuerpos moribundos que adornaban las calles. Llevaban a los más hambrientos a restaurantes, vestidos y peinados previamente para gustar a la cámara y les ponían platos llenos de comida para que comiesen de forma ansiosa y desabrida.
Una israelí Yael Hersonski, se encargó en el año 2010 de realizar el contradocumental, "Ghetto, a film unfinished", para aclarar la verdad y mostrar una vez más hasta dónde llegaba la crueldad y la vileza de Hitler y sus correligionarios.
2015. Jalis de la Serna viaja a Corea del Norte para realizar un documental sobre el modo de vida de aquel país y comprobar en su propia persona y a través de su cámara si son ciertas las horribles cosas que se cuentan sobre aquella dictadura.
El encargado de recibirles y hacer de Cicerone durante su estancia era Cao de Benós, un español afincado en aquel país, que vive por y para Kim Jong-Un, promocionando y defendiendo su régimen y todas las "mentiras y difamaciones" que según él se vierten por parte del occidente capitalista.
Sólo me hicieron falta ver 5 minutos del reportaje para recordar aquel documental que vi hace dos años sobre el Gueto de Varsovia. Goebbels hubiese estado orgullo, sus principios de la propaganda se cumplen a rajatabla. Centrados en un sólo enemigo, los Estados Unidos, cada vez que explicaba una limitación de la libertad, conculcación o censura, Cao se excusaba con firmeza, "es por seguridad, estamos en guerra".
De pronto, cuando por la mañana, recién levantado Jalis de la Serna sale por primera vez a la calle, acompañado (puesto que ya le informan previamente de que tiene prohibido cualquier tipo de escarceo o simple paseo por la ciudad sin la compañía impuesta), se oyen insrucciones por altavoces que llegan a todas las esquinas de las calles. Es la información gubernamental, lo que Kim Jong-Un quiere que la gente sepa y escuche y me vino a la mente cuando "a la espalda de Winston, la voz de la telepantalla seguía murmurando datos sobre el hierro y el cumplimiento del noveno Plan Trienal", claro, me dije, "Controlamos la materia porque controlamos la mente. La materia está en el interior del cráneo", ¡El Gran Hermano de Orwell también estaría orgulloso!
Y mientras sonreía sumergido en mis pensamientos, veo al tal Cao de Benós mirar la frontera que separa ese que ya es su país y la otra Corea, la del sur, y sacar su vilis más hedionda para afirmar con la calma de un psicópata "tengo tanta rabia que cogería un rifle y empezaría a matar americanos" o algo así.
Y entonces mi risa se ahoga, mientra en internet alguien cuelga el discurso de Yeonmi Park, una joven norcoreana que escapó de aquél país siendo una niña y que presenció, entre otras atrocidades, la violación de su madre.
No es un cuento, no es ciencia ficción, aquello está ocurriendo, es una dictadura llevada al máximo extremo de los horrores (¿tiene otro extremo una dictadura?). Y yo ya soy cómplice de esa barbarie si no lo denuncio y no me opongo, porque lo he visto y ya es demasiado tarde para alegar ni siquiera las 3 clases de ignorancia de las que hablaba Rochefoucauld...
Me dio miedo cuando vi el documental, no paraba de venírseme a la cabeza el libro "1984", lo estaban siguiendo a pies juntillas; acojonante, algo escrito en 1949 hecho realidad a lo largo de siglo XX y mantenido con firmeza en el XXI
ResponderEliminarMiedito Alfonso, mucho miedito, sobre todo ahora que en España contamos con un partido en ascenso cuyo paradigma de sociedad es una Corea Venezolana...
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