sábado, 1 de julio de 2017

Exprimiendo la vida

"Fui a los bosques porque quería vivir a conciencia, quería vivir a fondo y extraer todo el meollo a la vida, y dejar a un lado todo lo que no fuese vida, para no descubrir en el momento de mi muerte, que no había vivido"
El club de los poetas muertos

Hoy pienso que vienen a mí recuerdos de hace unos años, en Madrid, con la oposición recién aprobada y sin otra preocupación que asistir, cada mañana, a seis horas de tediosas charlas y ponencias.

El resto del tiempo era nuestro, en una ciudad extraña, tras varios años de retiro disciplinado entre libros y con unos cuantos compañeros (que pronto se convirtieron en amigos y algunos, hasta en casi hermanos) en las mismas circunstancias.

Un día decidimos ir al cine, ni siquiera recuerdo la película, en realidad, para nosotros eso era lo de menos. Mientras perfilábamos los detalles de la quedada, miré a mi derecha y dije: "Andrés, coño, vente al cine esta tarde, que vamos a ver una peli de esas que te gustan a ti".

Andrés era un gallego cuarentón, aunque algo avejentado y serio, muy simpático y con esa retranca que hace justicia al cliché de los de su tierra, un tío de esos que con solo mirarlo ya percibes que es buena gente, aunque siempre te deja con la duda de si ha querido decir lo que ha dicho o justo lo contrario. Nuestro gallego había aprobado las oposiciones por promoción interna, y sin duda, aquellos meses fuera de su casa, estaban siendo todo un suplicio.

Él me miró pausado, y de forma concluyente me dijo... "Déjalo, tengo un cine al lado de casa, voy a verla allí que me pilla más cerca."

- "Pero Andrés, allí irás solo, vente con nosotros y vas acompañado, entre amigos, además, luego tomaremos algo por ahí".

Él me volvió a mirar, esta vez con esa mueca indescifrable que ni siquiera Da Vinci podría dibujar: "Pero vamos a ver", me contestó, al cine se va a ver la película, y encima hay que estar callado, no se puede hablar... entonces, ¿qué más me da ir solo o acompañado?. Además, al lado de casa tengo una pizzería que está muy bien... ¿Qué sentido tiene irme tan lejos a cenar a un sitio que no conozco cuando puedo cenar al lado de casa, donde sé lo que me ponen y encima es más barato?"

No pude responder nada, la aplastante lógica es lo que tiene, es irrefutable, porque las razones del corazón y la emoción nunca pueden rebatir a la objetividad de la propia razón... 

Y ahora que inicio una nueva etapa profesional que, sin duda, también va a afectar a mi vida personal, siempre recuerdo esta anécdota cada vez que alguien me pregunta por qué he dejado un puesto de trabajo bien remunerado, reputado y situado en la ciudad donde me he criado y vive mi familia. Cómo explicar que cambias todo eso por un trabajo en un país poco atractivo (a los ojos de muchos), donde ni siquiera sabes cómo conformarás tu vida, lo que allí te encontrarás ni en qué condiciones volverás a España.

La respuesta la tenía Andrés. No, la vida no la entiendo de forma tan racional. Quiero vivir, aprender, conocer, descubrir, enfrentarme a nuevos retos, volver a empezar de cero, porque es importante  conocerse a sí mismo, y yo sé que si hoy ya me resigno a ver cumplidos todos mis objetivos  profesionales, me consumiría y la vida se tornaría tan gris que nunca más amanecería y eso no sería bueno para mí ni para los que me rodean.

Esa es la vida tal y como yo la entiendo, y por eso acepté este nuevo reto, sabiendo que me esperan muchas horas de soledad, de carretera, de vuelos, de preguntarme qué coño hago aquí y de recordar mil y una historias de todos estos años vividos en mi tierra. Pero también consciente de que mi alma se enriquecerá, mis minutos serán más largos y volveré a saborear cada segundo que la rutina nos hace desperdiciar a diario casi sin darnos cuenta.

Cuando con 13 años mi padre me dijo que fuese al cine a ver una película, no me sentí muy atraído, la verdad. Además el título no es que ayudase mucho... aquel "Club de los poetas muertos" sonaba a rollo macabeo y si encima la recomendación venia de mi padre...

Nada más lejos de la realidad... Aquella película me marcó para siempre y aquellos versos adaptados de Henry David Thoreau se convirtieron en mi Leitmotiv... Una vez más, mi padre llevaba razón, aunque de haberlo sabido él, quizás nunca me hubiese sufragado aquella tarde de cine... Porque él, como buen padre, hoy me prefiere cerca.

Y así, hoy vuelvo a exprimir la vida, complicándomela, puede que sí, pero estoy seguro  de que cuando llegue mi hora, sonreiré y descubriré en mi lecho que yo sí había vivido.... 

6 comentarios:

  1. Amigo, q bonitas tus palabras. En la vida hay que hacer lo que dicta tu corazón y tu cabeza. No siempre coincide con la opinión de la gente, pero su tu crees que debes hacerlo, hazlo. Más vale arrepentirse de lo que has hecho a lamentarse por lo no hecho. Te va a ir genial pq todo lo que se empieza con tanta ilusión no puede acabar de otra forma que no sea genial. Un besazo y cuidate

    ResponderEliminar
  2. Amigo, q bonitas tus palabras. En la vida hay que hacer lo que dicta tu corazón y tu cabeza. No siempre coincide con la opinión de la gente, pero su tu crees que debes hacerlo, hazlo. Más vale arrepentirse de lo que has hecho a lamentarse por lo no hecho. Te va a ir genial pq todo lo que se empieza con tanta ilusión no puede acabar de otra forma que no sea genial. Un besazo y cuidate

    ResponderEliminar
  3. El pino persiste durante el invierno , manteniendo unidas sus hojas por la base en manecillas de dos, tres o cinco... los momentos duros se superan junto a la familia y a los verdaderos amigos...
    Es tu biografía, desde hace años, no vas a cambiar ahora... Aunque para mí, demasiado "desinquieto" �� ;-)
    Aquí estamos, para apoyarte.

    ResponderEliminar
  4. Gracias Rocío, en ello estamos. Muy tarde ya para arrepentirse, ahora a llevar a cabo esta aventura y sacar de ella el máximo de todo.
    Un besazo!

    ResponderEliminar
  5. Cris, como bien sabes, lo que más me duele es dejar en la estacada ahora a alguien que me necesita mucho... Cuida de ellos.... Yo ya me cuido solo! Un beso de los s nuestros!

    ResponderEliminar
  6. Poco a poco y sin darnos cuenta vamos cayendo en la trampa. No tiene porqué haber dramas, ni arrepentimientos, ni reproches... pero, es cierto que en algunas ocasiones no nos hemos sentido verdaderamente "libres" de tomar determinados caminos, o tal vez esas decisiones ya venían condicionadas por lo que era "razonable y sensato" según el criterio de otros... Aplaudo tu valentía por decidir aquello que a ojos de algunos su razón no entiende. Seguro que no es fácil, pero ningún cambio vital lo es. Con todos los pros y los contras a los que, seguro, no eres ajeno has tomado una decisión que es la mejor: la que tú has decidido... y es lo que hay. Un fuerte abrazo.P.D. La distancia une más a la gente que se quiere.

    ResponderEliminar