lunes, 8 de agosto de 2011

Bitácora de una familia feliz (1)

Hoy pienso que hace unos días, disfrutando de unos merecidos días de asueto vacacional en la playa, coincidí con unos amigos allí con los que gusta reunirse alrededor de unas cervezas fresquitas aliñadas por un pescaíto de la tierra. Como no puede ser de otra manera, la tertulia derivó por distintos campos, hasta que una de las parejas empezó a narrarnos su día a día en las vacaciones, haciéndonos ver lo lejos que quedaban de lo que cualquiera puede imaginar, ni tan siquiera intuir cuando escuchamos las palabras mágicas de playa, vacaciones y verano en la misma frase.

Cuando terminamos la sobremesa, a eso del atardecer (ya se sabe como son las sobremesas en esta época estival) no pude por menos que pedirle a mi amigo que me dejase escribir unas líneas en mi blog sobre su intensa vida veraniega, a lo que no sólo accedió sino que me volvió a narrar con pelos y señales una serie de anécdotas que darían casi para un libro. En fin, que aquí va dedicado el primero de los pequeños relatos dedicados a mis amigos, aunque quizás no sean los únicos que se reconozcan en ellos...


Disfrutábamos de un día tranquilo, en un pueblo costero, en familia, mi querida esposa, mis dos pequeñajos de 3 y 2 años respectivamente, y yo. Entiendo por un día tranquilo, de vacaciones, la rutinaria jornada que comienza casi antes de amanecer, gracias a los dos príncipes de la casa (príncipes en la acepción de Maquiavelo, no de un cuento de Hadas) que te “ruegan” (rogar, exigir… son palabras cuya diferencia ellos no entienden) que les hagas compañía en el duro trance de iniciar un nuevo día.

Tras la pelea respectiva por conseguir que se beban un vaso de leche con cola cao y dos magdalenas (previamente la tostada acabó en el suelo cayendo del lado de la mantequilla, para no dejar mal al ínclito Murphy y la leche pasó hasta tres veces por el colador por las miguitas que se colaban y la inexistente nata que sólo ellos son capaces de apreciar) procedemos a prepararles para el intenso día (hace mucho que aprendimos que si no quieres cambiarles hasta tres veces de ropa antes de salir de casa, hay que vestirles después de desayunar). La verdad, cuesta lo mismo ponerles un bañador y una camiseta que vestirlos para la boda de mi primo el de Barcelona, al menos, lleva el mismo tiempo y similar esfuerzo aunque el resultado no sea el mismo.

Tras el arduo camino hasta la playa… sí, sí, vale, lo sé, son 240 metros (los tengo contados) pero imagináos los 240 metros con un bolso colgado al hombro que incluye las toallitas, los pañales, , el bronceador, el after sun, el aceite de mi Cari, el repelemosquitos, la crema por si se escuecen, la barrita esa para los chichones, el trombocid, la… ¿qué hace en el bolso la crema antihemorroidal?, en fin, en el otro hombro, un gran bolso de playa con las toallas de toda la familia, bueno, y alguna más, porque aunque somos 4, llevamos 6 toallas, ya que, como dice mi Cari, si te tumbas en una, ¿luego con qué secas al niño? A ver si va a coger frío… Que digo yo que en agosto, a pleno rechisol y con 50 grados pegándole en el cogote, puedes coger muchas cosas, pero frío frío… pues si Cari dice que se puede coger frío, será que se puede…

Cruzado al cuello me echo una silla para mi Cari, que a la pobre le duele la espalda, además las dos sillitas pequeñas, que luego no utilizan, pero que hay que llevar por si se les antoja, En la mano otra bolsa con las mudas de los niños, porque al salir del agua hay que cambiarles el bañador… otra vez no vayan a coger frío… una camisetita más formal para el chiringuito, no se vaya a molestar el camarero si mis niños llevan la misma camiseta que se han puesto en la playa… no tendrá el camarero otra cosa en qué fijarse que si mi niño lleva algún lamparón en la camiseta...

La idea es que mi Cari lleve a los niños de la mano, por eso yo llevo esas cuatro cosillas, pero, suele suceder que al salir del ascensor, la chiquitina, que todavía anda como un patito… (muy mono, pero como un patito) se le antoja ir de la mano de su papá, y claro, a mi se me hace la boca agua, así que agarro la bolsa donde llevo el agua, las coca colas, los dulces y las patatillas fritas con la muñeca, y le cojo su dulce manita. Como es tan chiquitita mi niña, tengo que ir un poco agachadito, y dando sus mismos pasitos… Como nuestro paso es algo más lento de lo habitual, mi Cari va con el renacuajo unos pasos por delante, hasta que la pierdo de vista, ella dice que se va adelantando para ir cogiendo sitio en la playa…

De pronto, cuando ya casi no les veo, observo cómo se le cae uno de los manguitos a mi niño, sin que ni él ni mi Cari se den cuenta. Trato de aligerar el ritmo para llegar al manguito antes que nadie y recuperarlo, aunque bien pensado, ¿quién va a querer un solo manguito y tirado en medio de la calle?. Por fin llego, pero no me quedan manos, lo recojo como puedo y lo sujeto con la boca, pero con los labios, no con los dientes, no vaya a pincharlo… y pretendo seguir La Vía Dolorosa, porque con los 40 grados que ya pegan, el paso al que voy y la carga que llevo encima, sólo acierto a pensar que a ver cuándo aparece mi Simón de Cirene particular…

(Continuará)

6 comentarios:

  1. La realidad de unas vacaciones playeras, ja, ja. No obstante, es la vision de un padre. Si quieres te doy ideas de la vision de la madre con su "churri".
    Me he reido mucho, muy bueno.
    B.

    ResponderEliminar
  2. Bueno, mi principal fuente era un hombre, unido al hecho de que en mi ADN también coincide esa limitación...
    Aún así, claro que puedes darme tus percepciones y tu versión de los hechos, que no dudo que será tan "sufrida" para tí como divertida para todos...

    ResponderEliminar
  3. Tranquilo, no es una limitacion... O si, xq no podeis hacer mas de una cosa al mismo tiempo, je, je.
    Es clavado a un dia nuestro en la playa. Solo añadiria mas puntos de vista.
    Por ejemplo, mi pequeño petardo se empeña en madrugar y, claro, todos para arriba. Mientras preparo su desayuno (por "exigencia"), entro y salgo 25 veces de la cocina y una de ellas... Me mira y dice muy triste "has muerto a Marina". Miro al suelo y veo a la pequeña caracola q guarda desde ayer espachurrada debajo de mi suela. Tratando de aguantarme la risa x la situacion, le explico q ha sido sin querer, pero su rostro me mira fijo sin creerlo y sigo aguantando la risa. La pequeña llora. Bibi y sigue llorando. Mi churri se ofrece gustoso a bajarles a la playa "para quitarmelos del medio". Barro, pongo lavadora, hago camas... ¿Como puede haber arena aqui? Barro otra vez. Me hago un moño y... Cuando voy a bajar, pluf, la regla. Bajo corriendo para pillar algo de sol. Llego y lo primero es el saludo de mi churri: "mira q sois pesadas las mujeres". Por fin me tumbo y la peque llora. ¡Vaya! Le esta saliendo una muela (al menos es la ultima q le queda x salir). Se calma, me tumbo, el mayor: "Mami me quiero bañar contigo". Entro en el agua rapido (todo un esfuerzo para mi), pero no hay mas opcion, puesto q me esta salpicando. Yo sonrio como si fuera gracioso,para compensar lo de la caracola. Me tumbo, la peque tiene hambre. Saco el bolso magico q todo lo tiene y le doy un platano. Me tumbo, el mayor quiere agua. Me tumbo, mi churri dice q parece q a los niños se les estan quemando los hombros, bolso magico, crema... Me tumbo, el movil, mi hermano (¿Lo cojo? ;). Me tumbo, mi churri: "es muy tarde". A guardar millones de juguetes previamente enjuagados, toallas sacudidas, bañadores secos... Llegamos: niños a la bañera, comida ("exigen" los pequeños monstruos) y mi churri me mira y dice: "pues no se te ha pegado mucho el sol" mientras va soltando arena x la casa, grrr.
    Continuara...

    ResponderEliminar
  4. Yo sencillamente aborrecí la playa cuando los míos tenían esa edad, como arena, suelto arena, cago arena...y qué bien lo pasan, más arena...
    Ahora ya vuelvo a disfrutarla un poco. Mas por resignación q otra cosa, olvídate de tumbarte, olvídate de que se barra solo, se pongan las lavadoras solas o aparezca la comida hecha, no, no... como dice una amiga yo "vacaciono" con mis hijos que están de vacaciones, no veraneo!!

    ResponderEliminar
  5. Está claro que la playa es un mundo machista!!

    ResponderEliminar
  6. Desde luego los puntos de vista son distintos, pero el fin es el mismo... y la moraleja también... “Sólo cuando meditamos lo que nos cuestan nuestros hijos, empezamos a darnos cuenta de la deuda que tenemos contraída con nuestro padres”

    ResponderEliminar