martes, 30 de octubre de 2012

No volveré a correr nunca más...hasta la próxima

“No pude caminar durante una semana, después de tanto que la carrera sacó de mí. Pero fue el agotamiento más agradable que he conocido”
Emil Zatopek



Hoy pienso que ayer corrí de nuevo una media maratón. A pesar de que ya llevo unas cuantas, la sensación previa sigue siendo la misma que el primer día. Nervios y algo de incertidumbre ante el comportamiento de tus piernas, ya que aunque sabes que darás el máximo, nunca tienes la seguridad de que tu cuerpo hará caso a tus propias ganas.

Como digo, la de ayer no fue mi primera media maratón, sin embargo, al terminar recordé la última carrera que había realizado, una maratón de montaña.

Aunque llevo ya casi 4 años corriendo, mi experiencia en todo este tiempo se ha limitado a eso, correr de manera más o menor regular, sin entrenos ni nada por el estilo, sino al más puro estilo Forrest Gump, ya sabéis: “Aquel día, sin ninguna razón en particular, decidí salir a correr. Corrí hasta el final del camino, y cuando llegué, pensé que tal vez podía correr hasta el final del pueblo. Y cuando llegué…”

Así, cuando hace unos meses me enteré de que había una carrera de montaña, pensé que era una buena oportunidad para intentar dar el salto a la Maratón. Y así, con la imprudencia e insensatez que me caracteriza, me inscribí, me compré una mochila y unas zapatillas especiales y allí me presenté dispuesto a correr mi primera Maratón y además de montaña, pensando que correr por carriles de arena no sería tan distinto que correr por una carretera.

La carrera empezó como esperaba, mucha gente, un ambiente desenfadado y lleno de alegría, lo cual siempre anima. Pronto salimos de la ciudad y nos desviamos hacia la montaña, donde los carriles se fueron achicando hasta forzarnos a ir en fila india. Bueno, es lo que imaginaba, algunos tramos por montaña deben ser así, ya me advirtieron que esto era duro. De momento el ritmo era el adecuado, incluso me preocupaba ir más rápido de la cuenta porque la carrera iba a ser larga.

Cuando ya llevábamos algunos kilómetros en las piernas, llegó el punto de inflexión, aunque entonces no lo sabía. Un desvío, los que corren la media maratón siguen el carril hacia la derecha, los demás, para arriba... ¿para arriba? !Pero si sólo hay rocas! La indicación era clara, te mandaba directamente a lo alto de la montaña con un cartel que decía “Zona técnica”. Ummm, bonito palabro que hasta entonces desconocía y que ya nunca olvidaré.

Resulta que las “zonas técnicas” son aquellas en las que hay que emplear más habilidad que velocidad, es decir, que no hay opción de correr, sino que son zonas rocosas, salvajes o sin un claro camino que seguir, ya sea cuesta arriba o cuesta abajo, y por tanto, la pericia y habilidad del corredor es lo que cuenta.

El caso es que de pronto me vi sólo, corriendo por mitad del monte, entre hiérbajos y piedras, con el único rastro de las balizas que, colgadas de árboles o arbustos te iban indicando el camino.

Imagino que la novedad, el paisaje inmejorable y la propia incertidumbre de saber qué vendría después me hicieron más fácil esos primeros 20 kilómetros, porque aunque duros, no se pasaron tan lentos. Sin embargo, a un kilómetro escaso del primer avituallamiento serio, en el ecuador de la carrera y en pleno descenso, mis cuádriceps se agarrotaron y lo que venía siendo una molestia durante unos cuantos minutos previos se convirtió en un bloqueo seco y repentino que me impedía siquiera doblar las piernas. Afortunadamente el terreno era asequible y aunque la cuesta abajo no ayudaba porque todo el peso se cargaba sobre los pobres músculos del fémur, llegué como pude al avituallamiento.

Al parar para alimentarme e hidratarme me encontré con mi amigo Antonio, un verdadero crack en esto de las carreras Extreme, y supongo que debido a mi aturdimiento, al verlo pensé, “vaya, debo ir muy bien para haberlo pillado”. Seguidamente él me aclaró que, desgraciadamente, se había tenido que retirar por una lesión muscular… En ese momento me reí de mi inocencia, ya que era imposible que yo pudiese haberle dado caza… Lo sentí por él, porque siempre duele abandonar una carrera, sobre todo por una lesion, pero cuando encima eres un cuasi profesional y le dedicas tanto esfuerzo a preparar este tipo de pruebas, joroba aún más renunciar a la meta.

Tras recobrar energías, comencé la segunda parte de la carrera, y a los pocos metros, una primera cuesta arriba algo pronunciada constató lo que ya había percibido, los músculos de mis piernas no estaban preparados para esa paliza y unos primeros calambres me hicieron caer al suelo y pensar en la retirada. “No puedo seguir, lástima” pensé.

Por detrás llegaba otro corredor que al verme paró y comenzó a ayudarme a estirar las piernas. Dándome ánimos me explicó que eso era normal, y que tratase de continuar, porque el cuerpo es caprichoso, y que seguramente en poco tiempo me sentiría mejor. Ante mi sorpresa, este chico decide acompañarme a un ritmo de trote “cochinero”. Leo, que así se llamaba, no dejaba de alentarme, y desde luego, en esos momentos, si él no hubiese estado ahí, seguro que habría dejado la carrera.

Sin embargo, la experiencia es un grado, y tal y como Leo predijo, volví a sentirme mejor, justo en el momento en que nos tocaba subir una montaña por mitad de un corta fuegos, la parte más dura de la carrera y que sin duda fue un varapalo psicológico. El cordobés Leo iba delante, “no mires para abajo”, “vamos, ya queda menos, !respira!” y así conseguimos, sin aliento y casi sin piernas, llegar arriba.

Lo cierto es que mi ritmo fue in crescendo, y esta vez fue Leo el que me pidió que lo dejase atrás, yo a él, ya que una torcedura de tobillo le hizo bajar el ritmo y en ese plan prefirió no forzar “tira pa´lante ahora que has cogido ritmo sino te vendrás otra vez abajo” me dijo.

Llegué a los 30 kilómetros, sólo, por barrizales debido a las lluvias de días anteriores y divisando unos paisajes indescriptibles, cuya belleza sólo se difuminaba por el desgaste físico que estaba sufriendo. Fue entonces cuando, de nuevo bajando, sufrí otro calambre. Esta vez no pasaba nadie que me ayudase, quedaban poco más de 10 kilómetros y estaba en mitad de la nada, no había posibilidad ni siquiera de retirarme, al menos hasta el siguiente punto de avituallamiento.

Me incorporé como pude, y seguí bajando con dos palos tiesos en lugar de piernas y entonces divisé dos voluntarios. Estuve tentado de decirles que lo dejaba, pero entonces pensé que aquella era una oportunidad única de vencerme a mi mismo, de superarme y me dije, en voz alta  “si consigues llegar hoy, podrás conseguir lo que te propongas”. Por suerte seguía solo y nadie me oyó hablarme a mí mismo, pero el caso es que funcionó y conseguí reponerme y continuar la carrera.

A partir de entonces no dejé de animar a mis cuádriceps, especialmente al izquierdo, que era el más tozudo, y con frases como “venga, bonita, que queda poco” o “venga joder, no nos dejes tirados a tu hermana y a mi” y otras tonterías que se quedarán sólo para nosotros... hata que conseguí llegar al km. 38…

En ese momento y en mitad de unos olivos, de nuevo los calambres se hicieron insoportables (literalmente) incluso llegué a llorar no sé si de dolor o de rabia, por ver la meta tan cercana y que mis piernas me dejasen tirado tan cerca de la meta.

Entonces dos corredores que me dieron caza de nuevo se pararon y me ayudaron. Con algo de estiramientos y un poco de masajes me puse en pie y comencé a caminar. “Venga, vamos andando, que al menos así llegas”. Me quedé tan alucinado de que aquellos dos granadinos dejasen de correr para acompañarme y conseguir que llegase a la meta que mis piernas reaccionaron y aunque lento, les pedí que no dejasen de trotar por mi culpa.

Es raro esto del organismo, porque curiosamente a falta de 2 km. me empecé a encontrar bien otra vez, y así conseguí incluso hacer un pequeño sprint en los metros finales, lo cual me ayudó a quedar como un héroe ante mis chiquitines que me esperaban allí, en la meta, vitoreando mi nombre…

Y así fue mi primera experiencia en una maratón de montaña. Donde aprendí muchas cosas, por un lado uno se conoce más a sí mismo, llega donde cree que nunca llegaría, y aunque los que me conocen saben que para bien y para mal, a cabezón y picapino no me gana nadie, el esfuerzo y la superación sirven para conocerte más a ti mismo. Cuando uno está allí, en el silencio de la montaña y con el único motor de tu respiración, son muchos los pensamientos que se intercambian tu cerebro y tu corazón fluyendo sentimientos y mezclándose con recuerdos y pensamientos.
Sin embargo, lo que más me impresionó de aquel día fue descubrir tanta generosidad y tanta solidaridad por parte de otros participantes, que desde luego, te hacen ver el mundo de otra manera. Existe la amistad incluso entre personas que nunca se habían visto antes. Existe la caballerosidad, el desinterés y el altruismo, y así, cuando llegas a la meta y te crees John Rambo, porque verdaderamente no sientes las piernas , es entonces cuando hallas una alegría interior por lo que has conseguido, porque has triunfado y sobre todo, porque en un deporte tan individual y solitario como éste, eres consciente sólo lo podrías haber conseguido con toda esa ayuda que recibiste de tus compañeros.

Terminé tan exhausto que en la línea de meta dije exactamente lo mismo que Grete Waitz cuando ganó la maratón de Nueva York: “Nunca correré esto de nuevo”... Por cierto, Grete Waitz, ganó 8 maratones más de Nueva York...



jueves, 25 de octubre de 2012

Armstrong no estaba solo

Hoy pienso que ya he escrito varias veces sobre el controvertido tema del doping. Hasta ahora había defendido a atletas como Marta Domínguez, a la que luego la justicia exculpó, o Alberto Contador, que por una cuestión de nanogramos sufrió una sanción, en mi opinión, exagerada.

Alguien, sobre todo un francés, podría pensar que mi patriotismo me ciega. Sin embargo, hoy me toca hablar de un ciclista que nunca me ha caído bien, Lance Armstrong.

Como todos sabéis, esta leyenda del ciclismo acaba de ser desposeído de todos sus títulos, o casi todos, ya que le han dejado tan sólo un Campeonato del Mundo, la Clásica de San Sebastián y la de la Flecha Valona, un curriculum bastante escaso para el que fue hasta hace poco uno de los mejores ciclistas de todos los tiempos.

Según parece, y así lo declara probado la USADA (la agencia antidopaje norteamericana), Armstrong no sólo se dopaba, sino que tenía montada la mayor red de dopaje de la historia del ciclismo, lo que incluía no sólo sustancias dopantes, transfusiones de sangre o médicos especializados a su servicio, sino que también se trataba de amaños de etapas y hasta chivatazos previos a controles antidoping.

Vamos a ver, Armstrong era un ciclista normalito, que había ganado un par de clásicas y hasta un campeonato del mundo, y de buenas a primeras, tras sufrir un cáncer testicular con metástasis en el cerebro y pulmones y que logró superar con éxito, vuelve a la bici un hombre distinto, un supercampeón que arrasa con todo y con todos cada vez que se monta en la bicicleta. Todos sospechábamos que algo raro pasaba. ¿Cómo era eso posible? Vale, se hablaba de su capacidad de superación y su fuerza de voluntad… pero seamos serios, en los deportes de alto nivel, las aptitudes fisiológicas tienen mucho que ver, y es que por mucho que se empeñen Oliver y Benji, por horas y horas de entreno que eches, si no hay más que dar, no sacarás más.
Por eso digo que nunca me cayó bien. Se trataba de un hombre que alardeaba de su fuerza física y su motivación cuando estaba claro que recibía “ayuda exterior”. No obstante, siendo justos, la realidad es que pasó más de 500 controles y nunca dio positivo. Se retiró del ciclismo sin una sólo mancha oficial sobre su posible dopaje.

Sin embargo, durante todos aquellos años de éxito, sí que existieron rumores y denuncias sobre su utilización habitual de sustancias dopantes, algún libro que contaba los secretos del ciclista, una denuncia de una aseguradora que se negaba a pagarle la indemnización porque aducía tener pruebas de su dopaje o su eterna guerra con el diario L’equipe, que siempre le acusó de ir hasta arriba de EPO y otras sustancias ilegales, llegando incluso a escribir que dio positivo en un control antidoping.

El caso es que su carrera siguió adelante y llegó a ganar 7 tours de Francia con el beneplácito de todos los Organismos, UCI incluida. Y es ahora, una vez retirado, cuando sacan a la luz una investigación por la que, con la única prueba de testimonios de compañeros y otros corredores,  le sancionan quitándole todo lo que ganó.

No trato de defender a alguien de quien siempre he mantenido que era un tramposo. Pero lo que es cierto es que no lo pillaron... o no lo quisieron pillar. Hoy no hay pruebas concluyentes, tan sólo testimonios, (pruebas circunstanciales, que diría Grissom del CSI) muchos de los cuales se van a beneficiar de sus acusaciones para recibir un castigo más benévolo.

Es una vergüenza que la UCI hable de limpiar el ciclismo castigando a alguien a quien nunca fueron capaces de pillar. ¿O es que no quisieron? Como decía antes, el diario L’equipe ya denunció un supuesto doping de Armstrong en un control y fue la UCI la que lo exculpó, no sólo sosteniendo su inocencia sino cargando contra la AMA (Agencia Mundial Antidopaje) por haber filtrado el control al periódico francés.

Con el caso de Armstrong quedan muchas dudas sin resolver: ¿Quién avisaba a Armstrong de los controles sorpresa para que estuviese preparado y así superarlo? ¿Cómo amañaba etapas? ¿Cuánta gente del Tour, la UCI o la AMA, entre otros organismos estaba involucrada en esta macrotrama?

La propia validación de las pruebas testimoniales contra Armstrong y su sanción suponen un reconocimiento implícito por parte de la UCI de su responsabilidad, de ellos y de todos los dirigentes del ciclismo. El propio presidente de la AMA, John Fahey, ha declarado que “todos los ciclistas se dopaban en la era Armstrong”.

Entonces… ¿desposeemos a un ciclista de todos sus títulos sólo porque otros compañeros lo han acusado? ¿Acaso hay más pruebas, pero no han salido a la luz por miedo a que la mierda salpique a más gente?

Si Armstrong es sancionado sólo por el testimonio de sus ex-amigos y ex-compañeros no es justo, jurídica ni moralmente. Si, en cambio, hay más pruebas, como se reconoce con la boca chica, entonces, tendrán que salir a la luz, conocerse y exigirse más responsabilidades, a todos los niveles, no sólo a pie de rueda.

Mientras tanto, yo me seguiré llevando bien con mis amigos, no vaya a ser que alguno me denuncie por copiar en un examen de filosofía en 3º de BUP y me quiten todos mis títulos desde entonces…

martes, 16 de octubre de 2012

Más molinos que Quijotes

Hoy pienso que soy un observador frustrado. Me refiero a que me gusta observar y escuchar. El problema es que al final, aunque no me lo proponga, acabo tomando partido y participando. Mal corresponsal de guerra sería yo, eso seguro.

Es curioso lo que George Lakoff denunciaba en su libro “No pienses en un elefante”. Para él los Republicanos eran unos genios del marketing y la comunicación y animaba a los Demócratas a seguir su ejemplo y aprender a vender la moto, aún cuando no arrancase.

Igual ocurre en otros ámbitos. Los musulmanes exigen respeto a sus creencias amenazando con matar a aquel que no lo haga. Dicho así suena muy fuerte, pero el caso es que funciona, hasta el punto de que el Presidente Norteamericano salió hace poco criticando a los autores de una película en la que no dejaban a Mahoma muy bien parado. Hace unos años, yo no vi a ningún Presidente criticar “La última tentación de Cristo”, y creo que a los católicos tampoco les hizo mucha gracia…

En España tenemos casos similares. Estos días, la moda es el independentismo catalán. Aprovechando el tirón, en TV3 emitieron un reportaje en el que un escritor cogía una pistola y, como gracieta, se ponía a disparar a distintas caricaturas como las del Rey o la de un conocido periodista de El Mundo, explicando, según la gravedad de sus “delitos”,si merecían morir o "sólo" recibir un par de tiros. Cuando lo leí, lo primero que me vino a la mente fue: ¿Alguien se imagina si esto mismo lo hubiese hecho, por ejemplo, Sánchez Dragó en la 2 de televisión? Pues imaginad, imaginad…

Ya sabéis, uno puede manifestarse en la calle sin autorización previa, quemar contenedores y destrozar los coches que pille a su paso, pero !ay del policía fascista y autoritario que ose utilizar su porra contra uno de ellos…!

Anoche yo tuve una situación algo kafkiana precisamente con el tema catalán. Un comentario sin mala intención y lleno de humor que escribe una amiga en el Facebook y varias respuestas de su prima, catalana independentista (hija de jienenses, por cierto). Esas respuestas llevaban un claro tinte despectivo y altanero hacia el andalú.

Al verlo, no pude evitarlo, lo siento, pero mi ironía se vistió mordaz, educada (eso siempre) pero inundada de sarcasmo, y mi contestación apareció como un tsunami en un desierto al que no se le espera.

El caso es que lo curioso del asunto fue la reacción de alguna amiga, la cual me reprochó en privado mi comentario, porque le podía haber sentado mal y !quién sabe si hasta enfadado!. “Pero ella os faltó al respeto a vosotras”, les comenté. “Sí, pero nosotros ya la conocemos, ella es así” Fue su contestación, “además, no tenemos ganas de peleas ni historias, dejemos las cosas estar”.

El caso es que me fui a la cama dándole vueltas al tema. Imagino que así es la vida. Una persona puede ser peyorativa con otros, mostrarse altiva y hasta despótica, pero ojo con hacerle sentir mal, no vaya a ser que se moleste y rompa la paz y armonía existente… Deja a los musulmanes extremistas tranquilos, dale a los catalanes lo que pidan, sea o no justo, deja que los Etarras gobiernen si así no matan (de momento...) y por supuesto, deja que tu vecino ponga la basura en tu descansillo, no se vaya a enfadar…

Si Don Quijote levantara la cabeza, no daría abasto con tanto gigante, mientras tanto, algunos nos pasamos el día dándonos de bruces contra tanto molino de viento…

miércoles, 10 de octubre de 2012

Un ataque de sentido común

Hoy pienso que la crisis tiene muchas cosas malas, pero también alguna buena. Ya dijo el guapo de Kennedy aquello de que oportunidad y crisis comparten caracteres en chino (aunque según parece no es del todo correcto).

El caso es que hoy leo en el periódico que la Junta va a implantar una medida llena de sentido común. Lo curioso es que la propia Consejera de Educación se disculpa por adoptarla y se justifica en que las arcas están vacías (por cierto, que si están vacías será por su mala gestión en los últimos 30 años, ¿no?)

Resulta que en Andalucía, a todos los niños de 5º de primaria se les entregaba un ordenador portátil para que pudiesen realizar sus tareas. Así, sin más preguntas o exigencias de uso. Sin acuses de recibo ni plazos de devolución.

Ayer, la Consejera de Educación, Mar Moreno, anunció que se veían obligados a reducir a un tercio el número de ordenadores entregados, pero lo que es más importante, que los aparatos no se entregarán al niño de forma personal, sino a cada Centro Educativo, de forma que la titularidad corresponderá a éste y será el Colegio el que se encargue de su cuidado, esto significa que, ahora sí, cuando se entregue a un niño un ordenador portátil, éste tendrá que responder de su uso, mantenimiento y su devolución, ya que, al no haber para todos, los portátiles irán rotando entre los niños a lo largo del curso, aunque la  propiedad de los ordenadores será de los propios colegios, siendo los encargados de velar por el buen uso y disfrute de los mismos.



Bueno, es triste que para llegar a esto hayamos de pasar por una situación económica tan crítica, pero es un buen ejemplo para ver las barbaridades que en tiempos de bonanza se han cometido. Se daba un ordenador a un niño de 11 años y nadie pedía cuentas, total, si el dinero público no es de nadie… Claro, que sabiendo esto ya me explico por qué el otro día me encontré a un ordenanza de un Organismo Público navegando con un de estos portátiles verdes… y dudo mucho que esté matriculado en 5º de la ESO…

Ahora que la Junta va a ser rescatada, igual sigue teniendo ataques de sentido común y sigue implantando medidas de este tipo, aunque luego se disculpen y dejen entrever que ya volverán a gastar como antaño, que parece que es lo que les gusta… mientras tanto, quién sabe, igual les da por exigir que para tener derecho a la Beca Segunda Oportunidad (400 € al mes al joven que se matricule de Enseñanza Secundaria) sea requisito algún tipo de resultado… no ya sobresalientes, pero que al menos que el becado acuda a clase o incluso, y si no es mucho pedir… que apruebe el curso…

viernes, 5 de octubre de 2012

Sin educación da igual el arma

“Las armas tienen por objeto y fin la paz, que es el mayor bien que los hombres pueden desear en esta vida”
Miguel de Cervantes Saavedra



Hoy pienso que he leído en las noticias que un joven español, quería repetir la matanza de Columbine mediante la colocación de bombas caseras en la Universidad de las Islas Baleares.

El chaval se había hecho con 140 kilos de sustancias explosivas y químicas, tales como amonio nitrato con nitrógeno, sodio sulfuro hidrato, ácido nítrico o ácido sulfúrico entre otras.

Al leerlo, me he venido a la mente el debate sobre la legalización de las armas que surge cada vez que un perturbado se lía a tiros en los USA. Que si esto no ocurriría si estuviesen prohibidas, que si es una barbaridad que todo el mundo tenga acceso a una pistola...
Bueno, solamente en España tenemos, desgraciadamente, bastante experiencia en la fabricación de bombas caseras, ya que la bastarda ETA siempre emplea bombas hechas por ellos mismos, algunas tan cutres que afortunadamente no estallaron y otras, más afortunadamente todavía, les llegó a estallar en las manos mientras la fabricaban.

Sé que es un tema controvertido, y que sin armas parece que la vida sería más fácil y segura. Ya lo dijo aquel pacifista: “Sin ejércitos no habría guerras”, aunque claro, el que lo dijo no tuvo en cuenta lo que le pasó a Polonia cuando le dijo educadamente a Hitler que esa noche le dolía la cabeza…

El caso es que en España, donde están prohibidas las armas, salvo licencia previa, tenemos 339 denuncias diarias por violencia machista, más de 100.000 delitos contra la vida y la integridad de las personas al año y más de 3 muertes violentas por cada mil habitantes, lo que nos sitúa como el Estado más inseguro de la UE.

Cuando la gente me habla de la inseguridad americana, siempre recuerdo cuando en mi Instituto americano la policía hacía controles sorpresa por la mañana. No había redada en la que, para mi inocente asombro, no se incautasen varias pistolas.  Sin embargo,en toda mi estancia en aquel instituto, nunca vi a nadie utilizarlas o siquiera empuñarlas, y os aseguro que vi peleas, más de las que me hubiese gustado ver, pero siempre con los puños y basados en una especie de código ético por el que se atizaban en igualdad de condiciones, es decir, "a tortas, pues a tortas", cosa que aquí en España, donde también he visto peleas, no ha sido así, ya que he visto utilizar tubos y botellas, navajas e incluso amenazas con pistola en mano.

Por seguir enumerando, diré que Méjico, país donde sabéis que la seguridad es sólo una palabra que figura en el diccionario, las leyes sobre las armas son de las más estrictas del mundo, con penas muy severas incluso para faltas menores.

Suiza, país famoso por su neutralidad y pacifismo, sorprende con un 30% de habitantes que guardan una pistola o escopeta en su armario, y sin embargo se encuentra en el top ten de los países más seguros del mundo.

Llama la atención que el 90% de los muertos por disparos allí corresponda a personas que se suicidan. Perdonadme el cinismo, pero no deja de ser positivo que puestos a quitarse la vida, mejor que lo hagan en el salón de su casa sin perjudicar ni dañar a terceros.

Sé que las comparaciones son odiosas, sobre todo porque es muy fácil buscar el dato adecuado en que apoyarte. Sin embargo, si aquí lo he hecho es porque creo que salta a la vista que el problema no son las armas en sí, sino el que las porta, o lo que es lo mismo, la educación y la formación ética de los ciudadanos.

Creo sinceramente que la solución no está en la restricción de libertades sino en la prevención y en la educación, entre otras cosas porque, como siempre, establecer la línea roja es complicado y puede dar lugar a situaciones absurdas, como el hecho de que en Alemania una almohada puede ser considerada como “un arma pasiva” o que en China una mujer engañada por su marido, puede legalmente matarlo, pero solamente con sus propias manos, nada de pistolas, claro.
En España también es muy frágil la línea roja. Así por ejemplo, no puedes portar una navaja por la calle de más de 11 cm. si no se justifica su uso, así que imagino que si te pones un chaleco sin mangas y unas botas de agua, siempre puedes decir que vas a pescar. Respecto a las pistolas y escopetas, su tenencia ha de ser autorizada mediante licencia, sin embargo, si la posees y le dejas usar tu escopeta a un niño de 11 años, tan sólo te caerá una multa administrativa, sin siquiera existir un delito por imprudencia aunque el menor resulte herido por accidente (que se lo digan a Marichalar y al pobre de Froilán).

Siguiendo los argumentos de los que en caliente hablan tras masacres como la de Columbine o la más reciente, que tuvo lugar en un cine en Colorado, sobre la relación causa-efecto entre masacre-pistola, imagino que ahora en España se abrirá el debate sobre prohibir la asignatura de química en los Institutos, ya que los adolescentes pueden aprender que mezclar determinadas sustancias puede causar una explosión…

Quién sabe, quizás también alguien piensa que habría que censurar “El Hormiguero”, que muchas veces nos descubren las maravillas de la ciencia a través de experimentos químicos…