domingo, 29 de noviembre de 2015

El Premio Gordo y de Navidad

Hoy pienso que el Premio Gordo de Navidad tiene los días contados. Atrás quedará el calvo en blanco y negro, el camarero del "Bar Antonio" al que todos queremos de amigo y el recién nacido Justino con sus maniquiés.

Y es que nos costó mucho tiempo y esfuerzo acabar con las rencillas sangrientas que mataron tantas vidas y esperanzas en nuestro país. 

Sin embargo, gracias a la responsabilidad y conciencia de muchos hombres y mujeres y, sobre todo, a sus ganas de vivir en paz y armonía, a finales de los 70 España volvía a ser una. Aquella sensata generación se fue haciendo mayor y los niños de entonces, empezamos a aburrirnos de la salud pacífica de una España tranquila, y es que, como decía Antonio Machado, en España, de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa, será que pensar es más aburrido que embestir.

Y así, poquito a poquito, con un nacionalista por aquí, un corrupto por allá, varios iluminados con micrófonos que gritan y algún que otro vengador de ancestros a los que ni conocieron, entre todos hemos conseguido enfangar de nuevo nuestra querida patria. Como me decía el otro día un ocurrente e indignado amigo de codo en barra, "es cierto que una ardilla ya no puede recorrer España de un extremo a otro yendo de árbol en árbol, pero que no pierda la esperanza, porque  si probase a hacerlo saltando de tonto en tonto, llegaba a los Pirineos sin tener que parar ni a comprar tabaco".

Hoy la sempiterna cantinela catalana, aquella que ya el sabio refunfuñón de Unamuno catalogaba de chifladura de exaltados echados a perder por indigestión de mala Historia, cobra carácter de Estado de nuevo escupiendo más lejos que nunca, aunque por suerte, sin  fusiles, quiero pensar que por sentido común y que no sea únicamente por carecer de ellos.

En Madrid, a falta de ideas para hacer una ciudad mejor, no faltan las peregrinas, pero se venden al mejor postor. Madres limpiadoras, universitarios con escoba y multas improvisadas en pro del medio ambiente no han sido suficientes. Ahora, nada mejor que revolver aquella España dividida y rememorar, o más bien reescribir la Historia, apostando por cambiar el nombre de 160 calles de Madrid.

Lo siento por la Alcaldesa, pero llega tarde, no es la primera en proponer una medida tan inútil como absurda, quizás por eso, retiró la propuesta a última hora, o puede que fuese al explicarle que en algunos sitios, como Jaén, otra alcaldesa, de cuyo nombre no quiero acordarme, la tomó con el mapa e hizo una ciudad mejor, más serena y más limpia, donde el parque de la Victoria ahora es el parque de la Concordia, la calle del Santuario pasó a tener nombre de escritora y donde todos los alcaldes que rigieron durante 40 años desaparecieron del callejero... hasta la Cruzada pasó a ser la calle de la Reconcialición, no se fuesen a sentir ofendidos nuestros hermanos los turcos por aquellas batallitas de hace 1.000 años...

Y ahora, turno para la corregidora del Condado, es momento de tomar la palabra, porque en estos días de pantalla y Hashtag, uno no existe si cada día no goza de su TT de gloria.

Y por eso, porque a río revuelto, ganancia de pescadores, nada como embrollar a los españoles, que dicho sea de paso, para eso somos facilones. Y pusieron el ojo en la Navidad, aunque ya lo intentaron antes con las procesiones y algunos hasta con Don Carnal. 

Navidad suena a cálido frío, a Corte Inglés encendiendo sus luces, a Freixenet y sus doradas bailarinas, al turrón del Almendro volviendo a casa con lagrimita incluida. Siempre estará Edu felicitándonos por teléfono, o Chencho haciéndonos pasar un mal rato perdido por las calles de Madrid mientras el pobre abuelo Isbert se desgañita gritando su nombre. 

Los Cristmas por carta casi se han jubilado, y ahora son los wassups los que se imponen. Las bombillas se han convertido en Leds y los chinos venden árboles  a 10€ con las luces incorporadas. Sin embargo, la Navidad sigue siendo de todos, una excusa para ser un poco más feliz, una justificación para reunirte con amigos y con tu familia. Un pretexto para pararte por la calle y darle dos besos a aquella amiga a quien, por las malditas prisas, siempre despachas con un frío hasta luego.

Las gran duda sobre cuándo empezar a utilizar el "Feliz Navidad" al encontrarte con el vecino en el ascensor, sólo se ve superada por la nunca resuelta cuestión del día en que ya no debes seguir felicitando el año nuevo. 

Los Belenes vivientes, los peces en el el río, el niño disfrazado de pastorcillo camino del colegio, aguinaldos que eran de peseta convertidos a Euros, la llamada de rigor al primo de Cuenca, Mecano cantando las campanadas, Martes y 13 repitiendo su empanadilla, los niños de San Ildefonso, el recuerdo de los que ya no están...

Y entonces llegó la Colau, y decidió llamar a la Navidad "solsticio de invierno" en un intento de hacer que estas fiestas sean de todos, porque según parece, la Navidad pertenecía sólo a  nos pocos. 

Y es ahora,en estas fechas en las que todas las discusiones laborales se limitaban a elegir el restaurante para la comida. Donde la diatriba familiar era si comer otra vez cochinillo y la polémica con los amigos era si en fin de año salías de cotillón o mejor hacías una fiesta en casa, llegan la Colau y la Carmena y engrasan aquellos fusiles que tanto daño hicieron y vuelven a tratar de revolver España. Elije tu bando, ¿eres de la Navidad o del solsticio?. Pero por si acaso, ellos ya venden su marca, y te recuerdan que la Navidad es sólo para católicos, es el solsticio (palabreja que hasta hace poco sólo conocían los astrólogos) la festividad de todos, esa que "ponen en valor los valores de todos", y es que por hacer, hasta la redundancia la hacen válida, oiga. 

Y vuelvo por donde empecé, a nuestro Premio Gordo de Navidad, aquel con más de 200 años de antigüedad, y que sospecho que también se tendrá que eliminar. Y es que, bien pensado,  no puede ser de Navidad por ser un concepto religioso, tampoco puede llamarse Gordo, porque es discriminador y hace apología de la anorexia, y ni tan siquiera deber ser un premio, porque convertiría a un obrero de clase en un rico capitalista... 


"En Estados Unidos no se acuerdan de la guerra con España de 1898. Lo más viejo allí tiene diez años".  
Woody Allen

jueves, 5 de noviembre de 2015

De Babel y uno de los cerditos

 "Y el Señor descendió para ver la ciudad y la torre que habían edificado los hijos de los hombres. Y dijo el Señor: He aquí, son un sólo pueblo y todos ellos tienen la misma lengua. Y esto es lo que han comenzado a hacer, y ahora nada de lo que se propongan hacer les será imposible. Vamos, bajemos y allí confundamos su lengua, para que nadie entienda el lenguaje del otro".
Génesis 11:5-7

Hoy pienso que según cuenta la Biblia, al principio de los principios de los principios sólo existía un idioma de carácter universal. Los hombres, en su ignorante arrogancia, empezaron a planear la edificación de una ciudad y de una torre que fuera muy alta, que pudiera tocar el cielo y que los hiciera famosos, pasando incluso sobre su propio Dios, Yahvé.

Para la gran edificación realizaron ladrillos y no ocuparon piedras como se acostumbraba, utilizando betún en vez de argamasa; cocieron los ladrillos al fuego y empezaron la construcción de la torre. 

Y claro, su Dios se enfadó, se levantó y con un sólo gesto hizo que cada uno hablase una lengua diferente. Imaginaros ese momento, cuando uno trataba de pedirle al otro un poco de agua, ese que hasta hace un minuto era su amigo, y ahora no hacía más que escupir sonidos inteligibles de su boca. es como si ahora, fueses a la provincia de al lado, a tan sólo unos kilómetros de distancia y en un bar el camarero, que habla tu mismo idioma, se empeñase en hablarte en otro distinto... o peor aún, imaginad que vívís en el barrio de siempre, y te obligan a cambiar el letrero de tu tienda para traducirlo a un idioma distinto al que siempre hablaste, una locura, ¿verdad?

Nosotros no necesitamos enfadar a ese Dios, nos valemos por nosotros mismos. Érase una vez una España en la que todos hablábamos el mismo idioma, no había problemas de entendimiento, uno podía viajar del Cabo de Gata al de Finisterre (que diría Da Rosa) y pedir la misma cerveza... Y entonces ocurrió, alguien se levantó y con un sólo gesto empezó a jugar a ser Dios.

Empezaron los catalanes, luego vinieron los gallegos, los Vascos no querían ser menos y llegaron más lejos, inventando un idioma tan difícil de hablar para ellos como para un polaco, entonces los valencianos dijeron que ellos también querían ese privilegio... y los Balearicas, y los asturianos. Y es que ahora, si no tienes un idioma propio, no eres nadie... singularidad histórica lo denominan algunos.

Los aragoneses han tardado un poco más en darse cuenta, pero por fin el PSOE ha visto la luz y ha decidido apuntarse al carro de Babel, para ello, inspirados en Goebbels, ¿quién no tira ahora de Goebbels? anuncian que el aragonés, o mejor dicho, la fabla aragonesa, que así suena más auténtico, se va a convertir en lengua vehicular para la Educación Primaria e Infantil.

Y yo, como buen andaluz, tiemblo... porque conozco a nuestra Susanita y ella no es menos que nadie, y mañana nos pone a estudiar andalú... y si tirito no es por miedo al andalú, sino porque en Andalucía tendríamos que patentar al menos 10 andaluces diferentes, dependiendo de si me coges a un andaluz de Chiclana, uno de las Alpujarras o de Antequera.

Claro, que en un país donde la ignorancia es un mérito y la cultura un lastre en tu currículo, conocer la Torre de Babel empieza a ser insólito y discernir la etimología clara y concisa de la palabra puede llegar a ser cruelmente extravagante. Quién va a intuir que Babel deriva del verbo hebreo ‘balbál’ y que significa confundir. Y que por esa razón a la torre se le nombró así, pues sería ahí donde las lenguas confundirían a todos los hombres del planeta y les obligaría a esparcirse sobre éste.

Hoy, mientras vivimos en un mundo obligado a interelacionarse y donde a pesar de existir más de 7000 lenguas todos tratan de comunicarse a golpe de click, en España seguimos construyendo una torre de Babel a base de paja... hasta que llegue el lobo y nadie le entienda cuando grite eso de "y soplaré y soplaré y la torre tiraré". Y cuando eso suceda y el lobo derribe nuestra torre de un sólo soplido... entonces, querido Mas, ¿a casa de quién llamará pidiendo socorro el pobre cerdito?

miércoles, 14 de octubre de 2015

La mona vestida de seda, Junta se queda


Hoy pienso que era Maquiavelo el que disculpaba la amoralidad de los poderosos siempre que sirviese para llevar a cabo un mejor gobierno,  “que el príncipe no se preocupe de incurrir en la infamia de estos vicios, sin los cuales difícilmente podrá salvar al Estado”. afirmaba, justificando su medios a cambio de un fin supuestamente legítimo.

Ya la gran civilización egipcia conoció corruptos, como en tiempos de Ramses IX, cuando un funcionario se atrevió a denunciar a un compañero cuando lo descubrió dando información privilegiada a una banda de profanadores de tumbas a cambio de dinero... ya lo decía el historiador Thomas Carlyle, hay épocas en las que la única relación con los hombres es el intercambio de dinero”... Aunque más bien la pregunta sería, ¿acaso hay otras épocas?

Hoy,  más de 3.000 años después, una jueza recoge su ya famosa maleta con ruedas, y exclama resignada, igual que hizo Sancho Panza tras dejar su pequeña ínsula. "Yéndome desnudo, como me estoy yendo, está claro que he gobernado como un ángel”.

Pobre Mercedes. Pensaba que podría con Jose Antonio, con Manolo y hasta se atrevió con Gaspar... pero Susanita... eso es harina de otro costal incluso para una jueza con su coraje y su garra.

Todo empezó en Mercasevilla, luego empezaron las descalificaciones de la Junta, que de tres o cuatro golfos pasaron a ser 72., luego llegó Lanzas y sus billetes "para asar una vaca", y así, el caso de los ERE iba tomando forma, hasta que el propio Tribunal Supremo confirma sus tesis. Entonces en San Telmo sí empiezan a preocuparse, no se les vaya a acabar el chollo.

Después llegaron más investigaciones, demasiados papeles embarrados para tan buena jueza, quien vería cómo en la Junta, al igual que ocurría en la novela picaresca Guzmán de Alfarache, "para afanar prebendas todos están dispuestos a derrochar miles de escudos, pero antes de dar ni un cuarto de limosna a un mendigo, le hacen procesar”.

Y justo cuando Mercedes hacía temblar los cimientos chapados, alguien se acordó de Talleyrand. Aquel político francés, al que Godoy sobornó generosamente con 500 ovejas merinas, mientras con la otra mano ponía el cazo a los alemanes y al mismo tiempo se dejaba querer por un sorprendido Livingston, que proveniente de la floreciente norteamérica, sólo acertaba a pagar y disculparse sorprendido, "me veo obligado a conformarme con las costumbres de la época".

Talleyrand creía firmemente que el ingenio no era necesario para la política, sólamente se requería falta de escrúpulos y delicadeza. Y así fue cómo sobrevivió a Luis XVI y a la guillotina, logró ser ministro con Napoleón y traicionarlo, no una, sino dos veces, apoyó al nuevo rey y llegó incluso a intrigar para  sustituirlo por un representante de otra rama dinástica, Luis Felipe de Orleans.

Esto para Talleyrand estaría chupado. Primero ponemos una jueza nueva, amiga de sus amigos, que se siente en su mesa y desdiga todo el trabajo que durante muchos meses, caricias e investigación intensa, su antecesora dejó legadas a la causa. Después el tiro de gloria. un Tribunal Superior de Justicia Andaluz, amigo de sus amigos, que deniegue la solicitud de Mercedes para poder terminar lo que empezó, ese expediente que parece que la encumbró y ahora le roba su minuto de gloria. Una gloria que poco tiene que ver con la fama, con el dinero o con la eternidad. Una gloria que, por desgracia, debería haberse traducido en justicia.

"Usted es un montón de estiércol forrado en una media de seda", le espetó Napoleón a Talleyrand la primera vez que supo que lo había traicionado. Y es que aunque la mona se vista de seda, Junta se queda

miércoles, 16 de septiembre de 2015

La rivalidad cabe dentro de un bidón de agua

"El bien se hace, no se dice. Ciertas medallas se cuelgan en el alma, no en el maillot"
Gino Bartali

Hoy pienso que acababa de terminar la II Guerra Mundial, una guerra que le había robado años de gloria, puede que incluso el honor de ser el mejor ciclista de la historia.


Gino Bartali tenía entonces 31 años. 31 años de 1946 podrían ser unos 45 de ahora. Por entonces ya había ganado dos Giros y un Tour de Francia. Sin embargo, para entonces ya había nacido otra leyenda, Fausto Coppi, quien en 1940, siendo gregario suyo, y tras una caída de Bartali, tiene vía libre para rodar y gana el Giro.


Pronto la rivalidad entre ambos ciclistas se generalizó en las calles de Italia, o eras Coppista o Bartalista, no había medias tintas ni lugar para los moderados.


Cuentan que la rivalidad encima de la bici era tal que Bartali se fijó en una vena de la pierna que se le hinchaba a Coppi cuando iba justo de fuerzas. Bartali decidió que uno de sus gregarios se pasase los puertos atento a la vena, para que, cuando se hinchase le hiciese una señal y así poder atacar sin piedad. En el 46 Fausto gana el Giro, en el 47 le toca a Gino, en el 48 turno para que Gino se lleve el Tour y en 49 tras unos duelos épicos de ambos en todos los ascensos, el Tour será para Coppi.


Ocurrió en 1952, tras más de 15 años de duelo, con un viejo Bartali, cuyo cuerpo parecía no querer enterarse de ya pasaba los 38 años y un Coppi en la cima de su carrera, se volvieron a encontrar en el mítico Galibier, sabedores de que seguramente no tendrían muchas más oportunidades de vencer al otro, uno de ellos sacó su bidón y tras darle un trago le dijo al otro "puedes beber, aún queda un poco!".


Dicen que fue Coppi el que le ofreció la botella a Bartali, otros dicen que fue al revés. La foto del momento no aclara nada... O mejor dicho, lo aclara todo. Esa es la rivalidad entre dos deportistas, entre dos campeones.








Es entonces cuando me acuerdo de Gerard Piqué, este niño bonito de buena familia, gran jugador del fútbol y chico controvertido en todo lo que hace fuera del campo. Muy dado a meterse en charcos, ya sea por hablar de política o por tirar bombas fétidas, parece olvidar que  esas gamberradas con 28 años, pasan a ser idioteces sin gracia y que, por ejemplo, escupir a un miembro del equipo para hacer una gracia, no la tiene ni aunque lleves dos copas de más.


No voy a entrar a valorar su ideología, ni tampoco sus contradicciones, como eso de que pitar al Rey de España y al  himno español le parezca una forma legítima de expresarse libremente y que sin embargo crea injusto que a él le piten cuando juega con la selección española, no por él, sino "por respeto a sus compañeros y al equipo" o que exija respeto a su intimidad cuando él no respeta a un policía que hace su trabajo y le multa a las 5 de la mañana por dejar mal aparcado su coche en la puerta de una discoteca.


Sin embargo, el otro día cuando justificó sus mofas, escarnios y afrentas al equipo históricamente adversario y a sus aficionados, diciendo que era fruto de rivalidad... no me acordé de deportes como el Rugby, donde no se celebran los ensayos por deferencia al batido contrario, tampoco me acordé del tenis, donde al terminar los partidos siempre se dan la mano y suele haber palabras amables de uno y otro.


No, no me vino a la mente que en deportes como el bádminton, cuando los chavales juegan fuera de su ciudad, duermen en casa de su rival, compartiendo techo y mucho más. Tampoco me acordé de Larry Bird y Magic Johnson, su rivalidad extrema dentro del campo y sus abrazos afuera.


En realidad, cuando le oí decir aquello de la rivalidad con esa naturalidad, recordé aquella frase que pronunció  Gino cuando asistió compungido al funeral de Fausto: "Se ha ido la mitad de mi". Y es que la rivalidad bien que cabe dentro de un bidón de agua.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Después vendrán a por nosotros

"Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista.
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata.
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista.
Cuando vinieron a por los judíos,
no pronuncié palabra,
porque yo no era judío.
Cuando finalmente vinieron a por mí,
no había nadie más que pudiera protestar"
Martin Niemöller 

Hoy pienso que eran ciudadanos normales, algunos padres de familia, todos currantes, muchos niños con sueños, había mujeres de todas las edades, algún bebé e incluso vitales ancianos. No sabían de política, de economía y seguramente ni de fútbol, su único pecado fue vivir en el momento equivocado y en el lugar equivocado. 

Poco a poco los violentos fueron tomando el poder y a base de odio y sangre consiguieron que muchos hicieran las maletas y se fuesen de ese país que ahora decían suyo. Los que pudieron se fueron con lo puesto, bien por las prisas por sobrevivir bien porque sus enemigos ni tan siquiera les permitían llevarse el viejo reloj que había pertenecido a la familia durante generaciones.

En cuestión de semanas cerca de 40.000 ciudadanos huyeron a países vecinos, como Francia, Dinamarca o Suiza entre otros, pero pronto el número de refugiados empezó a crecer, extendiéndose su huida al otro lado del charco, por lo que todos los países empezaron a tomar conciencia del problema. En los siguientes meses, el número de personas que huían de aquella muerte inminente seguía creciendo, por lo que se convocó una conferencia internacional donde se establecieron cupos, limitando el número de refugiados que podían entrar en su país, y así, tan sólo un pequeño y humilde país de una isla continuó aceptando refugiados.

El Reino Unido aprobó un programa, el Kindertransport, por el que admitió 10.000 niños sin familia para darles un hogar, pero sólo eso, niños, porque no había sitio para nadie más.

No, no estoy hablando de Siria, ni los violentos son el DAESH, esto ocurrió en 1933, en Alemania, donde Hitler, y sus SA primero, y más tarde sus SS, se encargaron de masacrar a tantos y tantos judíos, obligando a huir a aquellos afortunados que lograban así escapar de la muerte.

En aquel entonces, nadie hablaba de guerra tampoco, nadie quería líos, EEUU estaba muy ocupada tratando de salir de la gran crisis económica que les azotó unos pocos años antes, Francia miraba para otro lado y Reino Unido tenía un Primer Ministro utópico y soñador que permitía crecer a Alemania con tal de mantener la paz fuera al precio que fuera, como quien malcría a un niño con tal de que no llore. El problema era ajeno a ellos, y sólo comenzaron a ver, de soslayo, una pequeña contrariedad  con aquella situación que amenazaba con traer a su país miles y miles de bocas hambrientas.

Pero el problema no eran los emigrantes, eso tan sólo era el comienzo, Hitler tenía mucho más en su cabeza, quería el mundo y a él miraba, mientras todos los dirigentes jugaban a pacifistas, evitando la guerra a cualquier precio. En 1938, cuando Hitler invade los Sudetes, Reino Unido, Francia e Italia firman con Alemania el Tratado de Munich, por el que le permiten quedarse con aquellos territorios checoslovacos. El entonces Primer Ministro, Neville Chamberlain proclamó a su vuelta a casa, entre vítores y loor de multitudes aquella famosa frase de "Hemos conseguido la paz de nuestro tiempo", defendiendo aquel traicionero pacto y olvidando quizás aquella frase de Benjamin Franklin, "aquellos que entregan la esencia de la libertad a cambio de la seguridad temporal, no merecen ni la seguridad ni la libertad".

Eran tiempos donde todavía dolía la resaca de la I Guerra Mundial y cualquiera que augurase la posibilidad de otra guerra era un loco comunista, como Charlie Chaplin, por ejemplo, o un viejo gruñón e intolerante como Winston Churchill

Todos sabemos lo que pasó después, aquel ansia de paz de Chamberlain acabó en una cruenta guerra mundial que nunca sabremos si se podría haber evitado de haber actuado de forma distinta, tal y como le reprochó Churchill cuando entre indignado y resignado le reprochó "os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra, elegisteis el deshonor y tendréis la guerra".

Dicen que quien no aprende de la historia está condenado a repetirla. Hoy, asistimos en primera fila a otra guerra. Una guerra civil que en realidad lleva ya tiempo sembrando muerte y terror, pero que ahora ha adquirido tintes mucho más graves por varios motivos, entre ellos, por la huida masiva que se está produciendo de personas inocentes que lo único que quieren es vivir en paz en su casa, en su ciudad, en su país, en Siria, pero que, ante esa imposibilidad manifiesta, se ven en la obligación de dejar su cama, su barrio y todo lo que tienen para, al menos conservar la vida.

Y es ahora, cuando los países europeos empiezan a preocuparse, cuando temen por la avalancha de sirios que se está produciendo, y tratan de buscar soluciones, justo igual que en aquella Conferencia de Evian, en Francia, donde la única preocupación era regular la llegada de refugiados.

Pero ellos siguen matando y amenazando. Hasta ahora Alemania andaba mirando sólo al euro, Francia entretenida en volver a ser una grande de Europa, Reino Unido pensando si merece la pena seguir en la UE (¡si Sir Winston levantara la cabeza!), Italia bastante tenía con los suyo y en España ahí seguimos jugando con nuestras rencillas corruptas y secesionistas. Al otro lado del charco, EEUU tarda en mover ficha, quizás todavía no se ha dado cuenta de que este también es su problema, o puede que simplemente esté esperando a que los europeos nos demos cuenta de que aquella también es nuestra guerra, que no basta con dar asilo a todos los que huyen, que el problema no está siquiera sólo en Siria, y que si no se soluciona, es probable que empiece a extenderse hacia occidente.

Hoy no está Hitler, pero su lugar lo han ocupados unos extremistas que se hacen llamar Estado Islámico, ISIS o DAESH, qué mas da, y que persiguen instaurar su retrógado e intolerante sistema a base de sangre, miedo y tortura.

Desde aquel inicio de la primavera árabe, muchos ciudadanos salieron a la calle buscando la libertad y se rebelaron contra sistemas dictatoriales, sin embargo, allí estaban ellos, como serpientes agazapadas, esperando para aprovechar ese limbo de ingenuidad que tantos años sin propia voluntad crearon en estos países, para que, a base de metralletas y machetes, traten de imponer sus leyes extremas islámicas.

Estamos equivocados si pensamos que el problema está allí y que se soluciona metiendo a un refugiado sirio en nuestra casa. No es sólo un pobre niño sin vida en la playa, esto es una guerra, y nos afecta a todos, moralmente por haber permitido que la situación llegase hasta donde ha llegado y personal y egoístamente , porque, como decía aquel sacerdote alemán, "después vendrán a por nosotros...".

jueves, 27 de agosto de 2015

Carolina y Pemán al rincón del olvido

Hoy pienso que hace unos días, nuestra querida Carolina Marín se erigía como campeona del Mundo de badminton por segunda vez consecutiva, algo que tan sólo habían conseguido dos chinas en toda la historia. Una proeza que adquiere más valor si tenemos en cuenta que en España tan sólo hay 6.800 licencias federativas en contraste con las más de 100 millones de China. 

Sin embargo, en España, la noticia en todos los periódicos no era esa, en su lugar, todos los titulares se referían al himno que sonó en el podio el famoso himno con letra de Pemán.

Como bien decía Béquer, el recuerdo que deja un libro es más importante que el libro mismo, y gracias a la importancia que todos los medios dieron a la anécdota del himno y la repercusión que tuvo en las redes sociales, al final la epopeya histórica de Carolina se ha desvanecido.

Bueno, en realidad, el propio Jose María Pemán y su letra también han sido víctimas de esa nueva historia que algunos están reescribiendo y a los que no sólo les basta con pintar todo de negro o blanco sino que tiñen de esos colores aquello que les conviene.

Ese himno, que para algunos es fascista y que Pemán escribió durante la dictadura, no fue tal. Para conocer la verdadera historia de dicha letra, hay que remontarse a 1928, cuando el General Primo de Rivera, le pide que escriba una letra para un himno que, al ser una mera Marcha Real, nunca lo había tenido (aunque es cierto que de forma oficiosa sí que existían ya varios). 

De esta forma, José María Pemán, un escritor católico y proactivo monárquico, escribe unos versos que, como todos los himnos, exaltan el patriotismo y la fe por la tierra propia, pero sin entrar en temas ideológicos o religiosos y sin hacer mención de guerras, conquistas, sangre o victorias  que pudiesen escocer, es decir, un himno aséptico, políticamente correcto y que sirve de unión y reflejo para todo un pueblo. 

            !Viva España! alzad la frente
hijos del pueblo español que vuelve a resurgir.
Gloria a la Patria que supo seguir
sobre el azul del mar el caminar del sol.
Triunfa España los yunques y las ruedas
canten al compás un nuevo himno de fe.
Juntos con ellos cantemos de pie
la vida nueva y fuerte de trabajo y paz. 

Es cierto, que más adelante, en los albores de la Guerra Civil, y decantándose, ahora sí, por el bando franquista, cambió un par de líneas, sustituyendo el "alzad la frente" por "alzad los brazos", y "los yunques y las ruedas" por "los yunques y las flechas".

Se han escrito distintas letras a lo largo de los años con la que podríamos compararla, pero me gusta hacerlo especialmente con una que Joaquín Sabina escribió hace tan sólo 6 años, y que dice así:

Ciudadanos, ni héroes ni villanos,
hijos del ayer, / hay tanto por hacer.
Ciudadanos, tan fieramente humanos,
tan paisanos del hermano de Babel. 
Alta montaña con puerto de mar 
clave de sol España atrévete a soñar.

Aparte del toque moderno que denota estar escrita casi un siglo después, en ninguna de las dos veo diferencias reales que impliquen una determinada ideología o sesgo, igual no sé leer entre líneas...

Volviendo al bueno de Pemán, es cierto que en 1936, eligió un bando, es lo malo de las guerras, que sólo hay dos opciones y, o estás con uno o en su contra, no hay más, ni menos. Y él se vio obligado a elegir, como les sucedió a todos, con la fortuna de hacerlo para el lado victorioso (es otra cosa mala de las guerras, siempre hay vencedores y vencidos). Sin embargo, ya durante la posguerra mientras unos se posicionaban del lado de la dictadura de Franco y otros seguían anhelando la dictadura del proletariado, él defendía la libertad de España. Monárquico parlamentario convencido, fue presidente del Consejo de Don Juan, lo que significaba figurar directamente en la lista negra del Caudillo. Y no, nunca odió a nadie, su carácter pacífico y conciliador fue tan extremo que, de hecho, durante años, luchó sin éxito, por recuperar del exilio a otro gran poeta y paisano, Rafael Alberti.

Fue un 28 de febrero de 1981, 45 años después del inicio de aquel sangriento desastre, Cádiz homenajeaba a Alberti haciéndolo pregonero de los Carnavales, de pronto, un anciano Pemán aparece en escena, se acerca sonriente a su colega poeta y ambos se abrazan mientras Pemán le susurra con su débil voz: "Como poeta, Rafael, no hay color...".

Pemán, como Alberti, también sufrió un exilio, pero el suyo llegaría con su muerte, ese ha sido su castigo. Hoy todo el mundo conoce a Lorca, Alberti o Miguel Hernández, pero en los libros de texto no se menciona la poesía o las obras de teatro de Jose María Pemán. Hoy, la todo lo que conocemos de Pemán es aquel himno escrito por un fascista "para gusto y deleite de Franco". Nada queda de aquel escritor y académico (llegó incluso a presidir la Real Academia de la Lengua).

Ya lo decía Aldoux Huxley, que "la lección más grande de la historia es que nadie aprendió las lecciones de la historia". Está visto que ni aquella cruenta guerra ni aquel simbólico abrazo sirvió para mucho, y hoy queremos seguir abriendo aquellas heridas que sus propios protagonistas  cicatrizaron con mimo y generosidad.  El Ayuntamiento de Jerez (con los votos de PSOE, IU y Ganemos) acaban de retirar un busto de Pemán, "por facha y asesino", mientras la alcaldesa hace alarde de su ignorancia y defiende que conoce poesías de Alberti pero nada de Pemán. No hay nada como como reinventar la historia para justificar tu propia ignorancia y así legitimar tus acciones.

Y así, nuestra Carolina ha hecho historia, ha ganado su segundo campeonato del mundo de badminton, pero de aquel día sólo quedará una cosa, que el himno español de un facha sonó en Yakarta. Y es que parafraseando a Jean Paul Sartre, el pasado puede modificarse, nos lo demuestran cada día nuestros particulares historiadores...

sábado, 18 de julio de 2015

18 de julio, un día para recordar

Hoy pienso que hoy es 18 de julio. Dicen que hace 79 años comenzó la guerra civil más cruel y sanguinaria de la historia de España. 

A un lado unos todavía creen que es un día para celebrar, en la otra acera, otros tratan de tacharlo del calendario. Como siempre, ese Duelo a garrotazos entre las dos Españas que tan bien describió Goya con su brocha, dos verdades diferentes para los mismos hechos. 

En realidad, para algunos quizás la guerra civil empezó el 14 de abril de 1930, cuando la proclamación de la República se entendió como una victoria ideológica para unos y una derrota temporal para otros. 

Aquella República pacífica y utópica, donde todo eran libertades y derechos para los ciudadanos sin importar su color de chaqueta ni su clase social, para algunos nunca existió realmente. En realidad, desde aquella primavera de 1930 la estabilidad social brilló por su ausencia, la desunión de la población era cada día más radical y profunda y el extremismo político era, a su vez, algo tristemente normal. Fueron años de grandes huelgas, movimientos sindicales la mayoría de las veces violentos, sabotajes de los anarquistas y acciones violentas de los sectores más conservadores contra los sectores combativos de la  izquierda. Los pistoleros campaban a sus anchas por la calle, tanto los defensores del proletariado como aquellos contratados por los empresarios para hacer vales sus intereses.

En 1932 el General Sanjurjo ya intenta un golpe de Estado, que fracasa estrepitosamente. Sanjurjo es detenido y más tarde amnistiado y exiliado a Portugal, lo que no le impediría seguir conspirando.

En 1933 ganan las elecciones el Partido Radical de Lerroux, que, buscando la ansiada estabilidad, pacta con la CEDA ("los de la derecha", para entendernos), el PSOE no acepta esa apropiación de lo que ellos entendían como su poder, y agitan el ambiente, a través de distintas huelgas y manifestaciones que acaba, el 5 de octubre del 34 con un intento de golpe de Estado. Violencia y más violencia que sin embargo no llegó a nada, el coste fue de tan "sólo" más de un millar de muertos y el triple de heridos. Sin embargo, sirvió para incrementar los odios y las rencillas entre esas dos Españas que cada día eran más patentes.

Durante los siguientes dos años, la situación no hizo más que agravarse. Una primera represión tras aquel fiasco de revolución con más de 200 muertos, sirvió de razón a la izquierda para vender su odio. Un perdón general a todos los políticos que participaron aquel día era, sin embargo, utilizado por la derecha para legitimar su fundamento.

Y así, con el "y tú más" in crescendo para actuar según el propio criterio y justificar cualquier acto, ya fuese quemar una Iglesia o moler a palos a un moderno maestro. Todo valía porque las leyes injustas no había que acatarlas y porque un miserable que no pensaba como tú, no merecía misericordia.

En el Parlamento, fiel reflejo de la sociedad, los diputados dedicaban los plenos a insultarse, primero con cierta sutileza y agudeza intelectual, para pasar finalmente a exabruptos vulgares y amenazas de muerte sin pudor ni punidad. Sólo hace falta recordar a la indomable Dolores Ibarruri cuando un primaveral 19 de mayo interrumpía, en mitad del hemiciclo, el alegato de Calvo Sotelo gritando "este es tu último discurso". Nadie se sorprendió ni tan siquiera hubo reproches por tan fiel amenaza, incluso Calvo Sotelo, un intelectual pausado y tranquilo, tan sólo respondió resignado "mis espaldas son anchas (...) mi vida podéis quitarme, pero más no podéis., Es preferible morir con gloria a vivir con vilipendio".

Dos meses más tarde, Ángel Galarza, haciéndose eco de aquella amenaza de la Pasionaria, espetó a Calvo Sotelo, con total tranquilidad: "Pensando en su Señoría, encuentro justificado todo, incluso un atentado que le quite la vida". Y todos se fueron a comer tan panchos.

No, no fue la II República un derroche de democracia real. Por entonces, una mayoritaria izquierda miraba de reojo a la Rusia comunista, tratando de fijar las bases para alcanzar aquel utópico éxito del proletariado, donde no había sitio para el voto igualitario, de hecho, no había sitio ni para el voto femenino. Unos anarquistas que, por propio principio, no podían creer en el sistema establecido, unos monárquicos que anhelaban la vuelta de su rey y unos fascistas que tenían su paradigma en la creciente notoriedad que los Gobiernos alemanes e italianos iban adquiriendo.

Finalmente, la gota llegó y el vaso terminó por rebosar. Un pistolero mató a un guardia de asalto, al Teniente Castillo y como venganza, una camioneta,  la número 17, sacó de su casa de madrugada al diputado Calvo Sotelo, asesinándolo minutos después de un tiro en la nuca. ¿Os imagináis hoy a una furgoneta de la Guardia Civil, yendo a casa de un líder de la oposición, sin ocultarse ni esconderse, matarlo de un tiro a bocajarro y dejar el cadáver en la puerta de un cementerio y que además el asesinato quede impune?

Era cuestión de tiempo, ahora sí la mecha estaba encendida y explotó tan sólo dos días después, el 18 de Julio, con un levantamiento militar que dio origen a 3 años de sangre, abusos e injusticias donde el 20% de los ciudadanos tuvo que elegir un bando y al otro 80%  ya le vino dado a la fuerza ("me han dado un fusil, este uniforme y me han montado en un camión. -Vete a pegar tiros al frente-, me han dicho, y ni siquiera sé el nombre de aquel a quien voy a matar mañana... ni de aquel que acabará con mi vida")

Por eso ahora, casi 80 años después, cuando oigo sacar mierda (no encuentro otra palabra mejor, disculpen mi escatológico vocabulario), rencores y miserias de antaño, recuperando hasta la terminología guerracivilista, siento pena, dolor y rabia por tanta ignorancia. Y ahora queremos hacer, otra vez, una peli de buenos y malos, donde Dalí era un facha y Picasso un gran republicano, Cela un inquisidor y Alberti un soñador, Santiago Bernabéu un déspota y Suñol i Garriga un mártir de la libertad.

Ahora la moda es revolver todo otra vez, tildar de malos a unos para poner de santos a otros, tirando de pedigrí, buscando a un "rojo" en nuestro árbol genealógico para que nos legitime ante la historia.

Y mientras, algunos que han llegado al poder utilizando palabras como "pueblo" y "igualdad" tratan de gastarse millones eliminando símbolos, nombres, homenajes y estatuas que no dejan sino de describir 40 años de nuestra vida, nuestra amada España, nuestra odiada España.

No, el 18 de julio no es un día para celebrar, pero tampoco para olvidar. Es un día para recordar, aprender y revivir con el objeto de no repetir todos aquellos fallos, odios y revanchismos que nos llevaron a 3 años de dolor y violencia, una historia que contada desde  el constructivismo y la objetividad, que como bien dice el paisano Eslava Galán, no va a gustar a nadie.

domingo, 5 de julio de 2015

Buenos tiempos para las cigarras

“En estos momentos críticos, todos debemos recordar que Europa es el hogar común de los pueblos. En Europa no existen dueños e invitados”.
Alexis Tsipras


Hoy pienso que son buenos tiempos para las cigarras.

Todos hemos oído alguna vez aquella fábula de la cigarra que cantaba sin parar. No tenía ganas de trabajar y sólo quería disfrutar, mucho sol y bailar.

Mientras tanto, todos los días pasaba por su lado una hormiga con un grano de trigo gigante a cuestas.

Cada día la cigarra cantaba y bailaba mientras la silenciosa y fatigada hormiga trabajaba reuniendo provisiones para el invierno. "No sabes divertirte, ji ji ji", se reía la cigarra- "Yo sí que sé disfrutar de la vida".

Finalmente llegó el invierno, regalando su nieve y su frío. La hormiga estaba, junto a sus compañeras, en casa cuando llamaron a la puerta. "Hola, -dijo la cigarra cabizbaja- "tengo frío, no queda nada de comida... "¿podrías prestarme cobijo y algo caliente de alimento?"

Este relato es atribuido al francés Jean La Fontaine, escritor del siglo XVII, sin embargo, en realidad la historia es mucho más antigua, ya que estaba inspirada en una fabula con más de 2.000 años de antigüedad... Su autor era Esopo, un escritor, que, como no podía ser de otra manera, era griego.

Aquella fábula acababa con un portazo en las narices a la cigarra, no sin que antes la hormiga se encargase de recordarle que no sólo no fue previsora y no trabajó, sino que la ignoró, no quiso ayudarle con su carga y no dejó de hacer bromas y chanzas, cantando, bailando y disfrutando del presente. Tanto en el cuento de Esopo como en el de La Fontaine, la realidad se imponía a la utopía y la cigarra acababa muriendo de frío y hambre.

Los siglos pasan, pero hoy siguen existiendo cigarras y hormigas. Sin embargo, hoy, tratamos de imponer por decreto una quimera que pisotee la cruel realidad y así, ese final del cuento, que se mantuvo igual durante 2.000 años, ha cambiado.

Seguramente en el relato, hace 20 años,  la hormiga sería compasiva con la cigarra, le daría algo de comida e incluso le dejaría pasar el invierno con ellas. La cigarra aprendería la lección y el verano siguiente todos trabajarían juntos previendo el inminente invierno. Porque hace 20 años los lobos ya no morían, las madrastras conocían el amor y había perdices para todos.

Hoy, en tan sólo 20 años, el final del cuento ha vuelto a cambiar. La cigarra llamaría a la puerta exigiendo la mitad del grano almacenado por la hormiga y denunciando a la hormiga por abusona, cruel y egoísta monopolizadora de todo el grano existente en la zona.

Hoy Esopo se perdería por las calles de Grecia y su hormiga observaría con estupor cómo la cigarra le exigiría compartir su comida, le expropiaría su casa y dormiría en su cama, porque que en ninguna casa, ni siquiera la tuya, "debe haber dueños e invitados". Poco importa quién fue previsor, quién hizo bien las cosas, quién se esforzó, quién sacrificó sus ratos de ocio, y quién trabajó para conseguir un mejor porvenir para él y los suyos. 

Hoy las cigarras harían un referéndum para decidir qué hacer con las comida de las hormigas, es su derecho, "la democracia es sabia, el pueblo ha hablado", dirían orgullosas.

Y por eso hoy una cigarra llamada Tsipras afirma que "Grecia ya existía antes que la Unión Europea. Y aquí existía la democracia mucho antes que en ningún otro país", ignorando que, en aquella Grecia de la que él mismo habla, la cigarra remolona y perezosa moría de frío arrepentida por no haber trabajado como hizo la hormiga...

lunes, 15 de junio de 2015

La diferencia de un pequeño pensamiento hacia los demás

Si hay un secreto del buen éxito reside en la capacidad para apreciar el punto de vista del prójimo y ver las cosas desde ese punto de vista así como del propio.” 
Henr Ford

Hoy pienso que no me considero un lector voraz, quizás por mis múltiples aficiones, no encuentro tiempo para leer más, aunque sí que es cierto que procuro acostarme todas las noches con una líneas de un libro, y creo que es una de los hábitos más saludables que se le puede inculcar a un niño.

Seguramente por eso, prácticamente desde que podían sostenerse de pie, y puede ser que incluso antes, hemos tenido la sana costumbre de llevar a nuestros hijos a la biblioteca a pasar el rato. Para nosotros, decir una tarde de viernes " vamos a la biblioteca" es como ir a un parque de atracciones. Allí manosean libros y los admiran, se pierden entre sus páginas, se quedan ensimismados con sus dibujos y disfrutan imaginando con las palabras. Allí las las horas pasan como quien navega por un mar de olas amables.
Es cierto que los primeros años tuvimos suerte, ya que donde vivíamos, en Murcia, parques, piscinas y bibliotecas hay de todos los colores y gustos, y en ese sentido, cada sábado, ir a la biblioteca era una experiencia distinta. Cuentacuentos, actividades manuales, teatros, miniexposiciones... Todo un entretenimiento para los más pequeños y un rato tranquilo delante de un libro para los mayores.

En Jaén contamos con una biblioteca pequeña, concurrida pero suficiente para la oferta que tiene, que no es demasiada, la verdad sea dicha. Sin embargo, cuando uno ha ido varias veces, se enfrenta a la eterna pregunta, ¿qué fue antes, el huevo o la gallina? Es decir, ¿la limitación de horarios es culpa de la Junta de Andalucía, la reducción de personal o los derechos adquiridos de los funcionarios? ¿Y la antipatía del personal, se debe al desinterés del ciudadano o viene de serie? ¿La biblioteca está vacía porque la gente no tiene interés o es que los responsables no son capaces de conseguir atraer el interés de la gente? ¿No se hacen
más actividades por indolencia de la gente o la indolencia de la gente es consecuencia de la falta de actividades?

Como digo, como usuario asiduo a la biblioteca, he tenido ya varias experiencias y anécdotas, la mayoría malas, que creo que conviene explicar:
 
Día 27 de diciembre, vacaciones escolares de Navidad, los niños no tienen mucho que hacer en un Jaén que carece de centros comerciales, actividades infantiles de ocio y lugares didácticos, el tiempo, además, no acompaña por esas fechas. Son las cinco de la tarde y hartos de haraganear decidimos irnos un rato a la biblioteca. Llegamos a la puerta y... ¡sorpresa! Está cerrada. Ante nuestra decepción, a la mañana siguiente, me paso por allí y pregunto en Información. La respuesta de la mujer que me atiende es tan natural como sincera: "claro, es que tenemos jornada reducida, los funcionarios también tenemos derecho a disfrutar de la Navidad". Seguramente la Junta de Andalucía, debería ser más previsora, y realizar contrataciones temporales para estas fechas o bien establecer horarios definidos en los Convenios, tal y como se realizan en otro tipo de sectores de la Administración Pública, como los Museos, por ejemplo.

Otra percance que tuve, fue aquel viernes que nos acercamos a las 19:50 a devolver unos libros que teníamos en préstamo y a coger alguno de forma rápida, conscientes de que cierran a las 20:00. Ya nos choca encontrarnos la reja semicerrada, pero aún así entro con mis enanos y al disponernos a bajar, el guarda de seguridad me dice que van a cerrar. Le digo que aún son menos diez y que no tardaré más de 5 minutos. El hombre me deja pasar, llegamos a la sala infantil, les urjo a mis críos para que cojan un par de libros y se los doy a la chica que está en el mostrador, quien con cara de ajo me dice que ya ha apagado el ordenador y que ya no lo va a encender. Eran las ocho menos cinco, así que me planto y digo que me voy a llevar los libros sí o sí, mirando el reloj, así que ante mi obstinación me dice que vaya a la planta de arriba a ver si tengo más suerte. Arriba tuve la fortuna de encontrar a una compañera suya que aún no había apagado el ordenador, así que, todavía dentro del horario permitido, me llevo mis libros, aunque sudando más de la cuenta. 

La última ocurrió el pasado viernes, cuando nos encontrábamos allí, sentados en una de las mesas,  disfrutando de la lectura. La biblioteca estaba enterita para nosotros, ya que en ese momento éramos los únicos usuarios junto a un par de chavales que, al fondo trabajaban absortos en sus cosas. De pronto, la mujer del mostrador, se dirige a ellos, y sin venir a cuento, les pregunta por su edad.

 - Catorce años-. Dicen ellos. 

- Pues os tenéis que ir a la de adultos, esta es para menores de catorce años-. Responde algo rancia la encargada.  

- Pero si tenemos catorce años... y además estamos haciendo un trabajo, es que arriba no nos dejan, y además está llena.

- Ese no es mi problema, tenéis catorce años y no podéis estar aquí.

Los chavales me miran buscando cierta complicidad, pero educadamente recogen y se van. Yo me quedo allí pensando, y reconozco que tardé en reaccionar, quizás demasiado. Al final, tras darle muchas vueltas, subo arriba y pido el reglamento de la biblioteca, otra mujer me mira sorprendida y me señala un decálogo de normas básicas colgado en la pared. 

-Ya- Le digo. -Y también he visto la ley 16/2003 del Sistema Andaluz de bibliotecas y centros de documentación. Pero ahí no dice nada de la edad mínima para entrar en la biblioteca infantil-.

(Sí, ya sé, su cara de asombro es como la vuestra ahora, no me toméis por pedante, antes de subir había buscado en internet la norma por si decía algo al respecto, son pequeños recursos que luego uno utiliza de la mejor forma posible...).

La mujer me explica que el carnet infantil es hasta los 13 años y que cuando se cumplen los catorce, pasas al carnet de adulto, momento a partir del cual dejas de tener acceso a la sala infantil.

Bueno, quizás la norma general esté bien, es posible que si la sala estuviese llena tendría sentido haberles pedido que la abandonasen, puede que si estuviesen armando follón o comportándose de forma incorrecta mereciesen ser expulsados. Pero, estando la biblioteca vacía, y viéndolos trabajar de forma tan aplicada, ¿qué ganaba echándolos? ¿y los chavales? En el mejor de los casos, aquellos chicos se fueron a casa de alguno de ellos y terminaron el trabajo, pero también es posible que saliesen de allí y prefieriesen quedarse paseando por la calle, sin hacer nada mejor... quién sabe, puede que siendo la hora que era, les diese por probar a irse de botellón, donde seguro conocían a alguien...

Por suerte, tengo una anécdota que me encanta contar. Un día, como de costumbre, llegamos a devolver los libros y a sacar otros tantos. Hacía algunas semanas que no íbamos porque habíamos tenido varios eventos, lo cual significaba que se nos había pasado el plazo reglamentario para la devolución de los libros, con la penalización que ello conlleva.

Nos acercamos al mostrados, y mi rubia de 7 años devuelve sus 5 libros y entrega al encargado, inocentemente, otros tantos libros, con la intención de llevárselos. 

Al pasar la tarjeta, el funcionario le comenta: - ¡Pero bueno! ¡Has tardado un montón en venir! ¡Ahora no puedes sacar libros hasta dentro de tres semanas!

Mi chiquitaja, que no entendía nada, sólo preguntó: - ¿Entonces esta semana estoy castigada sin leer?-.

- Anda, trae para acá que vamos a hacer magia-, le dice el hombre guiñándole un ojo.

Seguidamente, mientras teclea y mira a la pantalla, me dice, - Sólo faltaba que castigásemos a un niño sin leer libros. Esto lo arreglo yo en un periquete. Eso sí, a usted le tengo que regañar por haber estado un mes sin traer a su hija por aquí-.

Reconozco que siempre llego tarde y reacciono a destiempo, pero ahora me gustaría haberle pedido su nombre y haberle hecho una foto, porque este hombre se merece un reconocimiento público, no por hacer una pequeña trampa para que mi hija se llevase tres libros, sino por entender la filosofía de una biblioteca, por prestar un servicio público de forma vocacional, por saber adaptar la norma a las circunstancias, por tener sentido común y sensibilidad y sobre todo, por no dejar que una niña pequeña pierda la ilusión por algo tan hermoso y necesario como la lectura.

No se trata de hablar funcionarios, ni tampoco criticar tal o cual Administración. Es cuestión de no ser más papista que el Papa, de tener algo de juicio, de no dejarse llevar por la rutina,de tener más empatía, de hacer bien nuestro trabajo, o quizás y sólo quizás de poner una sonrisa a nuestro día a día... porque como decía Alan Alexander Milne, escritor de cuentos infantiles, "Un poco de consideración, un pequeño pensamiento hacia los demás, hace que todo sea diferente”... 



sábado, 13 de junio de 2015

De cigarras, difterias e hijos pródigos

"El hijo dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo.
El padre entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas, mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado".
Lucas 15 (Nuevo Testamento)


Hoy pienso que recuerdo de pequeño leer en clase de religión la parábola del hijo pródigo y pensar y repensar sin acertar a entender, por mucho que me explicaba el profesor, la moraleja. Eso de que un hijo se vaya de casa, le pida a su padre la parte de su herencia, se pegue la vida padre (nunca mejor dicho) y cuando se queda sin nada, vuelva a casa y su padre le vista con las mejoras galas y prepare una gran fiesta como la que nunca tuvo la delicadeza de dedicar a su otro hijo, ese que nunca se movió de su lado y siempre estuvo trabajando y dando el callo...no me cabía en la cabeza. Entendía el cabreo del hijo ninguneado, es más, me enfadaba sólo al leerlo No, esa parábola no me convenció nunca.

Y sin querer, el hijo pródigo me vino a la mente cuando escuché lo del caso del niño de Barcelona afectado por la difteria.

Lo primero y ante todo, es desear que el chaval, que sigue luchando por su vida, salga adelante y logre recuperarse pronto de este trance que le ha tocado pasar. En este sentido, este chico tiene la fortuna de encontrarse en España, donde podemos presumir de tener un Sistema de Salud admirable, en el que, listas de espera aparte, la calidad es extraordinaria, hasta el punto de afirmar sin temor que se encuentra entre los mejores del mundo.

Sin embargo, algo falla cuando un niño se contagia de una enfermedad quasi-extinguida y perfectamente prevenible con una vacuna que nuestro Sistema recoge en su calendario de vacunas, calendario que incluye y acoge a todos los niños de forma gratuita.

Bueno, quizás el hecho de que no haya un calendario de vacunas homogéneo y único para todo el territorio no haya influido aquí, aunque no está mal recordar que es un desatino, como la mayoría de las competencias que actualmente están en manos de las CCAA (por cierto, que el flamante tripartito valenciano ha propuesto una agencia tributaria propia, una ley educativa personalizada y un banco autonómico... seguimos nadando contra corriente, hasta que nos caigamos por la cascada... tiempo al tiempo).

Como es lógico, rápidamente ha surgido el debate sobre la obligatoriedad de las vacunas o no. Yo, por principio, creo que no debe obligarse a nadie a ser vacunado. Apelo así a la libertad de los padres y a su propio sentido de responsabilidad y compromiso.

Sin embargo, es ese sentido de responsabilidad el que debería prevalecer y, por tanto, asumir las consecuencias de su decisión, ya que, en caso de contagio de alguna de las enfermedades que se podían haber prevenido con la vacuna, ellos y sólo ellos deben asumir toda la responsabilidad y sus consecuencias.

Esto viene al caso porque tras el caso de difteria de este niño, posteriormente han detectado otros 8 chavales cercanos a él que portan la bacteria causante de dicha enfermedad pero que no han desarrollado la enfermedad por estar vacunados. No obstante, como digo sí que son portadores de la bacteria, lo que significa que pueden contagiar a cualquier niño que no haya sido vacunado. 

Estos 8 niños han sido puestos en cuarentena y aislados en sus casas, mientras son tratados para eliminar dicha bacteria, con el fin de que no puedan contagiar a los que no están vacunados. Pues bien, aquí es donde no estoy de acuerdo. Al final, como siempre suele ocurrir, el perjudicado es el que hace las cosas bien, y así, estos niños se encuentran encerrados en sus casas, como apestados, para que aquellos niños, cuyos padres decidieron no vacunarles, siguen haciendo vida normal, yendo a clase y jugando en el patio. 

Algo falla aquí. Los padres de esos niños cumplieron con el protocolo de vacunaciones, hicieron caso a los consejos sanitarios sobre prevención de enfermedades y permitieron que vacunasen a sus hijos, sin embargo, al final, los que acaban castigados, enclaustrados en casa y sufriendo todo ese mal trago, son ellos, mientras el Estado protege a aquellos otros cuyos padres decidieron no tomar ningún tipo de medida preventiva, a pesar de que el Sistema Sanitario facilita su implantación, tanto de forma económica (es grauito) como logística (si no quieres ir al centro de salud, incluso se hacen campañas de vacunación en los colegios). 

Y digo yo, ¿no sería más lógico que aquellos niños cuyos padres decidieron no vacunarlos, se quedasen en sus casas, como mera prevención, o bien, aceptasen el riesgo de ser contagiados? Al fin y al cabo ese riesgo ya lo asumieron cuando, en su día, decidieron no vacunarlos, ¿no?

Como ocurría con el hijo pródigo, aquel que decide tomar un camino lo hace sin asumir el riesgo que implica y luego, sólo con volver a casa, es suficiente para que se le proteja y defienda, incluso aunque ello suponga, no ya un agravio, sino un perjuicio contra aquel que, siguiendo las indicaciones y los consejos sugeridos, acertó con el camino tomado.

Ojo, soy padre, y yo también recibiría a mi hijo y le daría un abrazo, pero no dejaría que mi otro hijo, aquel que permaneció a mi lado y nunca me abandonó, se sintiese menospreciado o perjudicado. En este caso, el Estado tiene el deber y la obligación de proteger a los niños que no están vacunados, entre otras cosas porque ellos no son culpables de las decisiones de sus padres, pero también porque es obligación del Estado velar por la salud de todos los ciudadanos, pero eso sí, sin que eso vaya en perjuicio de otros ciudadanos.

Curiosamente, también me contaron de niño la fábula de la hormiga y la cigarra, pero esa sí la entendí desde el primer momento: el trabajo y el esfuerzo tienen su recompensa. Sin embargo, hoy lo que no acierto a comprender es por qué, en la vida real, la cigarra es ha convertido en un hijo pródigo que cuando vuelve a casa, lo hace exigiendo, consiguiendo así, con sus demandas, obtener parte de la recompensa que la hormiga se ha estado currando...

martes, 26 de mayo de 2015

Porque el fútbol también tiene héroes

Hoy pienso que por culpa de algunas noticias que descubro, como cuando un árbitro todavía imberbe sufre una agresión a manos de un padre que tiene más de salvaje que de padre, o veo esos gestos más propias de barriobajeros que de futbolistas de primer nivel, me dan ganas a veces de exiliar al fútbol de mi vida y dedicarme exclusivamente a otros deportes que, sin duda me parecen más sanos y ejemplares.

Sin embargo, ya lo decía Alejandro Dumas, "todas las generalizaciones son peligrosas, incluida esta" y el fútbol no es una excepción, porque el fútbol también tiene mucho que dar y mucho que decir. 

Fue hace ya algún tiempo cuando descubrí a Carlos Matallanas, periodista deportivo del que no sabía nada más que su nombre, de hecho cuando leía algo suyo en elconfidencial.com pensaba que era su hermano, Javier Matallanas, también periodista, con más años y experiencia en el mundo del deporte.

Sin embargo, un día, me quedé parado al leer el título de su blog: "Hola, soy Carlos Matallanas y me acaban de diagnosticar ELA". Fue entonces cuando empecé a navegar buscando más información sobre él, descubriendo que Carlos era el hermano pequeño de Javier, un chaval que había hecho sus pinitos en el mundo del fútbol, y que incluso seguía jugando a nivel amateur en un equipo de tercera división y que ahora, al igual que su hermano mayor, se había metido de lleno en el periodismo deportivo. 

A partir de ese post, comencé a seguirle, un poco por curiosidad y sobre todo por admiración. Era increíble ver con qué objetividad narraba su propia historia, una historia de la que él, desde el primer momento, ha sido consciente de que no va a tener un final de Disney. Y sin embargo ahí estaba, echándole coraje y sacando fuerzas para contar su historia con el fin de dar a conocer una enfermedad tan cruel como extraña y caprichosa.

Día a día Carlos ha ido describiendo cómo la maldita enfermedad se va apoderando de su cuerpo y de su vida y, sin embargo, él sigue luchando. No niega la realidad ni habla de sueños inalcanzables, pero no se resigna a dejar de vivir los días que le quedan. 

Estamos hablando de hace tan sólo 8 meses, y sin embargo, hoy Carlos ya ni siquiera puede hablar. Pero sigue escribiendo y sobre todo, sigue viviendo, en el sentido más amplio de la palabra. Sigue disfrutando, sigue trabajando y sobre todo, sigue luchando, como hacemos todos, desde que se levanta hasta que se va a la cama.

Y entonces aparece Fernando Torres, amigos desde la infancia y compañero de goles del hermano de Carlos, cuando siendo un chaval ambos se iniciaban en este deporte, ha estado desde el primer momento al lado de Carlos, en la intimidad, como los amigos de verdad. Carlos nunca le ha pedido nada, y sin embargo, fue Fernando el que le propuso realizar un proyecto, una entrevista muy especial. 

No es Fernando Torres persona muy dada a los focos y a mostrarse abierto contando su intimidad, pero sin embargo, la ocasión merecía la pena y así se lo hizo saber a Carlos, quien agradeció el gesto de su amigo, para así, que todo el mundo sepa más de esta enfermedad, y de camino, aunque es lo de menos, descubrir a dos grandes personas.

Citaba antes a Alejandro Dumas para alertar del peligro de generalizar, pero me quedo con esta frase del propio Carlos: "Modestamente, les invito a que no vuelvan a generalizar en esto ni a infravalorar el deporte o el fútbol en sí mismos. Lo practiquen o no, sean aficionados o lo detesten, conviene no poner etiquetas tan dañinas e incompletas. La facilidad para discernir que este era el momento de hacer lo que ha hecho respecto a mi enfermedad es una virtud de Fernando Torres, futbolista".





Aquí os dejo el vídeo de la entrevista, yo mientras tanto, seguiré leyendo a Carlos, esperando que siga escribiendo mucho tiempo, y aunque él no le guste hablar de milagros, seguiré esperando un milagro, ¿quién sabe, Carlos? Puestos a creer en milagros, quién mejor que un luchador como tú para ser su protagonista. Y también seguiré viendo a Fernando jugar el fútbol, pero de ahora en adelante lo veré con otros ojos, lo apreciaré y lo admiraré no sólo como futbolista, sino también como persona, porque el fútbol también tiene héroes...

sábado, 16 de mayo de 2015

De 20 miradas perdidas

Hoy pienso que el pasado martes era un día importante, el Barça se jugaba el pase a la final de la Champions y yo tenía una tarde complicada y cargada de compromisos que quería rematar viendo el partido con los amigos. 

Dos días antes, Jorge Pastor, periodista, artista y, en los ratos libres amigo, me mandó un mensaje claro y directo, sin preguntas, así a bocajarro: "dime donde te recojo el martes a las 20:30 para ir a la inauguración de mi exposición".

Mi primera reacción fue soltar una sonrisa incrédula, era la tercera vez que me invitaba y siempre me había pillado liado con otra cosa, ¡otra vez era imposible!. De forma espontánea y algo resignado le contesté que, una vez más, me era imposible que lo dejábamos para otra ocasión, que seguro que habría más.

Sin embargo, durante un rato estuve dándole vueltas al asunto, realmente este Jorge es un tío obstinado y tras seguirle en las distintas redes sociales, estaba seguro de que su exposición tenía que merecer la pena, si no, seguro que no insistiría tanto. Finalmente conseguí aparcar otro evento previsto para esa tarde y hacer de tripas corazón perdiéndome el reencuentro de Guardiola con su querido Camp Nou.

La exposición tenía lugar en Linares, y Jorge se ofreció gustoso a llevar su coche, a las ocho de la tarde, con él de chófer, guía y amenizador del trayecto, contando anécdotas varias, propias de un corresponsal como él, de los que viven con pasión cada minuto de su trabajo y cada renglón de sus artículos. Ahí es cuando uno se da cuenta de que cuando Jorge enfoca el angular, el resultado no es una mera instantánea, sino un relato lleno de palabras invisibles.

El garito no podía ser más ideal, "La Galería" se llama, un café vestido con gusto, relativamente nuevo, y regentado por Agustín, un tipo con arte y con algunas exposiciones ya a sus espaldas, aventurado ahora en la arriesgada tarea de dar a conocer el arte de la tierra, una labor tan bonita como difícil.

Una vez allí, me esperaban 20 retratos distintos, cada uno único y diferente, donde su protagonista habla por sí solo. Sin embargo, tuve el privilegio de asistir a una explicación de su propio autor, y así, Jorge fue describiendo la pequeña intrahistoria de cada foto consiguiendo que, al terminar y echarle de nuevo un vistazo a las instantáneas, fuesen ellas las que te siguiesen contando, hablando, susurrando...

Y como siempre suele ocurrir en estos casos, lo mejor de todo la compañía, ver allí a un genio del arte como es Belin, corriendo sin aliento detrás de su renacuaja y más preocupado por la exposición que su propio autor, no hace sino duplicar esa fascinación que ya sentía por él, porque ahora puedo admirarlo como artista y apreciarlo como persona.

También hubo tiempo de conocer gente interesante, como Marga, una chica de Lleida que pasaba por allí por circunstancias de la vida. También pude adentrarme en personalidades como la de Julio Ortega, protagonista singular de una de los retratos de la exposición, un tipo curioso, de esos que podrían estar hablándote toda una noche de su vida y cada minuto podría dar para una novela. Cortador jamonero, torero (que no matador, como él me aclaró), rapsoda, cantaor de flamenco, poeta y currante por necesidad, tuve el privilegio de escuchar algunas enseñanzas de la vida de esas que sólo se aprenden viviendo, y desgraciadamente sufriendo.


Y así acabó la noche, como tienen que acabar estas cosas, con un  botellín de cerveza fresquito entre las manos y hablando de sentimientos y de vivencias rodeado de 20 retratos que, incluso allí, de fondo, seguían contando cosas. Lástima que a esa misma hora estuviesen en Munich pegando patadas a un balón y esta exposición no tuviese todo el relumbrón que merecía. Aún así, a los que os pille cerca, os recomiendo que os acerquéis a Linares, en el Café La Galería y degustéis las 20 miradas perdidas con las que Jorge quiere que encontremos la nuestra...

martes, 28 de abril de 2015

¿Pudiste sentirlo, Lucas?

Hoy pienso que quiero darte las gracias, querido Lucas.

Hace un año escribía aquí mismo mi primera experiencia corriendo la Rock&Roll Maratón de Madrid. 

Entonces describía mis sensaciones, la ilusión previa a la carrera, el sufrimiento durante el trayecto y el gran orgullo de traspasar la meta. Hablaba de la gran organización, de las miles de personas que no dejan de animar a todos los locos que se calzan las zapatillas y me acordaba sobre todo de mi angelito Leticia y de mi hermano, sin el cual no habría sido capaz de terminar aquella aventura.

Un año después todo pintaba parecido, misma ciudad, mismo recorrido y mismo hermano, quien una vez más, estaba allí esperándome el día de antes con la mismas ganas y quizás incluso más ilusión, y es que no deja de sorprenderme su dedicación y su ánimo, ese que me hace sentir durante la carrera como si yo fuera el que le acompaña a él en esta aventura. 

Hasta ahí todo similar,  es cierto, sin embargo, en realidad todo era distinto. Esta vez me acompañaba Ana, mi fiel escudera, que se iniciaba como corredora con los 10 km. El reto tampoco era el mismo, ahora no me bastaba con acabar, quería mejorar mi marca personal. Pero sobre todo, desde hace un mes, nuestra carrera tenía un nombre particular y muy especial, el tuyo, Lucas.

Ana y yo teníamos un gran reto por delante y nos faltaba un punch, ese impulso que nos ayudase a no desfallecer cuando nuestras fuerzas flaqueasen y qué mejor que utilizarte a ti, como inspiración, un pequeñajo de edad y cuerpo pero grande de corazón, de energía y de fortaleza.

Y así llegó el domingo, mi carrera empezaba a las 9:00, y el tiempo no acompañaba. Esta vez el hombre del tiempo lo había clavado y las nubes presagiaban lo peor. Me puse mi camiseta impresa con tu nombre, mis zapatillas multicolores y empecé a correr.

Los primeros kilómetros pasaron rápido tratando de coger el ritmo, evitando codazos y vigilando tropezones. Poco a poco me fui centrando, las calles despertaban lentamente y a pesar de que la lluvia asomaba ya de forma tímida, la gente empezaba a espolearnos. Fue ahí cuando, sorprendido, escuché tu nombre por primera vez: -"¡Ánimo Lucas!"-, me pareció oír  mi izquierda. Miré y vi a una chica que me aplaudía sonriendo. ¿Pudiste sentirlo, Lucas?. 

No debieron pasar ni doscientos metros cuando volví a escuchar otro grito de ánimo, -"¡Venga, Lucas!"-. Volví a sonreir y a dar las gracias levantando mi dedo pulgar. Los ánimos siguieron sucediéndose, aunque seguro que ya lo sabes, porque podías sentirlo, ¿verdad Lucas?  

Debió ser por el kilómetro 15 cuando me los topé por primera vez, para entonces mi hermano ya me había encontrado un par de veces, pero esta vez delante mía, dos chavales me decían, -"Venga, por Lucas, campeón, que te seguimos!"-. Les sonreí mientras trataba de fijarme en su cara, por si me eran conocidos, ya que ese saludo fue algo distinto... Los aplausos y alientos se fueron sucediendo a lo largo de la carrera, pero lo curioso es que cada 5 kilómetros me encontraba a esta pareja, dos tíos jovenes, que me animaban como si me conociesen... o más bien como si te conociesen a ti. -"¡La cuarta, tío, ánimo Lucas, nos vemos en 5 kilómetros!"- ¿Pudiste sentirlo, Lucas?

Fue en el kilómetro 37 cuando me acerqué a ellos mientras me decían sonrientes, -"¡esta es la sexta vez que nos vemos, ya queda poco, por Lucas, vamossss!. Me acerqué a ellos, les choqué la mano y les dije con el poco aliento que ya entonces me quedaba, - "en la meta nos vemos, os debo un abrazo"-. 

Y fue a falta de cuatro kilómetros cuando noté las fuerzas flaquear, me costaba encontrar el aliento y ni siquiera mi hermano, que se desgañitaba gritando y corriendo a mi lado durante unos metros, lograba hacerme recuperar el ritmo. Sentía las gotas de lluvia como granizos en mi cara y mis brazos congelados se movían inertes. Entonces volví a escuchar tu nombre entre aplausos: -"Ánimo, Lucas"- . Y fue cuando me viniste a la cabeza. ¿Pudiste sentirlo, Lucas? 

Eres un ejemplo, un renacuajo como tú, de tan sólo 4 años, que es capaz de mantener su sonrisa, de luchar en silencio contra esa maldita enfermedad llamada cáncer, de seguir haciendo felices a sus padres cada día, de tener ganas de jugar, de vivir, de llorar, de cantar... y todavía con fuerza para regalarme su energía. Gracias por sentirlo, Lucas.

Gracias Lucas, porque estoy seguro que, desde tu camita, esa que pronto cambiarás por el patio de la calle, pudiste sentir los cientos de gritos que cantaban tu nombre, mientras tu fuerza aliviaba mis calambres y me tapabas la lluvia. Pudiste sentirlo ¿verdad, Lucas?

Gracias por el hálito que me regalaste, porque aunque fuerza te sobra, no debes compartirla, tienes que guardarla para ti, sólo por si las moscas.

Y así, en confianza, permíteme un sólo reproche, aunque me duelen las piernas, los brazos, la espalda y hasta el cuello, las mayores agujetas las tengo en el dedo gordo de mi mano, de tanto agradecer a la gente su aliento... y tú tienes la culpa, querido Lucas.

Gracias Lucas, por dejarme ser tu amigo, por ser mi referente y sobre todo, por tener tanta garra y valentía, porque mi carrera de ayer no es nada comparada con la tuya. Aunque Lucas, te diré algo, sé tu secreto, cuentas con una gran ventaja, tu padre, tu madre, tu hermana y toda tu familia. Porque al lado de ellos, que tanto te quieren, que tanto te miman y que tanto te apoyan, ¡la medalla de oro la tienes asegurada!

Nos vemos en la próxima carrera, Lucas, pero esta vez, tú me animas.




jueves, 16 de abril de 2015

Dos más dos no son sólo cuatro

«Libertad es la libertad para decir que dos más dos son cuatro. Si eso está asegurado, todo lo demás le sigue.»
1984

Hoy pienso que fue Platón el que fundó la Academia en 388-387 a. de C. en honor al héroe Akádemos, esta institución se puede considerar la primera Universidad de Europa, porque no sólo se daban clases de Filosofía sino que también se enseñaba Matemáticas, Ciencias Físicas y Astronomía. 

Platón no sólo dirigía la Academia sino que también daba clases; mientras sus discípulos tomaban notas, Platón hablaba, disertaba, incitaba al debate e invitaba a pensar. Amistad y diálogo eran sus máximas. Las mismas que las de su gran maestro, Sócrates, y las de Aristóteles su discípulo más aventajado.

Casi dos mil años después, fueron los humanistas, en el Renacimiento, los que volvieron a darle a la educación un papel fundamental en la sociedad, en los chicos y su docencia residía la base del progreso, y esta tenía que empezar por el respeto al niño, oponiéndose a la enseñanza escolástica y a la severidad en la disciplina. Aspiraban a desarrollar en ellos la curiosidad y el interés por los conocimientos y a partir de ahí, que ellos mismos se preguntasen el por qué de las cosas, tratando de buscar la causa, ganando conocimientos por el camino.

Dos grandes sociedades, ricas en todos los aspectos, partían de mimar el pensamiento y la creatividad desde la infancia.

Y llegamos a nuestra sociedad. Hoy leo el nuevo borrador del Real Decreto que desarrolla la LOMCE (Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa) es decir, lo que viene a regular la educación de nuestros niños, o también, el futuro de nuestra sociedad.

No soy un profesional de la docencia, así que no he querido entrar a fondo en la misma, que seguro que tiene muchas cosas buenas, sin embargo, me quedo con una cosa, que la selectividad sea tipo test. Las preguntas serán de opción múltiple con cuatro alternativas distintas y respuestas por completar. Bueno, al menos tendrán que escribir algo, para el apartado de "expresión escrita", y es que valorar la expresión escrita mediante un tipo test sería ya tratar de cuadrar el círculo.

Los tipos test son para lo que son, pero desde luego, cualquier docente, y me atrevería que todos los que han sido estudiantes, estarán de acuerdo conmigo que un examen tipo test supone una gran limitación. Primero por la propia forma de aprender, sin necesidad de improvisar y sin oportunidad de demostrar la propia sapiencia. Por otro lado, elegir una opción de cuatro distintas que ya vienen dadas, supone también, para el profesor, acotar la evaluación e ignorar los verdaderos conocimientos de un alumno.

No, no es lo mismo explicar por ti mismo un poema de Rafael Alberti, como me pasó a mi en la Selectividad, con sus recursos, sus metáforas y la propia interpretación que uno percibe y siente al leer la obra, que marcar con un asterisco si el autor de "Si mi voz muriera en tierra" es  Góngora, ShakespeareAlberti o Vicente Aleixandre y si el recurso literario del segundo verso es una aliteración o una onomatopeya.

Vale, me dirán algunos, en literatura quizás estés en lo cierto, pero para matemáticas es más útil un tipo test, porque dos más dos son cuatro... esa frase me suena... y es que si nos paramos a pensar, en realidad, no, es igual resolver un problema matemático, exponiendo todo el proceso y el desarrollo que has seguido, que marcar con un círculo el resultado. La capacidad de razonar y los pasos seguidos también dan muchas pistas sobre el nivel del alumno, es más, un problema puede estar bien desarrollado y, sin embargo, por un pequeño error, equivocar un 3 por un 5 y que el resultado sea erróneo. Sin duda, ese alumno merecería aprobar, sin embargo, con un examen tipo test no tendría esa oportunidad.

Esta es la sociedad resultadista en la que vivimos. Poco importa la limpieza, la caligrafía, la redacción, la lógica empleada, la creatividad del alumno, su imaginación, su propio pensamiento y su criterio, en general, el desarrollo de su propia personalidad. Ahora todo se resume a una A o una B, porque las respuestas ya nos vienen dadas, mejor así. Dos más dos son cuatro, lo demás sería complicarnos la vida, no vayamos a cuestionarla.

Imagino que el siguiente paso será permitir que junto a la respuesta del tipo test, se pueda poner un emoticono para explicar nuestras sensaciones... Ahorraríamos aún más en palabras y una simple carita amarilla describiría nuestras sensaciones.

Qué casualidad, fue el propio Aristóteles, el discípulo de Platón, el que dijo que "la inteligencia no sólo consiste en el conocimiento, sino también en la destreza de aplicar los conocimientos en la práctica", porque dos más dos no son sólo cuatro y no deben serlo nunca...

jueves, 9 de abril de 2015

Hasta los cojones de todos nosotros

"Dos años largos ha que ciño la corona de España, y la España vive en constante lucha, viendo cada día más lejana la era de paz y de ventura que tan ardientemente anhelo. Si fueran extranjeros los enemigos de su dicha, entonces, al frente de estos soldados tan valientes como sufridos, sería el primero en combatirlos; pero todos los que con la espada, con la pluma, con la palabra agravan y perpetúan los males de la nación son españoles; todos invocan el dulce nombre de la patria; todos pelean y se agitan por su bien, y entre el fragor del combate, entre el confuso, atronador y contradictorio clamor de los partidos, entre tantas y tan opuestas manifestaciones de la opinión pública, es imposible afirmar cuál es la verdadera, y más imposible todavía hallar remedio para tamaños males. Los he buscado ávidamente dentro de la ley y no lo he hallado. Fuera de la ley no ha de buscarlo quien ha prometido observarla"

Hoy pienso que este discurso podría estar escrito hoy día, y sin embargo corresponde a un 11 de febrero de 1873,  y mediante el cual, el Rey Amadeo de Saboya renunció al trono español mientras disfrazaba un retórico "aquí os quedáis, que no tenéis remedio" con este discurso que ni siquiera leyó él. No cabe duda de que era un tío educado, puede que gafe, como afirma Eslava Galán, pero educado.

Volviendo hacia atrás, lo más curioso es que tras la revolución del 68 y la salida forzosa de Isabel II, nuestro Parlamento se planteó cómo rehacer nuestro Sistema gubernamental,  República, Monarquía tradicional, Monarquía sin Rey (?) e incluso Anarquía (??) pedían algunos.Y así, tras barajar distintas opciones se optó por la calle de enmedio, algo así como el "café para todos" de 1978. Ni República ni Monarquía hereditaria, mejor un monarca que venga de fuera, sin raíces ni vicios, y que sea elegido por el propio Parlamento, una decisión que no gusta a nadie, pensaron pero que tampoco es la preferida de nadie.Y así tras una votación no exenta de entresijos fuera y dentro del hemiciclo, por fin habemus Rey, y así lo anunció el Presidente de las Cortes: "Queda elegido Rey de España, el señor Duque de Aosta". De forma austera y simplificada, denotando el carácter democrático de la elección y el comienzo de una nueva etapa en España. 

Una etapa que sólo duró dos años, tiempo suficiente para que este italiano, hijo de Rey, se volviese a su casa y nos dejase con nuestra propia historia, esa que vuelve y vuelve a repetirse. Que fuese o no buen rey poco importa aquí, que no supiese quien era Cervantes tampoco. Lo curioso es su visión de la España de entonces,que servía para la otrora España del "qué buen vasallo si hubiese buen señor" y encajaría también en la España actual del "y tú más".

Tras dos años de lidiar contra el nuevo marco que empezaba a dibujarse en el globo, las conjuras de los Carlistas, las aspiraciones de los alfonsinos, las trampas de los republicanos y las traiciones de los que supuestamente estaban a su lado, decidió hacer las maletas y volver a su tierra natal. Y así llegó la ansiada República, esa forma de Estado que para muchos es la panacea. Una república que Emilio Castelar anunciaba "Con Fernando VII murió la monarquía tradicional, con la fuga de Isabel II, la monarquía parlamentaria, con la renuncia de don Amadeo de Saboya, la monarquía democrática; nadie ha acabado con ella, ha muerto por sí misma; nadie trae la República, la traen todas las circunstancias, la trae una conjuración de la sociedad, de la naturaleza y de la Historia. Señores, saludémosla como el sol que se levanta por su propia fuerza en el cielo de nuestra Patria".

Y esa soñada República necesitó menos de dos años de aventura en los que sólo fueron necesarios cinco Presidentes, una dictadura encubierta, dos guerras, una dentro y otra fuera, y una Proclamación del Estado catalán para que todos los españoles gritaran al unísono, "¡Alfonso, vente pa España!".

Era tal la caótica situación vivida durante aquella República que mientras en Sevilla, el Ayuntamiento se autoproclamaba "República Social", Cartagena, justo al otro lado de la península, se declaraba Cantón independiente, así, con un par, hasta con moneda propia, el duro cantonal. 

Sin embargo, cuando uno cree que ha llegado al final del esperpento, siempre hay algo que lo supera, y así, cuando el Cantón independiente se ve asfixiado por las tropas españolas, solicitan al entonces presidente norteamericano, Ulisses S. Grant, entrar a formar parte de la Unión  como un Estado más. De nuevo, con un par. 

Cuando uno cierra el libro de la historia y coge el periódico, observa a un ex-ministro traicionado por la propia Ley que él defendió con uñas y dientes, un ex-consejero acusado de corrupción que alega en su defensa ser un simple e ignorante maestro, unos partidos políticos donde sus miembros se lanzan pedradas entre ellos, mientras esconden la mano delante de la cámara, otros partidos donde ya ni siquiera esconden la mano y al de siempre, al incansable Artur Mas en la Universidad de Columbia parafraseando a Obama con su famoso "Yes, we can", al más puro estilo cantonés de Cartagena, uno no puede sino recordar aquella famosa frase de Estanislao Figeras, precísamente durante aquella terrible primera República y la hace suya con todas las letras: "Señores, ya no aguanto más. Voy a serles franco: ¡estoy hasta los cojones de todos nosotros!".