martes, 28 de octubre de 2014

Lázarillos, Rinconetes y muchos ombligos


"Sabes en qué veo que las comiste de tres en tres? En que yo las comía de dos en dos y callabas..."
El Lazarillo de Tormes

Hoy pienso que en esta nuestra España los jueces no dan abasto. Todos los días salen nuevos imputados, nuevas causas, nuevos corruptos. Se habla de millones de Euros con una facilidad que por momentos uno pierde la noción de lo que realmente vale ganar un simple puñado de ellos.

Y tras leer la noticia del día, todos a tirar de cliché, o nos indignamos o tiramos al siempre recurrente "y tú más". Qué manía con mirar siempre al de enfrente y echarle la culpa. Los políticos son unos corruptos. La casta, esa palabra que nos han metido en la coleta, es la culpable de todo.

Sin embargo, cuando uno pasa de la portada y escudriña el periódico, descubre que también hay funcionarios que se pasan de listillos, igual que esos futbolistas que olvidaron la declaración de hacienda en casa, los médicos que trafican con bebés o con órganos humanos, detestables curas que sacian sus oscuros deseos con pobres víctimas indefensas, abogados sin ética que se somatizaron con sus facinerosos clientes, sindicalistas sin vergüenza que se vendieron por un pantalón de pana diseñado por Versace, empleados de banca que se cansaron de ver pasar tanto dinero por sus manos sin catar su dulce sabor...

Pero no toda la realidad se dibuja en los noticiarios. La vida nos enseña que también hay tramposos escondidos bajo la legitimidad de nuestra propia condescendencia. Colegas que se cuelan en el cine, vecinos que nos roban la señal del Wi Fi, compañeros de trabajo que hacen un sinpa en el bar de la esquina, primos que no pagan la comunidad de vecinos, conocidos que fueron a Bruselas y estuvieron toda la semana viajando gratis en el tranvía porque nadie les pedía el billete o amigos que el domingo piden en el restaurante la factura de la comida familiar para desgravarla como gasto de trabajo.

Es hora de estudiar anatomía y conocer el ombligo, porque todos tenemos ombligo, señores, miren hacia abajo y descúbranselo. Los políticos son la mera consecuencia de una forma de vida en la que, simplemente, han tenido acceso a más dinero y más poder, cambiando el aprobado del hijo de un amigo por la concesión de una obra de 150 millones de Euros.

No es nada nuevo, hace 5 siglos se escribía tanto sobre la eufemística picaresca que acabó dando lugar a un género literario, hoy nos reímos del pillo de Lázaro y la de garrotazos que se llevó del ciego burlón. Y es que cuando recuerdo la historia de Pedro Rincón y Diego Cortado, no puedo por menos que pensar la de cofradías de monipodios que existen casi 500 años después.

Todos los políticos no son corruptos, pero empieza a parecer lo contrario. Lo peor no es que cada día tengamos un nuevo escándalo, sino que cada escándalo esté aliñado por tantos millones de Euros. Los principales partidos políticos tienen que ponerse las pilas.

Cuando uno lee que el Partido Popular ha expulsado a los protagonistas de los últimos escándalos, piensa que se lo van a tomar en serio, entonces sale el portavoz del PSOE y habla de acabar con la corrupción, y sonrío esperanzado, pero en seguida paso la página y leo que la Junta de Andalucía quiere dejar a la juez Alaya al margen de la investigación que inició hace más de un año y que supone destapar una de las mayores tramas de corrupción de este país (si todavía es posible). Y veo que nada ha cambiado.

Guzmán de Alfarache, tuvo que verse encerrado en galeras para reflexionar y preguntarse angustiado: " ¿Ves aquí, Guzmán, la cumbre del monte de las miserias, adonde te ha subido tu torpe sensualidad?". ¿Nadie reconocerá que en España, el monte de las miserias hace tiempo que se colapsó y que aunque con overbooking, sigue teniendo cabida para más y más corruptos?


No me cabe duda de que todos los partidos políticos tienen un gran trabajo por delante, convencernos de que ellos no son tan malos ni están tan adulterados si es que no lo son. Tenemos que exigirles una metamorfosis que nos haga volver a creer en ellos, porque seguramente, al contrario que la mujer de Julio César,  ya no vale con parecer honesto, ahora también hay que serlo. Es su última oportunidad, porque mientras tanto, sólo nos quedará creer en aquellos que desde la barrera propugnan un cambio, sin un destino claro y sin más argumentos que la propia basura que nuestros gobernantes lanzan.

El otro día un amigo me decía que si él iba en un autobús y veía al conductor borracho, prefería dejar que un ciego condujese antes que seguir dejando el volante al beodo. Es un disparate, pero no deja de tener su sentido, un triste sentido. Puestos a estrellarnos ¿mejor hacerlo en manos de un ciego que de un borracho?

Seguro que en el autobús tiene que haber buenos conductores, con menos experiencia, quizás acostumbrados a conducir únicamente su turismo, pero conocedores de las normas de tráfico y dispuestos a asumir el riesgo. Es hora de encontrarlos y reclamar a los partidos políticos que los lideren. Y no olvidar nuestro ombligo, pongamos de nuestra parte, seamos los primeros en demandar bajo la propia autoexigencia, para que así ningún ciego nos pueda decir que él comía las uvas de dos en dos, mientras nosotros lo hacíamos de tres en tres... 


miércoles, 15 de octubre de 2014

Hay corazones que de razones sí entienden

Hoy pienso que cada día entiendo más el dicho de que el corazón tiene razones que la razón no entiende. !Me duele tanto que me guste tanto el fútbol!

Leía el otro día que el mejor nadador de todos los tiempos, Michael Phelps, ha sido sancionado a 6 meses sin poder competir con su selección, por conducir borracho, y por tanto se quedará sin acudir al próximo mundial de natación en Kazán, Ya está, así de fácil. Poco les ha importado que su presencia garantizase a su país varias medallas, lo primero es lo primero y los valores no entienden de excusas.

Hace un par de días también me hice eco de la noticia de un Director de un Instituto norteamericano que suspendió el programa completo de fútbol americano porque se habían dado varios casos graves de bullying a algunos jugadores del equipo por parte de los más veteranos. "Tengo que asegurarme de que entendemos lo que representa el fútbol", sostuvo el Superintendente. "Es un deporte. Cuando se lo considera algo más que un deporte, pasan estas cosas".

Y mientras, aquí seguimos jaleando a nuestros gladiadores, esos chicos que dejan los estudios a los 12 años y que con 18 ya tienen el deportivo rojo y la  muñeca hinchable a su lado. Esos mismos chicos que cuando marcan un gol no dudan en remarcar su valía, señalándose su nombre, son los que simulan agresiones, pegan mordiscos, se pelean con sus compañeros por tirar los penaltis y fuman y beben, montan orgías en las concentraciones y tan sólo se preocupan por que no se les seque la espuma del pelo.

Esos jugadores no tiene la culpa, tampoco la tienen los que les pagan, esos que inflan las comisiones y se las llevan en bolsas de basura....ni siquiera el Estado es culpable de permitir que acumulen grandes deudas al erario público. 

Son nuestros protagonistas del pan y circo. Poco importa que defrauden a Hacienda o que se dejen perder por un puñado de Euros. Ellos nos permiten soñar, por eso desde que son pequeños y los llevamos al coliseo, les gritamos, amenazamos al imberbe árbitro y escupimos al niño que le roba el balón a nuestro pupilo. 

Esos son nuestros valores, porque en el fútbol todo vale. Y si un entrenador le mete el dedo en el ojo al contrario, será que se lo tenía merecido, todo sea por levantar la copa. Mi hijo me guiña el ojo y me dice: "Eso le ha dolido, ¿eh, Papá?" y yo le sonrió, ¡menudo machote tengo en casa!

Es que ganan mucho dinero, y el dinero vicia lo que toca... Sin embargo, ves a un profesional del tenis, ese deporte de pijos, individual y poco sufrido, se llama Rafa y  ya es millonario. Por fin gana a su máximo rival, al mejor jugador de todos los tiempos. Le pasan el micro, es momento de reivindicarse y sacar pechito.... Sin embargo, él sólo tiene palabras de consuelo para su compañero y amigo, "tranquilo, Roger, eres el mejor y volverás a ganar, te lo mereces". No, me digo, el deporte no se vicia sólo por dinero.

Hace poco, un amigo muy amigo con alguna influencia muy influyente me invitó a ver un partido de la Ñ. Antes del evento, pudimos entrar en el hotel y compartir unos minutos con los jugadores.... Allí tenías a leyendas vivas andar a tu lado, reír y no negar ni un autógrafo, ni tampoco un incómodo selfie. A pesar de su altura, no te miran por encima del hombro. Un tal Gasol, con méritos suficientes para ser un divo se retrasa a la hora de subir al autobús. Tocan el claxon, "vamos Pau, ¡pesado!" le dice, entre risas, Juan Carlos . Pau, sigue firmando autógrafos a todos los niños. Se disculpa pidiendo perdón, "me voy, que a este paso no jugamos" me dice con una sonrisa y posando para mi móvil. Lo dicho, no es el dinero lo que vicia el deporte.

Me tomo una cerveza con un colega y la tele encendida, acompañando, con el  de fondo verde, es un partido de rugby, "¡qué tíos más burros!" Me dice mi amigo, mientras termina el match y los vencedores hacen un pasillo al otro equipo. Ahora sale un tal Gómez Noya, sudando y en mallas cruzando la meta, entonces, sin levantar casi los brazos se da la vuelta, espera un poco y abraza al que llega segundo. "¡Correr es de cobardes!" Refunfuña mi amigo abriendo otra lata de cerveza. "Anda, cambia, que ya va a empezar el fútbol!" 

Antes de empezar el encuentro, anuncian leche asturiana, sale un chico  gallego, al que nadie gana en medallas olímpicas y que anda entrenando en Brasil, con su canoa a cuestas y peleando los 4 euros que le dan para poder competir en las próximas olimpiadas. No tiene coche, ni anuncia calzoncillos, pero no tiene rencor, tampoco pone sus pulgares señalando su nombre a la espalda. Él sólo entrena, mientras trabaja enseñando a los brasileños a dar paladas, ese es el trato.

Bueno, dejémonos de tonterías, que empieza el partido y poco más importa. Ya no tengo remedio, pero entonces mi enano se levanta y me dice, "¡vaya rollo, Papá!". Y yo me sonrío y le digo a mi corazón, "aprende, tontorrón, porque hay corazones que sí atienden a razones y ellos sí entienden"