miércoles, 24 de diciembre de 2014

Os deseo Feliz Navidad

Hoy pienso que hace exactamente 2014 años, una pareja joven, de viaje, andaba buscando refugio para poder pasar la noche que se avecinaba... él, tierno e infatigable, no cejaba en su empeño de encontrar un sitio donde ella, callada y paciente, pudiese descansar un rato...

Esta es nuestra historia, poco importa si ya en Mesopotamia celebraban en estas fechas un  festival en honor al dios Mardduk, si en la antigua Roma era Saturno el protagonista o en Persia, la actual Irán, las familas se mantenían en vigilia toda la noche, alimentando el fuego para ayudar al sol a combatir la oscuridad en su fiesta de Yalda. Los celtas celebraban el amor y la fertilidad y dioses como Osiris, Horus, Apolo, Mitra, Dionisio o Baco nacieron en estas mismas fechas.

Es el solsticio de invierno una fecha singular, donde la noche es más larga y el día mengua, y eso a lo largo de la historia no ha pasado desapercibido para ninguna civilización.

En China, festejan el Dong zhi o "la llegada del invierno" con una copiosa comida familiar, en la que, entre otras muchas cosas, comen Tang Yuan, unas bolas dulces de arroz que traerá, a aquel que las coma, unión familiar y prosperidad.

La Navidad puede llamarse de muchas maneras, pero en el fondo, todos celebramos lo mismo, y eso la hace más mágica aún, porque la Navidad, la Yalda iraní o lo que judíos llaman Hanukkah es una excusa para reunirnos, para valorar todo aquello que tenemos y que en el día a día pasa desapercibido, ¿qué importa cómo se llame? 

Navidad es ilusión, es convertirnos otra vez en aquellos niños que fuimos. Disfrutar con cada luz de color, cantar un villancico sin miedo ni vergüenza, olvidar rencores, compartir nuestra alegría y regalar sonrisas, muchas sonrisas.

Al final, todos ansiamos lo mismo, aunque la rutina del día a día y las dificultades que nos encontramos, nos hacen olvidar que la vida es algo que merece la pena disfrutar, sentir y compartir, y la Navidad es ese despertador que puntualmente nos lo recuerda con un timbrazo en el corazón.

Es momento de celebrar, compartir y amar. Tan mágica es la Navidad que uno es capaz de escribir algo tan cursi como esto y sentirse bien haciéndolo. Es momento de besos, abrazos, recordar a los que partieron, reencontrarse con los que en realidad nunca se fueron, dar a los que perdieron, perdonar a los que nos ofendieron, y pedir disculpas a todos los que de una forma u otra, les hicimos sentirse heridos.

Navidad, Christmas, Noël, Eguberria o Nadal, da igual cómo lo llames. No importa si eres más de Papá Noel o de los Reyes Magos, y en realidad, vale lo mismo que prefieras adornar la casa con espumillón o  pintar los cristales con figuras blancas, porque precisamente el espíritu de la Navidad es también eso, respeto, respeto por nuestras creencias, por nuestra cultura y por nuestra historia.

Recuerdo cuando era pequeño y en el colegio celebrábamos el concurso de Villancicos. Todo empezaba en noviembre, cuando en clase de música elegíamos la canción y, desde ese día, empezábamos a ensayar semana tras semana esperando con ansiedad aquel gran día. Aquel día, en cierta forma, y aunque aún quedaba mucho, la ilusión de la Navidad ya llegaba a nuestras vidas.

Hoy me da pena, mucha pena, que en los colegios públicos no haya concursos de villancicos y la Navidad no se viva con la misma intensidad con la que se hacía antaño. Hace unos días, en un ataque de sentimentalismo navideño, quise poner un portal de Belén en mi trabajo y escuché algunas quejas que sin embargo se aplacaron cuando finalmente, buscando la paz digna de estas fechas, opté por el pino con luces y bolas... no sin una mueca sarcástica, ya que, quizás, esos que esgrimieron su secular sonrisa no sabían que fue San Bonifacio, hace 13 siglos quien cristianizó esta costumbre, que venía de Alemania y donde adornaban un roble en honor al dios Odín, y lo sustituyó por un pino, cuya forma triangular representaba más fielmente la Santísima Trinidad. 

Hoy es Navidad, momento de dar la mano y dejarnos de discusiones absurdas, susceptibilidades sin sentido y argumentaciones banales. Hoy es día de querer, de sentir, de recordar y de olvidar, de compartir y de no dejar escapar, de amar, de vivir y de soñar, de comprometernos y de liberarnos, y  por eso, y porque yo lo vivo así, os lo deseo como me enseñaron mis ancestros, mis padres y abuelos, como yo lo he vivido, como yo lo siento, esperando que os llegue como lo que es, un deseo de corazón, para todos vosotros, y perdonadme si lo grito demasiado fuerte, pero no me sale de otra manera: 

¡Feliz Navidad!

  




jueves, 18 de diciembre de 2014

De turismo por Cuba

Hoy pienso que ayer escuché la peor noticia de los últimos tiempos. No, no se ha declarado la tercera guerra mundial, ni tampoco ha habido un terremoto de más de 6 puntos en la escala Richter, ni siquiera se trata de un atentado contra un rascacielos.

Ayer Obama confirmó que abre una nueva etapa de diálogo con Cuba. Han pasado 53 años desde que Eisenhower decidiera romper relaciones con aquel nuevo Gobierno que imponían dos barbudos revolucionarios, el Ché Guevara y un tal Fidel.

Llevo años diciendo que tengo que visitar aquel país. Curioso por su estilo de vida, por su cultura y alegría y, sobre todo, por su capacidad de supervivencia.

Obama me ha fastidiado el plan, ahora, cuando vaya, no podré ver esos palacios de antaño convertidos en auténticas ruinas chivatas de un sistema tan injusto como corrupto. Ya no podré sonreír al ver que sus autobuses urbanos son los autocares de los años 60 donados por pueblos como Bollullos del Condado.

Adiós al forzado talento sobresaliente. Internet dejará de tener un aliado en esas fotos que recorren las redes sociales con inventos que, por necesidad, los cubanos tenían que ingeniar, como la plancha de planchar que sirve de plancha de parrilla, la bicicleta que vestía volante en lugar de manillar, el coche utilizado de patera para llegar a la costa de la libertad o el ordenador hecho con un televisor y una máquina de escribir con el fin de leer, expresarse y sentir como un ser humano con autonomía propia.

Ya no podré sentirme multimillonario con un par de billetes de 20 € por la Isla, ostentando el poder  que otorga saber que con la cartera llena, todo cubano es capaz de cualquier cosa por una migaja de céntimo, a riesgo incluso de olvidar la dignidad para dejar por un rato la miseria. 

El turimo sexual dejará de ser un reclamo. Horror de los horrores, ¿dónde iremos ahora a aprovecharnos de la desesperación de personas de un país en decadencia?

Nuestro Willy, perderá su refugio, ese desde donde esconde su desnuda mentira, disfrazándola de una terca certeza, que sólo existe en sus palabras y que dudo que él mismo crea.

No todo está perdido, ahora que Cuba va a perder su victimismo y quizás vuelva a emerger como aquella paradisíaca isla que un día fue para sus propios habitantes, a nosotros siempre nos quedará Venezuela, la gran heredera, quien en pocos años verá envejecer sus casas mientras se destiñen sus palacios. No hay mal que por bien no venga, esperaré un par de meses, y podré oler sus avenidas, esas que un lerdo populismo empieza a enfangar de pobreza.

Quizás si espero un poco más, un año... puede que dos a lo sumo, no tendré que seguir abominando a Obama por fastidiarme mi viaje, con suerte, nuestro Pablito consigue traer a mi casa, a mis calles, a mi pueblo toda esa indigencia. Ese día, puede que ese día, algunos cubanos nos donen sus autobuses usados, se hagan fotos en las puertas de nuestras iglesias sin barniz... y algunos hasta luchen en nuestro nombre por conseguirnos la libertad de la que ellos gocen.

Entonces Willy podrá volver a casa, si no decide quedarse para disfrutar tranquilo de aquello, mientras nosotros recordaremos a Obama por no dejarnos disfrutar de la instantánea de aquella Cuba para turistas, mascando la desdicha desde el otro lado del objetivo.

sábado, 13 de diciembre de 2014

Y se fue tan pancho...

Hoy pienso que el otro día, en la sala de espera del dentista, me encontré a un conocido al que hacía mucho tiempo que no veía. Tras los protocolarios saludos y las clásicas preguntas por la familia, la salud y el trabajo, nos fuimos metiendo en los temas cotidianos, el fútbol, la política... y así, de pronto, salió el tema de Marc Márquez, el joven campeón de Moto GP que ha decidido hace unos días establecer su residencia en Andorra y así pagar menos impuestos.

- "Este chaval, con su carita de bueno, es un defraudador. A ver si Hacienda va a por él también y lo caza ". Me decía irritado. 

- "Bueno, realmente, si cumple los requisitos legales para establecer su residencia allí, no hace nada malo, ¿no? Imagino, además, que, sólo por el tiempo que pasa recorriendo los circuitos del mundo, lo cumplirá sin problema. Delito, lo que se dice delito, entonces no hay..." Le contrarrestaba yo en tono pacífico.

- "Aún así, pues que pida la nacionalización andorrana también. ¡Pues vaya un español, que se lleva los impuestos a otro país! Luego bien que saca la bandera española en las carreras y hasta llora el sinvergüenza en el podio cuando oye nuestro himno!" Me decía cada vez más sofocado. 

- "Yo creo que tratar de pagar menos impuestos, siempre que sea de forma lícita y conforme las leyes, no está reñido con los sentimientos hacia unas personas, un lugar o una nación, ¿no crees? Al fin y al cabo es lo que hacemos todos, ¿no? Yo si veo que me puedo desgravar algo, lo hago"

- "Sí, claro, vas a comparar lo que él gana con lo que ganamos nosotros. Este crío, con tan sólo 20 años, posee ya una fortuna, y de forma insolidaria trata de no compartir nada con el país que le ha dado la oportunidad y gracias al cual ha llegado donde está. ¿Y cómo nos lo agradece? Con una patada en el culo y llevándose su dinero a otro país".

- "En cualquier caso, -le explicaba yo- esta chaval, lo que ha conseguido, lo ha conseguido con su sudor y su trabajo y ni tú ni yo hemos colaborado mucho en ello. Quizás bebemos la cerveza que anuncia o vemos sus carreras, lo cual, efectivamente le genera ingresos, pero lo hacemos porque nos divierte o porque, simplemente, nos apetece, pero no por un sentimiento generoso o patrio hacia su persona. Este chaval, como dices tú, ha llegado muy lejos y como cualquier individuo que ha labrado su porvenir y que lo sigue haciendo, por cierto, jugándose la vida montado en una moto a 300 km/h., tiene el derecho y la legitimidad a elegir qué quiere hacer con su dinero. Por cierto, que no debe ser muy alentador tener que regalar al fisco más de la mitad de todo lo que ingresas. Porque, como muy bien dices, él no gana lo mismo que nosotros, y mientras nosotros pagamos un 20 o un 30 por ciento de nuestros ingresos, él da un 52%, es decir, que además de aportar bastante más cuantía, ya que gana más, lo da, además, en mayor proporción.

No me entiendas mal, nunca justificaré un fraude a la Administración, pero si decide trasladarse a otro país y cumple los requisitos legales para ello, me parece una opción tan legítima como cualquier otra..."

En ese momento, la enfermera llamó a mi amigo y lo dejó sin derecho a réplica. Durante un rato estuve enfrascado en mis pensamientos, hasta que me interrumpió el sonido de la puerta. Mi amigo salía con una mano en la boca, dolorido, mientras la enfermera, ya en la entrada, le decía, "son 80€", a lo que mi amigo contestó "Aquí tienes... ¿por cierto, me puedes hacer factura? Pero en lugar de poner 80€, pon 100€, porque como el seguro me cubre el 80%, así me lo abona todo...".

Se acercó seguidamente, me dio la mano con una sonrisa y me dijo: "Me ha alegrado verte, a ver si otro día nos tomamos una caña y terminamos la conversación... y hazme caso, todos estos corruptos y defraudadores, a la trena, ¡panda de mamones!"

Y se fue así, tan pancho...

martes, 2 de diciembre de 2014

De minutos de silencio

"El terrorismo es inmune, se nutre de los minutos de silencio multitudinarios. Sólo la resistencia individual les contraría".
Fernando Sabater

Hoy pienso que son los contrastes los que nos hacen ver las cosas con mayor nitidez y claridad.

Ayer domingo, tras terminar una media maratón en Córdoba, me enteraba de la tragedia acontecida en los aledaños del Vicente Calderón. Fue curioso sentir cómo dos deportes pueden conllevar sentimientos y consecuencias tan distintas. Por poner un ejemplo, el domingo en mi carrera, tras 21 kilómetros de pisar asfalto, a tan sólo 200 metros de la llegada, adelanté a una chica. La verdad, no me quedaba aliento para más, la adelanté con la única intención de llegar cuanto antes y acabar ya. Sin embargo, de pronto escuché cómo otro corredor detrás mía empezaba a darle ánimos a la chica tratando de hacer ese último esfuerzo más llevadero, y yo me sentí mal por no haber sido el que hubiese tenido ese gesto.

Sin embargo, en el fútbol siempre hay hijos de puta, incluso asesinos. No lo digo yo, lo dijo ayer Jesús Gil Marín. Pero no hace falta que nadie lo diga ni que otros lo piensen. Sólo hay que ir a un partido de fútbol para saberlo, incluso ni eso, hace uno años, 16 exactamente, otro hijo de puta, y asesino y también del Frente Atlético, mató de una puñalada a un aficionado de la Real Sociedad cerca del estadio. 

Pero esto no es un accidente, ni siquiera es una reyerta improvisada. Este grupo de vándalos... perdón, de hijos de puta, existen en todos los clubes. Juegan a favor porque se aprovechan del fútbol y las masas para sus violentos fines, sus menos de dos de frente no dan para más. Y los clubes los conocen, y se lo permiten, claro que se lo permiten, y en muchos casos los apoyan e incluso les financian. Así que, Sr. Gil Marín, no tire la piedra y esconda la mano, no les tache de hijos de puta, primero y luego diga que no puede hacer nada para remediarlo.
Pero no es sólo allí, todos los equipos tienen sus hijos de puta. Lógico, estos borregos hacen muy bien su trabajo, animar incansablemente y acompañar a su equipo allá donde viaja. Ese ánimo les viene muy bien, en las frías estepas siberianas, una bengala roja calienta mucho, igual que 4 voces en tu idioma cuando todo son gritos indescifrables. Reconozcámolos, rebuznando son los mejores. 

Y leo en las noticias que en el asesinato de ayer falló el protocolo policial. Ya estamos buscando culpables donde resulta más fácil. Nadie se plantea que esto es culpa de todos, y desde luego, la Policía es la menos culpable.

Los clubes siempre han mimado a sus borregos. Sus viajes son sufragados por el club y sus abonos tienen precios especiales. Recuerdo ver a los Ultras Sur dándole una placa a Mourinho, poco después de aquella vergonzosa pancarta con el "Mou, tu dedo nos señala el camino".

Fue Laporta, como presidente del Barcelona el único que intentó acabar con sus ultras, los Boixos Nois, le costó sudor, imagino que alguna lágrima y casi sangre, porque además de las amenazas, fueron los Mossos de escuadra los que abortaron un plan de los borregos para darle una paliza, plan que contaba con el beneplácito y la complicidad del personal de seguridad del Estado. Sin embargo, Rosell les abrió la puerta, con aquella mágica frase: "son unos chavales muy majos".

Lo curioso de lo del domingo es que tan sólo unas horas después, esa misma noche, en otro partido, Messi se acerca a la banda, le grita el público, le insulta y recibe lanzamientos de botellas y de monedas, una de las cuales le supuso una brecha en la cabeza con sus correspondientes puntos de sutura, Respuesta del árbitro, un acta vacía y tarjeta amarilla a Messi por perder el tiempo. Sin embargo, lo negativo del partido para muchos fue que no se guardó un minuto de silencio previo al partido.

No, no hablamos sólo de ultras, hablamos de padres que, como espectadores gritan e insultan a niños de 7 años, que amenazan a árbitros adolescentes, hablamos de jugadores que fingen y que a veces agreden. Hablamos de declaraciones fuera de lugar de entrenadores y presidentes, de guiños a los ultras desde todos los estamentos. Hablamos de una violencia gratuita que regalamos todos y que tiene su cara más amarga y extrema en estos pobres diablos cuyo intelecto no llega más allá de una bandera radical bajo cuyos colores juegan a acribillar almas.

Por fortuna esta vez no hubo víctimas, esta vez el fallecido fue causa y consecuencia, pero no víctima, porque él, junto a otros bárbaros generó ese dantesco espectáculo que se dio esa mañana, él fabricó su propia muerte y no la de algún inocente que hubiese pasado por allí.

¿Minuto de silencio? Quizás sí, se debería haber guardado un minuto de silencio, pero no en honor o recuerdo al borrego fallecido, sino como reflexión de lo que entre todos hemos creado, porque esto no se arregla con un minuto de silencio, ni con dos ni tres...