jueves, 19 de diciembre de 2013

Mi caco preferido

Hoy pienso que a lo largo de la historia siempre ha habido ladrones que han caído bien, y así, su condición de delincuente ha quedado en un segundo plano, primando otra de sus facetas. 

Imagino que el primer ladrón bueno de la historia fue aquel al que Jesús le regaló descansar a su vera allí arriba y a partir de ahí, durante siglos ha habido todo tipo de ladrones. Ladrones justos, como Robin Hood, ladrones valientes, como Billy el Niño, ladrones románticos como Bonnie y Clide o ladrones con doble rasero, como Francis Drake, un héroe para los ingleses y un villano para los españoles.

Precisamente nosotros, los españoles somos expertos en ladrones buenos. Tenemos nuestro bandolero, Luis Candelas, un pobre ladronzuelo con cara de pena, Lute, un analfabeto descarado, el Vaquilla y por supuesto, nuestro bizco favorito, cuyas vacaciones en Brasil, en cierta forma las disfrutamos todos, nuestro Dioni. Imagino que forma parte de nuestra idiosincrasia. Los americanos tienen a Harry el Sucio, nosotros a Curro Jiménez, cuestión de gustos.

Sin embargo, hoy he conocido a mi héroe chorizo particular, y además de Jaén... ni pollas!

Se trata de un caco a domicilio, quien en plena faena, descubre unas cintas de vídeo con las imágenes más canallas que alguien, incluso un maleante, se puede encontrar. Imagino su cara, cuando al llegar a su casa, con el preciado botín, enchufa una de las cintas y sorprendido, descubre cómo su víctima es un pederasta consumado. ¿Pederasta? Qué palabra más light para describir a un hijo de puta redomado...

El caso es que nuestro protagonista es un saqueador, pero humano, y su código deontológico no le permitía dejar a ese hombre impune. Así que ni corto ni perezoso, realiza una llamada anónima a la policía y les deja debajo de un coche un sobre con las malditas cintas y una nota escrita en la que decía "he tenido la desgracia de que han caído las cintas en mis manos y me veo en la obligación de presentarlas dejando que ustedes hagan su trabajo y puedan meter a ese... en la cárcel de por vida".

Aparte de su refinamiento con los puntos suspensivos y de no cometer una sóla falta de ortografía, su coraje y su valentía para denunciar a ese impresentable lo hacen digno merecedor de todo mi adulación, admiración e idolatría. Lo siento, queridos López Vázquez, Fernán Gómez, Aleixandre y resto de cacos oficinistas. Perdóname incluso tú, querido Jesús Gil, pero este ratero pasa a mi altar particular.

Y ahora, con suerte, la policía consigue armarse de pruebas, el juez logra condenar a este malnacido y ningún tribunal europeo permite que vuelva a ver la luz del día. Por lo demás, ojalá sus vícitmas puedan volver a cerrar los ojos una noche y no sentir un escalofrío al recordar su cara.

Y si algún día, mi ladrón favorito lee esto, le invito a que me meta la mano en el bolsillo sigilosamente y prometo mirar para otro lado mientras me roba la cartera... 

sábado, 14 de diciembre de 2013

Es la actitud, estúpido cáncer

Hoy pienso que ella tenía tantaytantos años, aunque aparentaba alguno menos.

Con tanto temperamento como simpatía, esas eran sus dos grandes virtudes y sus dos peores defectos, cosas de la gente con estrella. Y claro, como no podía ser de otra manera, en seguida conectamos. Imagino que será mi sexto sentido para arrimarme a ese tipo de personas que mucha gente no soporta y otros temen, pero que, sin embargo, están tocados con un halo de gloria y cuyo mérito reside en que nadie le regala, porque todo lo que consiguen lo hacen a base de esfuerzo y trabajo.

Un día me llamó por teléfono, y así, con su basta franqueza, esa que tan poco gustaba a muchos, pero que la hacía transparéntemente sincera y limpia, me lo soltó a bocajarro.

- Buenas, llamo para pedirte disculpas. -Me dijo.-Voy a tener que dejarte tirado en la reunión de mañana. Lo siento de veras, pero no podré asistir y tendrás que ir sólo".

Llevábamos más de dos meses preparando aquel evento, un acto al que irían más de 30 invitados de varios países europeos, y que habíamos estado coordinando ambos, cada uno desde su área.

- ¿Y eso? ¿Te ha surgido un plan más interesante? ¿Me dejas por otro?. -Le contesté con cierta sorna.

- No, es que el otro día me noté un bulto en el pecho, me he hecho unas pruebas y tiene mala pinta. Esta semana me dan los resultados y la verdad, no estoy para charlas y sonrisitas.

Me dejó helado, con la boca abierta y sin una palabra acertada que decir. Si hay algo para lo que no sirvo es para este tipo de situaciones. Le dije que no pasaría nada, que seguro que al final no era nada y todo quedaba en un susto. Pero ella con su dureza innata, me dijo la cosa pintaba mal pero que estuviese tranquilo, que no pasaba nada, que ya estaba preparada para lo peor, aunque es cierto que estaba algo asustada y que ir a un evento de ese tipo no era lo más adecuado.

Ahí la tenéis, afrontando un posible tumor maligno, y era ella la que estaba disculpándose y tratando de tranquilizarme, hay que joderse, pensé.

Recuerdo que al colgar el teléfono, me quedé un rato callado, sin hacer nada, sentado en mi despacho, sorprendido, pero al mismo tiempo admirado. Esta mujer era increíble, en un momento así, fue capaz de reconocer su miedo, sincera y serenamente, mientras me hablaba de manera pausada y sensata,  mostrando sensibilidad, sin querer dar pena,  pero sin tratar de esconder sus sentimientos.

Los peores augurios se hicieron realidad, le detectaron un cáncer de mama. Lo demás, como en todos estos casos, vino rodado, pruebas, más pruebas y calendario para operación, quimio...

Durante todo ese tiempo, mi destino cambiaba y dejaba Madrid, así que un par de semanas antes la llamé para decirle que volvía a mi tierra, Jaén. Le dije que quería despedirme de ella, tomarme una cerveza y reírnos del mundo y algunos de sus habitantes con nombre y apellidos, como solíamos hacer cuando nos juntábamos.

Como era habitual, me contó sus experiencias, sus encuentros y desencuentros con los médicos y sus distintas reacciones ante el dichoso veneno que tanto daño le hacía pero que paradójicamente le salvaría la vida.

Nos juntamos un día, el día que ella quiso, el día que ella sacó fuerzas. -Iré con peluca, espero que no te asustes. - Me dijo, así, con su escasa sutileza.

- No lo digo por decir, estás más guapa y radiante que nunca. Algo más delgada, vale, pero tu piel está como más suave, más brillante.

- Bueno, eso es porque al dejar el alcohol y comer tan sano, estoy descubriendo sus beneficios. Es cierto, mi cuerpo se siente bien, y eso se nota.

Así es ella, siempre sacando el lado positivo de las cosas. Y así estuvimos toda la noche, un rato corto, porque estaba agotada, pero intenso. Nos reímos de su cambio de look, pasando de un pelo largo rizado a un pelo también largo, pero liso que además no le quedaba nada mal.

-Mi madre, a la que no le he dicho nada de mi historia, me regañó por lo del pelo. ¿Pero qué te has hecho, niña? Me dijo. No se dio cuenta de que era un peluca.

- Es que yo, por mucho que miro y remiro, no termino de creerme que es un peluca. Te queda fantástica, en serio.- Le dije, y lo sentía de veras.

Ahora en la distancia, seguimos wassupeando, está a punto de ver el final del túnel y todo va según lo previsto. No podía ser de otra manera. Es la actitud, estúpido cáncer, diría Bill Clinton. Mi amiga lo tiene todo, fuerza, carácter y una gran capacidad de sufrimiento. Esta vez, desgraciado cáncer, te equivocaste de víctima.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Difama que algo queda

Hoy pienso que cuentan que la Revolución Francesa no se fraguó en los despachos de Danton, Robespierre o Marat, tampoco triunfó gracias a los libros y las ideas de Descartes, Voltaire o Montesquieu y ni tan siquiera la cruel limpieza social llevada a cabo por los Sans-Culotte fue decisiva En realidad, el punto culminante tuvo lugar algunos años antes cuando un grupo de escritores inundó el mercado con obras que pretendían exponer el perverso comportamiento de los nobles, aristócratas y demás grandes de aquella Francia todavía monárquica. Estas historias, basadas en rumores y a veces en la simple imaginación del autor, "revelaban" secretos de los reyes y sus amantes, actividades lascivas y extravagantes de una reina impopular cuyo mayor pecado fue nacer en el extranjero, asuntillos de los aristócratas y de hombres de mundo convertidos en grandes relatos llenos de morbo y sedición. Había nacido la difamación como arma de manipulación.

El otro día, leí en el periódico una noticia relacionada con el Mercadona que me trajo a la mente aquel origen de la difamación.

Hace ya casi 12 años que descubrí este supermercado. Recién mudado a Santa Pola, pueblo de playa veraniego, poblado y con mucho movimiento, sin embargo en invierno tornaba a una cara mucho más desolada. Un Dia, varias tiendas de ultramarinos y un supermercado desconocido con letras verdes, desconocido para mí, era toda la oferta para hacerme con las viandas diarias.

Fue un amor a primera vista. Sus dependientes, profesionales, simpáticos y diligentes, sus estanterías tan limpias, precios competitivos y una marca blanca, propia, de verdadera calidad, que además no escondía el verdadero origen del producto.

Han pasado los años y aquel supermercado, al igual que su dueño y creador, se han hecho muy conocidos y populares. ¿quién no tiene hoy un mercadona al lado de casa? ¿quién no ha probado algún producto Hacendado?. 

El caso es que Don Juan Roig, desde hace tiempo ha venido innovando para conseguir ese éxito del que su cadena de supermercados disfruta hoy día. Esa innovación, como todas, no ha sido fácil. Ha supuesto, por ejemplo, enfrentamientos con grandes marcas, para que bajaran sus precios y poder seguir siendo un supermercado competitivo, además de una gran inversión inmobiliaria. Pero ahí está, una empresa española que hoy compite con grandes multinacionales internacionales.

No obstante, me he debido perder algo por el camino, ya que durante todos estos años, también he asistido a campañas de difamación contra su política de hacer negocios, denunciando, por ejemplo, que los trabajadores eran explotados mediante contratos basura y exigencias infrahumanas... No puedo decir nada al respecto, aunque un día, hablando con un trabajador de allí me decía que era todo lo contrario, que las mujeres gozan de grandes privilegios en caso de quedarse embarazadas, que los sueldos son muy razonables y que en general, no tenía queja. 

Sin embargo, hace unos meses, también leí una noticia en varios diarios, además de llegarme a través del whatsApp y por algunas redes sociales. Se trataba de la compra de aceite que Mercadona hacía para luego venderlo como marca blanca. Como digo, fue una noticia que incluso se publicó en diarios digitales como Alerta Digital, criticando que compraban aceite africano y que lo envasaban en Portugal.

Hoy leo con satisfacción e inmensa alegría que la propia envasadora que le vende el aceite a Mercadona anuncia que este año le ha vendido 90 millones de kilos de aceite virgen extra. Aceite de Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha, Cataluña y Madrid. Esta vez no es un bulo, nada de mentiras ni rumores, una información seria, la verdad. Sin envasadoras en Portugal o aceite africano.

Es curioso que incluso hay una página web que se denomina boicotmercadona. Quizás me falta información, quizás soy un ignorante, pero hasta donde llega mi percepción de mero consumidor, Mercadona se ha hecho algo más que un hueco en el difícil sector de la alimentación a base de trabajo, innovación y calidad.

Lástima que siempre haya otros intereses que traten de aniquilar lo que en el fondo, es bueno para todos... o para casi todos, claro...