jueves, 28 de enero de 2016

Show me the money

Hoy pienso que hace unos días, estando en el Burger King, observaba cómo unos chavales que no llegaban a los 14 años, pedían una hamburguesa mientras escrutaban atentos todas las mesas vacías. De repente, se me acercó uno de ellos y me preguntó si la bandeja usada que había en la mesa vacía de al lado era mía. "No", respondí curioso. 

Sin ningún pudor, el chaval agarró los tres vasos que, entre papeles y manchas de ketchup, se vislumbraban y se dirigió victorioso hacia sus amigos. Les seguí con mi vista, adivinando sus siguientes movimientos. Efectivamente, no tardaron en acercarse a los grifos del denominado "free refill", donde puedes llenar tu vaso tantas veces quieras, y así lo hicieron. 

Seguí con mi comida, perdiéndolos de vista, y olvidándome de ellos, pero al salir del local, los encontré en la terraza de fuera, corriendo y jugando a tirarse los vasos llenos unos a otros. Mordiéndome los labios, opté por quedarme a admirar el espectáculo. Cuando uno vaciaba el vaso de coca cola, tratando de empapar a su colega, rápidamente entraba en el Burger y volvía a llenar el vaso, dispuesto a repetir la operación. 

Tras unos largos y tensos minutos, no puede reprimirme y les llamé la atención (hacerse cuarentón es lo que tiene, uno se vuelve inevitablemente cascarrabias) "¿os parece bien lo que estáis haciendo?", les pregunté medianamente tranquilo.

- "¿Qué pasa? Lo hemos pagado, podemos hacer con la Coca Cola lo que queramos, tenemos derecho ¿no? " Me contestó el más avispado.

"Show me the money", pensé para mis adentros, mientras me largaba del lugar, resignado, algo cabreado y recordando aquella escena en la que Cuba Gooding Jr. le pedía a Tom Cruise que gritase con él, a ritmo de rap, que le mostrase el dinero...





Esa escena bien podría ser una parábola satírica de lo que ha convertido este nuestro Estado de Bienestar.

Papá Estado, sentado en su sillón, al teléfono, atendiendo todas las peticiones de personas que realmente necesitan de su ayuda, de su apoyo y de su garantía. Pero poco a poco van llamando más y más... unos con más razón, otros con más necesidad, y algunos, con más morro, por si cuela. "Show me the money!", gritan todos. Sin saber que el chicle se va estirando, que cada vez somos más los que creemos que es nuestro derecho, incluso aquellos que ni tan siquiera compraron el vaso, y sin importarnos que Papá Estado cada vez tenga menos o sin plantearnos que no siempre debe ser él el que vele por nosotros.

Y me recuerda aquella vez que, en un pueblo de Ohio, tras un partido de fútbol, nos fuimos todo el equipo a un Burger King. Por aquel entonces nunca había visto en España ese sistema del "free refill", así que, con el presupuesto normal de un adolescente, mirando la pela, o el dólar mejor dicho, me froté las manos y pedí un vaso del tamaño más pequeño, pensando rellenarlo cuantas veces hiciese falta. El otro español, a mi lado, hizo la misma operación, no hizo falta decirnos nada. Sin embargo, el resto de mis compañeros, oriundos del lugar, pidieron distintos tamaños de vasos, y de precios, lógicamente.

Ante lo obvio de mi razonamiento, le pregunté a uno de ellos por qué se pedía un vaso grande, pudiendo pagar menos por un vaso chico y beber lo mismo, y él con cara de extrañado, me sentenció con una lógica tan aplastante como honesta: "Si no hubiese "free refill" pediría un vaso grande, porque tengo mucha sed y voy a beber mucha Coca Cola". 

Fue entonces cuando me di cuenta de que en España ningún político podría demandar a la ciudadanía aquello que Kennedy requirió a los suyos, cuando les dijo "no pregunteis qué puede hacer vuestro Estado por ti, preguntad mejor qué  podéis hacer vosotros por vuestro Estado"... Lo que todavía no acierto a saber es si será culpa del político o del ciudadano... o de ambos...

viernes, 22 de enero de 2016

El resto será Historia

"Las elecciones celebradas el domingo me revelan claramente que no tengo hoy el amor de mi pueblo. Mi conciencia me dice que ese desvío no será definitivo, porque procuré siempre servir a España, puesto el único afán en el interés público hasta en las más críticas coyunturas".

Hoy pienso que esta frase no es de hoy aunque podría serlo. En realidad corresponde a Alfonso XIII, quien tras las elecciones del 12 de abril de 1931 decidió huir a Francia sólo con lo puesto, dejando únicamente una pequeña nota, entre la que figuraba la frase citada.

España, 1.931. Se convocan elecciones municipales, de las que salieron, a  nivel nacional, 14.018 concejales monárquicos y tan sólo 1.832 republicanos. Ya en segunda vuelta, una semana después, los monárquicos volvieron a ganar de forma aplastante, obteniendo 22.150 concejales frente a los 5.775 concejales republicanos.

A pesar de estos resultados, varios factores, como el que los republicanos ganasen en las grandes capitales, les otorgó cierta legitimad moral que supieron convertir en presión social primero y represión social después, haciendo que la traducción de las urnas fuese la opuesta a lo que las papeletas decían... llegó la República, sin pebliscito, sin referéndum, sin tan siquiera haber ganado en número de votos, pero lo que las urnas no dieron directamente se corrigió a través de la negociación... el resto es Historia.

España, 1.936. Ahora sí, turno de elecciones generales. El ambiente está caldeado y España y los españoles están de los nervios. Las cosas no eran como se había prometido y como bien refunfuñó el bueno de Ortega, no era esto, no era esto lo que esperaban muchos de aquella República, que lo único que hizo fue separar y crear más odio entre españoles.

Y así, viendo que la derecha, representada por la CEDA era mayoría, en aquellas elecciones se formó una coalición artificial para plantarles cara, nació el Frente Popular, donde se unieron socialistas, comunistas y nacionalistas, un mix antinatura con un único fin, derrotar a la denominada derecha.

Aquellas elecciones también supusieron una derrota para la izquierda, sobre un total de 9.716.705 votos emitidos, 4.430.322 fueron para el Frente popular; 4.511.031 para las derechas y 682.825 para el centro. Sin embargo, en los sucesivos días se empezaron a producir una serie de acontecimientos que acabaron con una increíble y sorprendente mayoría del Frente Popular que le permitió gobernar... una vez más, lo que las urnas no dieron directamente se corrigió a través de la negociación. El resto es Historia...

Alemania, 1.966. Los demócrata-cristianos (centro derecha) ganan las elecciones, pero sin mayoría suficiente, llegan a un acuerdo con el Partido Socialdemócrata (centro izquierda). Nace la primera "Gran Coalición". El nuevo Canciller, Kiesinger, fue militante del Partido Nazi, entonces tan sólo habían pasado 20 años de aquel desastre que inició Hitler, sin embargo, se impuso la cordura y el sentido de Estado al rencor y a la memoria histórica, de forma que ambos partidos, de forma responsable, llegaron a un acuerdo, por el bien de Alemania. El líder socialdemócrata Brandt, incluso formó parte de aquel gobierno como ministro de Asuntos Exteriores, manteniendo el progreso de un país hecho añicos tan sólo 20 años antes. La negociación mantuvo lo que las urnas dieron. El resto es Historia.

Alemania, 2005. Merkel gana las elecciones al SPD (los socialistas) por tan sólo 4 diputados, se hacía imposible entonces mantener el pacto del Canciller Schroeder con los verdes y a los conservadores tampoco les valía el apoyo del Partido Liberal. Finalmente Merkel, la más votada, fue Canciller con el apoyo del SPD, quien conservaría varias carteras ministeriales, lo que parecía impensable fue una realidad, nacía la segunda Gran Coalición. La negociación mantuvo lo que las urnas dieron. El resto es Historia.
Alemania, 2013. Merkel recibe el respaldo de los alemanes y reedita su victoria, sin embargo no consigue la mayoría absoluta, los liberales, no entran en el Congreso y no pueden seguir apoyándola. Merkel se vuelve a sentar con el partido de centro izquierda, el SPD y cierran un pacto, cediendo 6 carteras ministeriales, el presidente del SPD, Sigmar Gabriel, ocupa el cargo de vicecanciller y ministro de Economía. La negociación mantuvo lo que las urnas dieron. El resto es Historia.

España, 2015. El PP reedita su victoria en las elecciones del 20 de diciembre. Sin embargo, el panorama político cambia totalmente al aparecer en escena dos nuevos partidos que consiguen diversificar los votos y hacer del Congreso un compendio de colores que exige el acuerdo entre ellos para poder formar un gobierno estable. Rajoy pregunta al resto de fuerzas, sin embargo nadie le quiere y entonces aparece Sánchez, quien desesperado por llegar a la Moncloa, busca la unión de fuerzas de la izquierda para alcanzar el tan ansiado sillón, pero ni así le llega, necesita el apoyo de nacionalistas (¿o son independentistas?), sin importar su ideología, todo sea por cenar en la bodeguita de Moncloa.
Y así llegamos a hoy. ¿Qué será será? ¿Un triste adiós de Rajoy llorando por el amor perdido de su pueblo? ¿Socialistas, comunistas, nacionalistas y el visto bueno de los antisistema, como en la España del 36? ¿O será Una Gran Coalición PP-PSOE como las de Alemania?...

Decía Aldous Huxley que la más grande lección de la Historia es que nadie aprendió las lecciones de Historia... el resto será Historia...







viernes, 8 de enero de 2016

Queridos Reyes Magos

Queridos Reyes Magos,

Hoy pienso que nunca he estado más contrariado en día tan especial como es el 6 de enero. 

Vale, es cierto que hubo un año que me trajisteis carbón. Sí, de azúcar, pero carbón al fin y al cabo. Otro 6 de enero no disteis con el color de las zapatillas que había pedido. Incluso un año me encontré bajo un bonito envoltorio una camiseta de fútbol... ¡con los colores del equipo contrario!

Pero a pesar de todo eso y de que sigo esperando ese Scalextric que llevo pidiendo desde los 8 años, la verdad es que siempre me habéis mimado, consiguiendo de cada 6 de enero un día mágico.

No son los regalos ni son los camellos, ni tiene, siquiera, que ver con el Niño Jesús. Se trata de acostarme cada 5 de enero con la misma ilusión con la que lo hacía de niño, dejando los 3 vasos de leche en la entrada y deseando que amanezca para abrir los regalos. Es ver que cada 6 de enero el tiempo se detiene y vuelvo a ser aquel mocoso que corre al salón, ante la atenta mirada de mis padres, para ver todo inundado de coloridos embalajes.

Los años han pasado, y ahora soy yo el que mira atento la carita alucinada de todos los renacuajos que se arremolinan en la puerta del salón esperando la señal para entrar, y aún así, escondo con cuidado mis pulsaciones y mis nervios por entrar en esa habitación que, por un día, es un mundo sin conquistar lleno de luz y arco iris.

El suelo lleno de papeles de colores hechos trizas, comer roscón hasta no poder más, dando cada bocado despacito deseando ser el afortunado que se lleva el premio gordo que alguien muy parecido a vosotros mete cada año, regalando fantasía para el resto del año. Llamadlo tradición, nostalgia o sinrazón, pero es algo muy especial cuya magia radica en mantener, año tras año, la misma liturgia bañada en cariño, esperanza y amor.

Sin embargo, este año no supe qué pensar cuando os vi por la tele en la Cabalgata de Madrid. ¿por qué os teníais que disfrazar? Vosotros sois los Reyes Magos de Oriente, sí, Melchor, Gaspar y Baltasar. No importa si lo dice la Biblia, tampoco si incumplís la paridad de la Ley de Igualdad, o si algunos piensan que vuestras capas están desfasadas y que había que darle más color. Vuestras coronas están por encima de cualquier Rey, Presidente o Comandante, porque vuestra única ideología es la felicidad de los niños, tengamos la edad que tengamos. Vosotros regaláis magia, y eso no podéis permitir que os lo quite ningún lobo disfrazado de abuelita. 

No os lo reprocho, imagino que no tuvo que ser fácil para vosotros vestiros con esa indumentaria y dejar que la clásica fiesta dedicada a los niños se conviertiera en un atroz esperpento de luz y sonido, expulsando carretas por no ser afines a la ideología imperante en Cibeles o con DJ,s pinchando música más propia de un after que de un espectáculo para niños.

Y sí, lleváis razón, podría haber sido peor, podrían haberos suplantado tres mujeres vestidas de algo indescriptible, haciéndose llamar Libertad, Fraternidad e Igualdad... más que nada por si traen la guillotina detrás, quién sabe, después de usarla con vosotros igual vienen a por mi por escribiros esta inocente carta...

Puestos a imaginar, podría haber formado parte de la cabalgata algún intransigente disfrazado de ¿pictoplasma? que, aprovechando su cobarde anonimato blanco y peludo, decidiese soltar algo que duele, hiere y que puede romper la magia que esa fiesta tan cínica no había sido capaz de destruir.

Quién sabe, igual os obligan a hablar del cambio climático o puede que decidan poneros voz de mujer, suele pasar con los que mezclan adoctrinamiento con educación y confunden tradición con ideología.

Por suerte yo os conozco, y sé que seguiréis viniendo cada año, y aunque seguro que estáis algo enfadados y no tendréis muchas ganas, después de lo vivido este año, aún así, tengo claro que, si vinisteis cuando mis abuelos eran niños, entre bombas y odios forzados, si habéis conseguido arrebatar sonrisas olvidadas y habéis recuperado la esperanza y alegría de aquellos que la creían perdida, sigo teniendo la certeza de que volveréis el año que viene, porque vosotros no podéis fallarnos.

Yo os prometo que seguiré poniendo vuestros vasos de leche en la entrada, despertándome antes de tiempo y saboreando los traidores bostezos que, tan temprano, se me escapan entre risas, caramelos y regalos, y os seguiré escribiendo mi carta, empezando por Queridos Reyes Magos, incluso aunque me obliguen a empezarla con un Queridas Reyas Magas.

PD. Espero que no os olvidéis de donde vivo, y no os engañe el nuevo nombre de la calle, ya que hace poco lo sustituyeron, relevando el de toda la vida, dedicada a un escritor español, por el de otro escritor, también español, ambos andaluces, gaditano el primero y cordobés el otro, poetas y creativos ambos, uno creía en Dios y otro en Alá, pero ambos cantaban al amor. Sólo mil años separaban a ambos, pero sin embargo, según parece, vivir en una dictadura te hace menos digno que haber vivido en un Califato...