lunes, 26 de marzo de 2012

El pueblo no siempre es sabio

"Las amenazas a la democracia: Terrorismo, debilidad del Estado de Derecho y neopopulismo".
Mario Vargas Llosa

Hoy pienso que era primavera, del año 1990, cuando un escritor de mediana edad, siempre involucrado en el tema de las libertades (eso que ahora llaman "comprometido")  se presentaba a las elecciones generales de su país, siendo, según los sondeos, el favorito para ganarlas. 

El país se encontraba en ruinas, el presidente anterior, socialista, había iniciado, 4 años antes una serie de políticas muy populistas que, aunque al principio tuvieron el apoyo de los ciudadanos (como todo este tipo de políticas) en poco tiempo los resultados empezaron a salir a la luz, dejando un país empobrecido.

Así es como se presentó a las elecciones, sabedor de que la gente estaba descontenta y explicando de forma vehemente al pueblo que el actual presidente sólo ofrecía corrupción y pobreza para un país que se merecía algo más.  

Terminó la primera vuelta de las elecciones y ganó, dejando al anterior presidente sin opciones, pero sin conseguir el 50% de los votos necesarios, por lo que hubo una segunda vuelta entre los dos candidatos más votados. Un novelista y un ingeniero industrial se enfrentaban, partiendo con ventaja el conocido escritor.

Sin embargo, de pronto todo cambió. El otro candidato, un ciudadano con sangre japonesa, pronto se sentó a hablar con el todavía presidente socialista, sabedor de que sus opciones pasaban por su apoyo, de cara al electorado más influenciable a través de sonrisas y falsas palabras.

La alianza tuvo éxito y en la segunda vuelta, el ingeniero le dio la vuelta a los sondeos y ganó de forma aplastante. 

Perú ya tenía nuevo presidente, Alberto Fujimori.

El candidato vencido, un tal Mario Vargas Llosa, no sintió la derrota como propia, sino como del pueblo de Perú, que había elegido como presidente a un candidato corrupto y demagogo que llegaba al poder gracias a un pacto con el socialista Alan García, hasta entonces presidente y responsable de la penosa situación del país.

Vargas Llosa, triste, pero indignado con su propio pueblo, decidió dejar su casa en el Distrito de Miraflores y autoexiliarse de Perú, avergonzado, como él mismo reconocía, por un pueblo que había escogido el camino del populismo y la corrupción dejando atrás la libertad y la posibilidad de construir un país mejor.

Fue entonces cuando le tacharon de fascista, de mal perdedor, de no respetar la democracia, porque el pueblo había elegido a otro presidente, y el pueblo, a través del vot,o es sabio y su decisión, por tanto, la correcta.

Bueno, 10 años después saltaba el escándalo y Fujimori era destituido por "incapacidad moral" por el propio Congreso de su país. Cuatro años más tarde fue condenado por los delitos de asesinato con alevosía, secuestro agravado y lesiones graves, peculado doloso, apropiación de fondos públicos y falsedad ideológica en agravio del Estado.

Hoy, todos reconocen el valor de Vargas Llosa por denunciar aquella situación y el coraje de enfrentarse a medio mundo y al país de sus amores, dejando atrás sus recuerdos por defender la libertad y, esta sí, la verdadera democracia.

Hoy leo algún artículo que basándose en la definición de democracia tilda de intolerantes y poco demócratas a los que sienten que los resultados en Andalucía son una desfachatez y una vergüenza para todo andaluz que se precie... bueno, el tiempo da y quita razones, lástima que a veces llegue demasiado tarde. 

viernes, 23 de marzo de 2012

Difamando sobre la huelga

Hoy pienso que, en mi último post, algún anónimo me acusó de difamador. Me parece bien, para eso admito comentarios, para que se pueda criticar positiva o negativamente y decir lo que cada una piensa, que es mi último objetivo, provocar la reflexión.

Hoy voy a seguir difamando, y es que hace unos días leí una noticia que me dejó impresionado. Los diputados de Izquierda Unida solicitaban al Congreso que les descontasen el sueldo del día 29, porque ellos iban a la huelga. !Qué íntegros! Pensé.

Mi gozo en un pozo cuando 3 días después leo que los mismos de IU han solicitado al Congreso que cierre sus puertas ese día ya que, debido a la huelga que los sindicatos UGT y CCOO han convocado, no debería haber actividad en la Cámara Baja pues es el órgano depositario de la soberanía popular y la reforma atenta contra el "interés general" de los ciudadanos. 

Sin entrar en el fondo de la razón de la huelga, es decir, sin juzgar si la huelga está justificada, es necesaria, es absurda o debería secundarse u obviarse, parece que estos de IU se olvidan de que el derecho de huelga es eso, un derecho, no una obligación.Y que parte de esta bonita democracia se basa en el derecho a la opción, a elegir si quieres protestar o no.

Hoy he oído a un responsable de CCOO decir que ellos tienen el deber de garantizar el derecho de huelga de todos los españoles y que así lo harán. Ante tan tajante afirmación, un avispado periodista le preguntó en seguida si también garantizarían el derecho a trabajar de aquellos que así lo deseasen y su respuesta fue: “No, nosotros no somos las fuerzas de seguridad para garantizar eso”. Creo que estas afirmaciones definen su actitud, antes y, desgraciadamente, durante la jornada de huelga, donde asistiremos, seguro, a nuevos actos de bandalismo, amenazas y violencia por parte de los sindicatos.

En fin, es lo que hay, y mientras no exista una Ley que regule el derecho de huelga como Dios manda y los españoles nos metamos en la cabezota que la democracia consiste en respetar todas las opiniones y no sólo aquellas que nos gustan, mal nos seguirá yendo.

Por cierto, conozco un Organismo Público donde por Convenio (negociado por los sindicatos, por supuesto) los funcionarios pueden ir a la huelga sin que se les descuente del sueldo… y no, no es difamación… y si alguien no me cree, que pregunte en las Lagunillas.

martes, 20 de marzo de 2012

Imagináos...

Hoy pienso que podría existir una Dirección General de un Organismo Público de una Comunidad Autónoma cualquiera.

Imaginaos que esa Dirección General estuviese compuesta por una Directora nombrada por libre designación, teniendo a su cargo 3 Subdirecciones, con 3 Subdirectores también de libre designación, a cargo, cada uno de ellos, de 3 Jefaturas de Servicio con sus 3 Jefes de Servicio respectivos, también de libre designación.

Para los que no están puestos en el argot administrativo, “de libre designación”, explicaré que se trata de puestos de confianza, es decir que no son puestos cubiertos bajo el auspicio de los principios de mérito e igualdad, sino que el Gobierno elige a quién debe poner al mando de la Administración para poder ejecutar sus políticas,proyectos y decisiones.

En la Administración del Estado, desde 1997 es obligatorio que los Directores Generales sean funcionarios de carrera (salvo tasadas excepciones). De libre designación, sí, pero funcionarios al fin y al cabo, con el fin de evitar que personajes como el bueno de Antonio Alcántara  y su “Cuéntame” pudiesen ser Directores Generales de Agricultura sin tener un mínimo conocimiento del campo o siquiera de la Administración Pública.

Sin embargo, en la mayoría de las CCAA, donde también rige una norma similar, se ha ido flexibilizando la norma y generalizando la excepción, manejando hoy el enchufe y el amiguismo como mecanismos principales de colocación de los altos cargos.

Así llegamos de nuevo a mi cuento: imaginaos una CCAA donde el Gobierno lleve gobernando 30 años y por tanto, haya hecho de la Administración su propia casa, manejando las subvenciones a su gusto, y nombrando a su gente en todo puesto que les parecía procedente.

Imaginaos que ya tocasen elecciones, y que por primera vez en 30 años las encuestas les hiciesen temer por su cortijo particular.

Imaginaos que en aquella Dirección de la que os hablaba, los altos cargos deciden idear un plan y reúnen a todo el personal, incluidos funcionarios de carrera, cuyo puesto está ganado con sudor, esfuerzo y justicia.

Imaginaos que la Directora les conmina a que cada uno de ellos consiga 5 votos para sus jefes, los que llevan 30 años… “venga, todos tenéis familiares y amigos a quien convencer”. Y los funcionarios se miran entre incrédulos e indecisos… y entonces la Directora comienza la arenga clásica… “que vieeeenen… que vieeeenen”…"que llega la posguerraaaa..."...

Ahora imaginaos que no es un cuento y que esto ha ocurrido de verdad…

viernes, 16 de marzo de 2012

Jugando con ventaja

Hoy pienso que era verano de 1995, entraba en vigor la nueva Ley del Deporte que obligaba a los equipos de fútbol que se habían convertido en S.A.D. a presentar unos avales como previsión de fondos antes del 1 de agosto. Dos equipos no pudieron cumplir, el Sevilla y el Celta de Vigo, que descendieron automáticamente a Segunda División B.

Sin embargo, la gente se movilizó y en ambas ciudades hubo manifestaciones que superaron en número a muchas otras manifestaciones (ni crisis ni terrorismo sacaron tanta gente a la calle).

Se ve que las autoridades tomaron buena nota y aquella presión social que acabó en victoria (ambos equipos se mantuvieron en primera) quedó tatuada en la memoria de todos los que mandan.

Y como dice el refrán, de aquellos polvos vienen estos lodos. Hoy leemos en las noticias que los clubes de fútbol deben a Hacienda la friolera de 752 millones de Euros (a lo que habría que añadir lo que se debe a la Seguridad Social más las deudas contraídas con jugadores, personal y proveedores). Pero en realidad nadie se escandaliza, nadie dice nada. Lo importante es que nuestro equipo gane el domingo.

Sin embargo, la noticia sale de nuestras fronteras, y claro, allí no se ve tan normal. Y es cuando el presidente del Bayern de Múnich, Uli Hoeness, estalla y se queja de que mientras su país está haciendo un gran esfuerzo para sacar a España "de la mierda" –en referencia a la crisis de deuda española–, después los clubes de fútbol no paguen lo que les corresponde. "Para mí es el colmo, es impensable. Pagamos cientos de millones de euros para que salgan de la mierda y luego los clubes no pagan sus deudas. No puede ser".

Pues lo siento pero Hoeness lleva más razón que un santo, porque si yo viese a dos equipos alemanes pasearse por todos los campos de Europa con esa superioridad casi insultante, diría incluso más alto (que no más claro) lo mismo que ha dicho él.

Decía un conocido político que el fútbol anestesia a las masas, yo creo que no, más bien lo que hace es mantenerlas en una realidad paralela en la que la felicidad depende del resultado de tu equipo. Tan triste como real.

Y claro, de eso se aprovecharon muchos Ruiz Mateos, Mendozas y Laportas, que vieron en el fútbol un filón para poder estafar sin rubor, incrementando su fortuna personal, refrendados por un ejército de aficionados. Ya lo decía el difunto Jesús Gil: “Con la popularidad que tengo, podría ser Dios”.

Y la pregunta hoy es, ¿quién le pone hoy el cascabel al gato? Porque mientras Cristiano y Messi baten todo tipo de records históricos, en el resto del mundo ya se han dado cuenta de que juegan con ventaja…

martes, 13 de marzo de 2012

El chico que quiso ser hombre antes de tiempo...

Hoy pienso que él tenía 16 años y medio, era un chaval rubio, guapo y algo mimado por sus padres, quizás por ser hijo único. Sin embargo, era valiente, crecer en una época en la que no era normal llevar una pistola bajo la chaqueta, pero tampoco le parecía extraño a nadie y en la que el odio y la violencia se habían apoderado ya de las calles, acrecentaba las ganas por luchar por lo que creías o por lo que te habían dicho que creías.

Ni corto ni perezoso, aquella mañana, sin pedir permiso a sus padres (anteriormente su padre ya le había advertido que aún era un crío) fue a alistarse.

Allí se encontraba él, en la puerta del cuartel donde muchos otros voluntarios iban escupiendo su nombre entre sonrisas y muecas de gallardía. Quizás fue por su rostro imberbe, su cara infantil tintada por esa tez pálida y rubia o puede que fuesen sus maneras finas y educadas, así que cuando llegó su turno, el oficial le espetó un “¿pero tú que edad tienes, chaval? “.

Sin embargo no se achantó, venía preparado para esa pregunta, así que respondió con un seco y desafiante “pues 18, claro!”. No estaba el horno para bollos y dos manos eran mejor que ninguna, aunque fuesen de un pequeñajo adolescente, así que el oficial hizo la vista gorda.

En seguida le dieron un fusil y una chaqueta militar. Le dijeron que, esa misma tarde, su batallón se pondría rumbo a Córdoba, donde el enemigo empezaba a hacerse fuerte.

Él seguía emocionado. Ese olor a sudor y a tabaco negro que desprendían todos aquellos héroes que, ahora sí, eran sus compañeros no le era aún familiar, pero le gustaba, quería oler así, sentirse uno de ellos, y sobre todo, luchar por su patria y sus ideales.

Llegaron a un descampado a las afueras de Córdoba con la noche entrada, la luna brillaba grande y redonda así que, a la llegada al campamento, el oficial al mando (puede que fuese un sargento o un teniente, aún no se había aprendido siquiera los rangos) ordenó que se acostasen en silencio, para evitar que el enemigo supiese que se estaban reforzando. Así que su primera noche la pasó solo, tumbado, abrazado a su fusil cargado y soñando despierto, porque aquello era un sueño que por fin se hacía realidad.

Si sus amigos pudiesen verle, allí, con todos aquellos soldados de los que ahora sí, él era uno más. Nunca había matado a nadie, ni tan siquiera se había peleado. Una vez, Rodríguez Campos, un compañero de clase, le dio una bofetada por no querer compartir el bocadillo, pero entonces él no supo reaccionar y prefirió darle el bocadillo, por lo que aquello no se podía considerar realmente una pelea. Sin embargo, ahora era distinto, por fin se había hecho un hombre y ahora sí podría demostrar su valor, ese que tanto le escocía en el alma.

Al día siguiente ya tenía los ojos abiertos cuando el teniente… o el sargento, se acercó a su lado y agachándose le dijo, “anda hijo, levántate y ven conmigo, ¡menuda la has hecho!

Él no entendía nada. Los demás seguían durmiendo y aquella familiaridad con la que el oficial le había despertado no estaba acorde con las historias que le habían contado del ejército.

Prefirió no preguntar, a lo lejos, mientras andaba junto al oficial, pudo divisar dos figuras, una de las cuales en seguida reconoció. Su andar se volvió más pesado, miró al oficial, como buscando refugio más que una explicación, pero el oficial miraba al frente con una mueca risueña dibujada en su rostro.

Sus piernas temblaban, ahora sí, y poco a poco fue divisando una cara torcida y severa que le esperaba impávido con los brazos cruzados.

Al llegar a su lado, no le dio tiempo a saludar, aunque tampoco lo habría intentado, tan sólo acertó a murmurar un leve “Papá…”, mientras su padre lo cogía de la oreja y se disculpaba ante el Sargento de artillería: “Muchas gracias por avisarme, mi hijo no entiende que su sitio aún no está aquí, aunque lo estará… cuando sea un hombre”.

Y ese día acabó la guerra para mi abuelo, al menos en primera línea de fuego, porque desgraciadamente, la guerra duraría 3 años más y la sufrirían todos, los valientes y los no tanto, los hombres, las mujeres, los niños, y también los adolescentes que querían hacerse hombres antes de tiempo…

miércoles, 7 de marzo de 2012

Pon un inhibidor en tu vida

Hoy pienso que leo una noticia que me congratula. En EEUU un ciudadano de a pie se ha erigido como vengador justiciero de todos aquellos indefensos habitantes de la urbe que cada día utilizan un transporte público.

Según parece, este buen hombre se cansó un buen día de todos aquellos viajeros que aprovechan el trayecto para hacer todo tipo de llamadas, y claro, cuando tú vas en el tren, tratando de coger un sueñecito y el compañero de al lado mantiene, vía móvil, una discusión con su novia o una chica adolescente, de las de "jo tía!" le cuenta a su amiga lo bien que lo pasó con su noviete en el concierto de anoche... pues te enfadas, te alteras y piensas en la poca vergüenza que tiene la gente, primero por molestar al resto de pasajeros con ese volumen de voz, y segundo, por no cortarse a la hora de compartir sus trapos sucios con todos los viajeros.

Así que el norteamericano en cuestión, se fue a google, buscó, encontró y compró un inhibidor de frecuencia. Ahora viaja mucho más tranquilo... si alguien osa recibir una llamada con uno de esos estridentes reggaetones o comienza a hablar más fuerte de lo normal, hace click y... Fujitsu! que decía el anuncio.

Yo he sido durante años un asiduo peregrino del ferrocarril, del metro y esporádicamente del autobús y tengo que reconocer que esto siempre ha ocurrido.

Y es que es cierto que antes no había móviles (hablo de 15 años atrás, no hace falta remontarse más), pero había otros desasosiegos. 

Cuando llegabas a la estación, te montabas en el tren, buscabas el número de asiento que tu billete marcaba, y comenzaba la expectación de saber quiénes serían tus compañeros durante aquel trayecto de 4 horas.

La verdad, en mi época más joven, siempre esperaba una chica guapa en el asiento de al lado...aunque luego fuese incapaz de mediar una palabra con ella. 

Llegabas al vagón correspondiente con tu maleta en mano y zas! Allí estaba él, una madre con ese niño de 3 años, que sabías que no te dejaría dar una cabezada en todo el viaje. También podías encontrar al grupito de adolescentes, que además de no haber visto una ducha en varios días... generosamente no dudaban en compartir todo tipo de risas y banales conversaciones con todos los pasajeros. 

La señora mayor que salía por primera vez del pueblo desde que enviudó, para visitar a su hija, era otro enemigo del descanso. Muy amable y cariñosa, no te permitía pasar hambre compartiendo todo tipo de viandas que nunca pensaste que pudiesen caber en aquel bolsito... pero desde el momento en que se sentaba a tu lado, te tenías que olvidar de leer o dormir. 

Y ahora cuando cojo un tren y una canción de Estopa me despierta, seguido de un "Siiiii! Dimeeee! Qué! Noooo! Todavía nos queda un ratoooo!!". Yo me acuerdo de las magdalenas que me ofrecía aquella señora y sonrío nostálgico mientras pienso... lo que daría por un inhibidor...

viernes, 2 de marzo de 2012

Salvo el poder, todo es ilusión

Hoy pienso que ocurrió en febrero de 1917, en las gélidas tierras rusas, donde un sueño, la igualdad, se llevaba a cabo por el pueblo. La meta, acabar con un régimen dictador y represivo e implantar uno demócrata que los guiase hacia la eliminación de todas las injusticias sociales que hasta entonces habían padecido.

"!Abajo la guerra! !Abajo la utocracia!" gritaban por las calles las masas enfervorizadas por el inminente éxito de sus proclamas.

Y lo consiguieron, el Zar Nicolas II abdicó y dio paso a un nuevo régimen. La alegría y el optimismo reinaban en cada esquina. Se abolió la pena de muerte, no hubo represalias contra los antiguos siervos del Zar y se reinstauraron los derechos de reunión y prensa entre otros.

Sin embargo, la situación era algo caótica e improvisada, se creó un gobierno provisional a cargo del Partido Democrático Constitucional (los liberales) y se decidió crear una Asamblea Constituyente cuyos miembros serían elegidos por sufragio universal (hablamos de 1917 y ni si quiera se puso en duda el voto femenino, !!era algo asumido!!)

Sin embargo, un pequeño grupito de rusos no estaba de acuerdo con el camino que estaba tomando la revolución... demasiado democrática para los bolchiviques liderados por Lenin.

Poco a poco los Soviets van también cogiendo poder y acorralando a los liberales que siguen tratando de poner el país en orden. Sin embargo no les es fácil. El país se encuentra destrozado, social y económicamente, la I Guerra Mundial pasa factura y los años de abuso y descontrol por parte del anterior Gobierno (El Zar Nicolás II) no perdonan.

Ante esta situación, la demagogia de los bolcheviques va haciéndoles ganar el apoyo del pueblo. Cuando hay hambre, nada mejor que prometer pan, aunque sea a costa del que lo tiene, o mejor aún si es a costa del que lo tiene (¿os suena?)

Tras una campaña de varios meses de acoso y derribo contra el Gobierno, los bolcheviques se alzan con el poder mediante un levantamiento obrero-militar. Ante la protesta de los socialistas revolucionarios de derechas y los mencheviques, Trotski afirmaría: "la representatividad de la Asamblea está supeditada a las masas cuando las masas tratan de defender la revolución", o lo que es lo mismo, el sufragio sólo sirve si nos da el poder, sino, lo conseguiremos en la calle (¿os suena?)

Aún así, se programan elecciones en diciembre para la consitución de la Asamblea Consituyente, pensando los bolcheviques que ganarían sin problemas.

Sin embargo, para su sorpresa, no sólo no salen vencedores, sino que se quedan con una escasa representación del 25%, venciendo los socialrevolucionarios.

"Ni respeto ni acato la decisión del pueblo", debió pensar Lenin (¿os suena?), que a los pocos días disolvió la recién consituida Asamblea y tomó el poder absoluto de la que sería durante 60 años la Unión Soviética.

Ahora, veo las imágenes de la televisión, donde unos cuantos salvajes ("nuestros hijos" según algunas)  hacen el vándalo, bajo la excusa de una protesta contra un Gobierno que, por cierto,  ha sido elegido en las urnas hace tan sólo 3 meses y que  ha heredado una situación muy crítica, de la que, en absoluto es responsable. Oigo a un líder político decir que "ni respeta ni acata" la decisión del Órgano Supremo del Poder Judicial y leo que los sindicatos convocan una manifestación contra el Gobierno el día en que se cumplen 8 años de la masacre del 11-M... ¿Alguien se imagina una manifestación en los EEUU el 11-S o en Israel el día del Holocausto?

Y ahora me viene a la mente la frase célebre del propio Lenin que afirmaba que "La toma del poder deber ser obra de la insurrección; su meta política se verá después de que hayamos tomado el poder".

Es decir, ganemos sea como sea y luego ya improvisaremos... ¿os suena? Y es que aunque esta otra frase también pertenece a Lenin, yo no puedo dejar de ponerle otra cara..."Salvo el poder, todo es ilusión".

Y que teniendo a mano tanta Historia, no aprendamos de ella...