Hoy pienso que uno puede recibir muchos premios en la vida, igual que muchos batacazos.
Fue Aldous Huxley el que dijo que "la experiencia no es lo que le sucede a un hombre, es lo que un hombre hace con lo que le sucede". Esta frase la he convertido en una de mis máximas en la vida. Cuando algo nos sucede, podemos sacar algo provechoso de ello o quedarnos llorando en una esquina. Como me decía mi profesor de Sociología: "The choice is up to me".
Cuando se habla de Vicente del Bosque, siempre se habla de su humildad y de su caballerosidad.
Bueno, ahora que conozco algo más sobre su vida y su forma de entenderla, comprendo el por qué de sus valores.
Un hijo con Síndrome de Down puede parecer una desgracia. En un mundo tan competitivo donde todos soñamos con hacer de nuestros hijos unos grandes futbolistas o unos ingenieros portentosos (y hasta hace tres días, controladores aéreos), saber desde el principio que nuestro amado vástago tiene limitadas sus capacidades y que nunca podrá ser eso que desearíamos qeu fuera, debe ser duro de asimilar.
Vicente del Bosque fue futbolista, consiguiendo unas cuantas ligas y otras cuantas copas y llegando a jugar una Eurocopa con la selección. Un triunfador.
Una vez retirado, acabó entrenando al Real Madrid con quien consiguió dos Champions y dos ligas. ¿Qué más se puede pedir? Ya es un gran triunfador.
Sin embargo, en el equipo de sus amores se portaron mal con él , él lo dio todo y consiguió para ellos todo, pero a cambio, recibió un adiós como premio sin ni siquiera el finiquito del reconocimiento. No obstante, él siguió su camino, sin malas palabras, como el Santo Job, "Dios me lo dio, Dios me lo quitó", parecía murmurar desde su soledad.
Después, vuelve como seleccionador español y llega el Mundial, lo gana, algo histórico, sin duda. ¿Fácil? Bueno, cuando un equipo viene de ganar una Eurocopa, mantener el listón es difícil y superar las comparaciones casi imposible. Tienes mucho que perder y poco que ganar. Él empezó recibiendo críticas, sin embargo, acabó con la copa en las manos y con alabanzas por parte de todos.
Otros que carecen de modestia y dan gracias por ello, se hubiesen retozado en su traje de Armani. A él, sólo se le ocurrió sonreír y pedirle al anterior seleccionador, ese mismo que lo criticaba unos días antes, que saliese con él a recibir los halagos.
Ahora recibe el Balón de Oro al mejor entrenador y lo veo en la tele, como si nada, quitándole hierro al asunto y diciendo que el mérito es de los jugadores. ¿No se da cuenta de lo que ha ganado?
Bueno, cuando leo esta carta de su hijo, Álvaro, en el libro "La futbolería", entiendo cuál es su pasión, qué es lo que el valora, respeta y admira en la vida y cuando uno ha conseguido lo que él ha obtenido como padre... ¿quién necesita un Balón de Oro?
2 comentarios:
Ay!esas cositas pequeñas, cercanas, q a veces ni vemos y q son lo mejor. Gracias por recordarnoslas.
joder! Agus qué bien lo haces!
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