jueves, 9 de agosto de 2012

Sancho o Curro, Curro o Sancho, bueno de cojones

Hoy pienso que siempre que me preguntan digo que tengo dos ídolos, Clint Eastwood y Curro Jiménez, y por eso, hoy ha muerto un gran actor, y con él, algo de mi.

Recuerdo los veranos en San Cristobal, el pueblo de mis abuelos. La temporada que pasábamos allí solíamos llamarla "la cura de sueño", porque nos levántabamos tarde, nos pegábamos grandes siestas y hacíamos poco más que comer, beber y dormir. Bueno, algo más sí hacíamos. La cita era a las ocho de la tarde. Mi padre y mis hermanos nos sentábamos delante del televisor a ver al gran Curro Jiménez.

Parece que lo estoy viendo, aquellos cuatro bandoleros, cabalgando al atardecer con una emocionante música de fondo. Curro tenía todos los valores que apreciábamos. Era un tipo noble pero duro, honesto pero áspero, sabía perdonar, aunque nunca olvidaba, y por encima de todo, era un conquistador con las mujeres  pero siempre caballero.


Anoche falleció Sancho Gracia. Sin duda todos le recordaremos por aquel Curro Jiménez que interpretó hace tanto tiempo, y que al igual que le ocurrió a Johnny Weissmuller o a Cristopher Reeve, es inevitable confundir al actor con el personaje, aunque a él realmente no le importase, habida cuenta de que él mismo fue uno de los creadores del personaje, y que como él mismo decía: “¿Qué coño me va a agobiar una cosa que me invento yo, produzco yo, interpreto yo y su puta madre yo, y que después de cuarenta años me estás preguntado por ella?, ¡¿cómo me va a agobiar?!”

Sin embargo, Sancho es más que Curro, supo reinventarse y durante más de 40 años ha conseguido ser un grande del cine español, no sólo como actor, sino también como director y productor, por no hablar de su gran labor encima del escenario, donde sacaba toda aquella energía que desde pequeño le caracterizó.

Hoy ha muerto de cáncer de pulmón, aquél del que él mismo contaba con su ironía gallega, que cuando los médicos se lo diagnosticaron, “me acuerdo que les dije a los médicos '¡cómo que tengo cáncer, no jodas, eso no es posible" y resultó que sí, que era cierto, pero bueno aquí estoy" .

Sancho vivió toda su adolescencia en Uruguay, ya que su familia se tuvo que exiliar de España para no ser encarcelada, como la mayoría de sus tíos y primos. Sin embargo, hoy, no era de los que trataban de hacer sangre sacando pecho recordando la muerte de su abuelo a manos del otro bando. Seguramente su íntima amistad con Adolfo Suárez y las vivencias de la transición a su lado le hicieron tener una amplia perspectiva que otros personajillos no tienen. Él mismo comentó una vez: "estamos en una democracia; a veces me cabreo con las gilipolleces de los partidos políticos, y me acuerdo de lo que fue aquel tiempo, la posguerra

Sin duda era grande, dentro y fuera del escenario, ya que, como decía de él su amigo Rafael Azcona: "¿Sancho Gracia? Es muy difícil bajarse del caballo y seguir siendo el buen actor que es".

Vale, siempre mal hablado y un poco golfo, pero también optimista y sensato, una buena persona, porque los hombres son como las películas y como él mismo decía: “Las películas tienen que ser buenas o malas, y a tomar por culo. Sean del género que sean. Si es comedia, que sea buena, y si es acción o es drama o es terror, que sea buena”.

Sancho o Curro, Curro o Sancho, ¡qué bueno eres, cojones!

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