jueves, 8 de noviembre de 2012

Con la democracia no se juega

Hoy pienso que por fin las elecciones norteamericanas han terminado.

Para bien o para mal, Obama tendrá otros 4 años para tratar de mejorar su país y de paso, si lo consigue, que también se note al otro lado del charco.

Estas elecciones me han recordado a mis tiempos en aquel país. Y es que, como en otras muchas cosas, esos chicos de USA son muy diferentes a nosotros.

Para empezar allí los de izquierdas son los azules y los de derechas los rojos, un cambio de colores que puede dar lugar a confusión, imagináos a Sabina por las calles de New York exhibiendo su rojo pasión... la cara que se le iba a quedar cuando Mitt Romney lo llamase para cantar en uno de sus mítines...

Igual ocurre con los liberales. Allí un liberal es lo que aquí entendemos por un progresista... esto deberían conocerlo muchos traductores que se dedican a doblar pelis al castellano y que suelen mantener la palabra literalmente, deformando todo el sentido de la frase. Volviendo al ejemplo de antes, Sabina, por las calles de New York tendría que cantar "Yo soy liberal, liberal, liberal" sin miedo a que le saliesen sarpullidos.

Estas elecciones me han traído a la mente mi paso por allí, ya que aún recuerdo cuando formé parte de una campaña electoral, las elecciones a alcalde de la ciudad en que vivía, aunque ni tan siquiera me acuerdo del nombre del candidato para el que trabajé. No fue iniciativa mía, lo reconozco, sino que uno de los deberes que nos ponían en el Instituto era formar parte, como voluntario, de cualquier partido durante la campaña electoral, de forma que todo adolescente conociese el funcionamiento de la democracia, principio esencial para entender su valor y fundamento.

A mi me tocó apoyar a los demócratas, y ni corto ni perezoso allí estuve, en una de sus sedes, varias tardes, en una sala llena de teléfonos, con mis páginas amarillas, llamando uno por uno a los ciudadanos de la ciudad de Toledo (ojo, ciudad de Ohio, no confundir con la capital de Castilla-La Mancha) y preguntando si necesitaban transporte para acudir a las urnas, en cuyo caso, estaríamos dispuestos a recogerlos y llevarlos. Era una forma de hacer campaña, pero también de fomentar la participación y, por supuesto, de ayudar al ciudadano.

Recuerdo también que perdimos las elecciones, y al día siguiente, haciéndole un guiño, le pregunté a un compañero, que conocía personalmente a nuestro candidato,  que cómo estaba nuestro "alcalde", refiriéndome a nuestro derrotado candidato. Él me miró extrañado y me dijo "No lo conozco, pero seguro que se siente orgulloso de ser alcalde, y será un buen alcalde". Fue una buena lección que muchos deberíamos aprender por aquí.

Ayer cuando vi a Mitt Romney felicitar a Obama me acordé de aquella situación, igual que al verlo decir God bless America y contemplar a todo el mundo ponerse en pie al sonar el himno de su nación, traté de imaginar esa estampa en esta nuestra España. ¿Un Rubalcaba reconociendo su derrota, sin excusas o interpretaciones favorables de los resultados, diciendo que rezará para que la suerte acompañe al Presidente y finalmente gritar !Viva España!, segundos antes de escuchar, impertérrito, el himno español? Y justo cuando estaba imaginando la escena, aparece en la televisión nuestro Rubalcaba sacando pecho ante unas elecciones a miles de kilómetros y haciendo suyo el triunfo, afirmando que "la victoria de Obama es buena para el socialismo". Sinceramente, lo de este hombre no sé si es ignorancia supina o demagogia oportunista. Quizás debería leer más a Churchill, quien afirmaba que "la democracia es la necesidad de inclinarse de cuando en cuando ante la opinión de los demás", aunque claro, para Rubalcaba, seguramente el gruñón de Churchill era un ultraderechista redomado.


Y así es, en aquel país, desde que son chiquititos les enseñan lo que es democracia, en el Instituto estudian una asignatura llamada Gobierno, conocen y estudian sus Instituciones Públicas, como prácticas les obligan a colaborar en las campañas electorales y como ejemplo contemplan cómo un derrotado candidato, reconoce y respeta, desde el primer día, al elegido Presidente.

Bueno, ya lo dijo el escritor Chesterton, que por cierto, como Churchill, también  era inglés, no americano: "No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución" quizás por eso en ese país, para algunos tan denostado, pueden presumir de tener una única Constitución desde 1787 y de saber que la democracia es algo innegociable, ni siquiera por movimientos caóticos y absurdos en las plazas de los pueblos o por profetas que asaltan supermercados...

1 comentario:

RSS dijo...

Muy buena reflexión. Es muy cierto que ese sentimiento de Nación nos queda muy lejos y de ello tenemos culpa todos. Si mejorase nuestra educación y participación, mejoraría nuestra democracia y nuestras vidas.

Algunos aun tenemos esperanza de poder oir algun dia, justo antes del himno, un "God bless Spain!!".