Hoy pienso que ayer la Comisión Europea hizo públicas las recomendaciones a todos los países miembros de nuestra querida Unión Europea.
A España nos siguen exigiendo, aunque con otro talante que diría el desaparecido Zapatero. Así, como acto de buena fe y de confianza, nos prorrogan hasta 2016 el plazo de reducción del déficit por debajo del 3%, y nos dejan que este año y el que viene nos sigamos yendo por encima incluso de lo que pedía el propio Gobierno español.
Sin embargo, ojo, Bruselas, como buen padre, exige que, a cambio, no nos durmamos y sigamos estudiando, para que acabemos aprobando el curso. Así nos ponen fecha, o límites si se prefiere, para todas las reformas que tenemos pendientes y que tanto cuesta llevar a cabo: la reforma de la Administración (por desgracia estos europeos no se coscan tampoco de que el problema es de las CCAA y los Ayuntamientos, lástima que no nos exijan más en este sentido), subida de impuestos, excepto el IVA (algo así como toca los impuestos pero sin tocar más los c...), terminar con la reforma de las pensiones (vamos, no os hagáis más los remolones...) y así hasta otras 7 más recomendaciones.
El caso es que hemos mejorado, podríamos decir algo así como que no estamos tan mal, a juzgar porque el tirón de orejas del año pasado ha quedado en una cariñosa colleja, sin embargo, pasas de página en el periódico y lees que según la OCDE, el año que viene el paro llegará al 28% y el déficit no va a variar en demasía... y eso hace que el optimismo vuelva a desaparecer...
Y sigo pasando las páginas del diario, !quién me mandará a mi!, y me encuentro con que la Comisión, esa misma que nos regaña con cariñosa rudeza, le recomienda a Alemania que baje los impuestos y que además suba los sueldos...
Tras ver esto, me echo sobre el respaldo de mi silla, pongo mis brazos sobre la nuca y empiezo a reflexionar sobre lo diferente que es Alemania de España y me acuerdo de la final del otro día de la Champions League, ese toma y daca entre dos equipazos cuyo presupuesto es muy inferior a cualquiera de nuestros dos monstruos futboleros (uno se acaba de gastar 65 millones en un brasileño y el otro ya anda ofreciendo 70 por un inglés) y sin embargo vapulearon a ambos en las semifinales, a base de trabajo, buen juego y profesionalidad.
Y pienso que a los españoles la Merkel no nos cae bien, no sólo porque nos pide que trabajemos más y no pensemos tanto en las fiestas, sino porque es fea, seria y algo rechoncha... poco importa que lidere un país con poco más del 5% de paro y un déficit del 0´20%... (hace un año tuvieron superávit)... aquí nos cae mejor una mujer con acento sugerente y con más botox que sangre en sus venas, aunque nacionalice empresas españolas por el artículo 33 o su país esté cada día más arruinado gracias a sus políticas tan demagógicas como inútiles.
Y claro, vuelvo a recordar la cara de Piqué o de Ramos, y cómo esos gigantes bávaros les pasaron por encima como si nada, sin respeto, conciencia y ni tan siquiera ese miedo escénico del que hablaba Valdano al ver en frente tantos y tantos millones de Euros corriendo sobre el campo... ellos a lo suyo, correr, jugar y meter goles, que la victoria vendrá sóla...
Es es en ese momento cuando me viene a la cabeza aquella famosa frase de Eduardo Sacheri... "Hay quienes sostienen que el fútbol no tiene nada que ver con la vida del hombre, con sus cosas más esenciales. Desconozco cuánto sabe esa gente de la vida. Pero de algo estoy seguro: no saben nada de fútbol".
Los alemanes, hace unos años estaban perdidos en esto del fútbol, su selección era una mera sombra de aquella que un día fue y su liga estaba un escalón por debajo de las grandes, como España, Inglaterra o Italia. No llegaron grandes jeques ni rusos que se limpiasen el trasero con billetes de 500, ni trataron de fichar a las estrelllas brasileñas del momento. Se reinventaron. Estudiaron otros modelos de fútbol, esos que estaban triunfando, viajaron, observaron y empezaron a implantar un nuevo sistema en sus propias bases pero respetando su propia esencia y siempre pensando a largo plazo.
Hoy, empiezan a obtener sus frutos, sus equipos arrasan en Europa, y su selección, me temo que al año que viene dará también mucho de qué hablar. Aquí no hay trampa ni cartón, no hay pelotazos ni siquiera una pizca de suerte. Pero esto no ha hecho más que empezar.
Y aquí estamos nosotros, nuestra España, nuestros españoles, con nuestras huelgas, nuestras protestas y nuestro "qué hay de lo mío". "¿Recortes? Sí, claro, pero del vecino, lo mío que no me lo toquen". "¿Reinventarse? Por supuesto, pero para mi ya es tarde...". "¿El extranjero? Para la gente joven". Y seguimos esperando a que venga el jeque de turno a vendernos la moto y salvarnos del descenso a segunda división.
Hasta Manolo Escobar, un grande entre los grandes, trata a los 81 años de pasar página y avanzar, y afirma que está "hasta las narices del porompopero, del carro, la minifalda y el Viva España" y cuenta con tristeza cómo en un concierto se le ocurrió dejar fuera del repertorio "El carro" y al terminar la actuación, fueron muchos los que acudieron a su camerino a recriminárselo.
Manolo, un gran aficionado al fútbol, seguro que disfrutó con la final de la Champions... No me entendáis mal, soy muy español y adoro mi tierra, pero... al César lo que es del César...
Hoy, empiezan a obtener sus frutos, sus equipos arrasan en Europa, y su selección, me temo que al año que viene dará también mucho de qué hablar. Aquí no hay trampa ni cartón, no hay pelotazos ni siquiera una pizca de suerte. Pero esto no ha hecho más que empezar.
Y aquí estamos nosotros, nuestra España, nuestros españoles, con nuestras huelgas, nuestras protestas y nuestro "qué hay de lo mío". "¿Recortes? Sí, claro, pero del vecino, lo mío que no me lo toquen". "¿Reinventarse? Por supuesto, pero para mi ya es tarde...". "¿El extranjero? Para la gente joven". Y seguimos esperando a que venga el jeque de turno a vendernos la moto y salvarnos del descenso a segunda división.
Hasta Manolo Escobar, un grande entre los grandes, trata a los 81 años de pasar página y avanzar, y afirma que está "hasta las narices del porompopero, del carro, la minifalda y el Viva España" y cuenta con tristeza cómo en un concierto se le ocurrió dejar fuera del repertorio "El carro" y al terminar la actuación, fueron muchos los que acudieron a su camerino a recriminárselo.
Manolo, un gran aficionado al fútbol, seguro que disfrutó con la final de la Champions... No me entendáis mal, soy muy español y adoro mi tierra, pero... al César lo que es del César...