jueves, 10 de octubre de 2013

De feministas y pañales...


Hoy pienso que no quería escribir sobre las 3 amazonas que ayer tuvieron su minuto de gloria en el Congreso cuando, con sus desnudos torsos, consiguieron  dar color a otro día de tedio político en el hemiciclo.

Antes de seguir, al más puro estilo San Juan Bautista, voy a servirles mi cabeza en una bandeja de plata,  así que diré que las tres chicas son preciosas, y les agradezco de corazón que nos hayan dejado disfrutar de su piel, que nos hayan descubierto sus enhiestos pechos y mostrado su escondida pasión ya desbordada.

A partir de ahí, poco más que destacar del acto en sí, bueno sí, quizás la reacción de los chicos de la clá, estos de Izquierda Unida, que lejos de asombrarse o sentirse molestos por un acto contrario a las normas de disciplina propias de un Parlamento, se pusieron a aplaudir como locos, sin preocuparse lo más mínimo ni siquiera por su seguridad (una de ellas, en pleno éxtasis a punto estuvo de caerse de la barandilla), por suerte a ninguno le falló el subconsciente y se le ocurrió sacar un billete al grito de "quítatelo todo!"

Pero como toda buena juerga, el acto tiene su resaca y hoy leo en un rotativo que  una de las chicas que ayer nos alegró el día, “se hizo feminista a los 16 años”. Y ahí he dejado de leer, sin querer me he puesto a darle vueltas a la cabeza… porque me la imaginaba como a San Pablo cuando todavía era Saulo, montada en un caballo blanco, trotando por la pradera, cuando de pronto, por un torpe traspiés del animal, cae al suelo, y al levantarse, decide hacerse feminista.

Según la RAE, el feminismo es aquel movimiento que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres. Eso me hace suponer que esta chica, hasta los 16 años creía que el hombre era superior a la mujer, o que la mujer era superior al hombre, y que fue a esa edad en la que cayó en la cuenta de que un hombre no merece ni más ni menos que una mujer por el hecho de ser hombre o viceversa, repito, o viceversa.

Imagino pues, que al creer en la igualdad entre todos los seres humanos, la edad tampoco tiene importancia, es decir, que ella a sus 21 añitos es tan igual que un anciano de 90… y por tanto, ambos tienen los mismos derechos, incluso ese bonito derecho a la vida, y ello aunque el pobre anciano pueda suponer una carga para su hija, una carga física, económica y puede que hasta mental.

Y digo yo, entonces, ¿por qué Lara sí cree sagrado su derecho a acabar  con la vida de otro ser humano? ¿Porque aún no sabe hablar? ¿o es por el simple hecho de estar en su vientre?

Y ya puestos, supongamos que sí, que es lícito disponer de esa vida. Si tanto luchan por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres… ¿por qué cree Lara que tiene más derecho a decidir sobre la vida de su hijo que su padre? ¿por llevarlo en su vientre durante 9 meses?  ¿Entonces una madre es más madre que un padre? ¿No hablábamos los feministas de igualdad de derechos?

Quizás un día, si Lara se vuelve a caer de aquel caballo y descubre que ser madre es lo más maravilloso del mundo, quizás ese día, se encuentre con que su padre se niega a cambiar un pañal y le espete un, “Lara, es que tú lo llevaste en tu vientre 9 meses, eres más madre que yo, así que el pañal lo cambias tú…”