Hoy pienso que por culpa de algunas noticias que descubro, como cuando un árbitro todavía imberbe sufre una agresión a manos de un padre que tiene más de salvaje que de padre, o veo esos gestos más propias de barriobajeros que de futbolistas de primer nivel, me dan ganas a veces de exiliar al fútbol de mi vida y dedicarme exclusivamente a otros deportes que, sin duda me parecen más sanos y ejemplares.
Sin embargo, ya lo decía Alejandro Dumas, "todas las generalizaciones son peligrosas, incluida esta" y el fútbol no es una excepción, porque el fútbol también tiene mucho que dar y mucho que decir.
Fue hace ya algún tiempo cuando descubrí a Carlos Matallanas, periodista deportivo del que no sabía nada más que su nombre, de hecho cuando leía algo suyo en elconfidencial.com pensaba que era su hermano, Javier Matallanas, también periodista, con más años y experiencia en el mundo del deporte.
Sin embargo, un día, me quedé parado al leer el título de su blog: "Hola, soy Carlos Matallanas y me acaban de diagnosticar ELA". Fue entonces cuando empecé a navegar buscando más información sobre él, descubriendo que Carlos era el hermano pequeño de Javier, un chaval que había hecho sus pinitos en el mundo del fútbol, y que incluso seguía jugando a nivel amateur en un equipo de tercera división y que ahora, al igual que su hermano mayor, se había metido de lleno en el periodismo deportivo.
A partir de ese post, comencé a seguirle, un poco por curiosidad y sobre todo por admiración. Era increíble ver con qué objetividad narraba su propia historia, una historia de la que él, desde el primer momento, ha sido consciente de que no va a tener un final de Disney. Y sin embargo ahí estaba, echándole coraje y sacando fuerzas para contar su historia con el fin de dar a conocer una enfermedad tan cruel como extraña y caprichosa.
Día a día Carlos ha ido describiendo cómo la maldita enfermedad se va apoderando de su cuerpo y de su vida y, sin embargo, él sigue luchando. No niega la realidad ni habla de sueños inalcanzables, pero no se resigna a dejar de vivir los días que le quedan.
Estamos hablando de hace tan sólo 8 meses, y sin embargo, hoy Carlos ya ni siquiera puede hablar. Pero sigue escribiendo y sobre todo, sigue viviendo, en el sentido más amplio de la palabra. Sigue disfrutando, sigue trabajando y sobre todo, sigue luchando, como hacemos todos, desde que se levanta hasta que se va a la cama.
Y entonces aparece Fernando Torres, amigos desde la infancia y compañero de goles del hermano de Carlos, cuando siendo un chaval ambos se iniciaban en este deporte, ha estado desde el primer momento al lado de Carlos, en la intimidad, como los amigos de verdad. Carlos nunca le ha pedido nada, y sin embargo, fue Fernando el que le propuso realizar un proyecto, una entrevista muy especial.
No es Fernando Torres persona muy dada a los focos y a mostrarse abierto contando su intimidad, pero sin embargo, la ocasión merecía la pena y así se lo hizo saber a Carlos, quien agradeció el gesto de su amigo, para así, que todo el mundo sepa más de esta enfermedad, y de camino, aunque es lo de menos, descubrir a dos grandes personas.
Citaba antes a Alejandro Dumas para alertar del peligro de generalizar, pero me quedo con esta frase del propio Carlos: "Modestamente, les invito a que no vuelvan a generalizar en esto ni a infravalorar el deporte o el fútbol en sí mismos. Lo practiquen o no, sean aficionados o lo detesten, conviene no poner etiquetas tan dañinas e incompletas. La facilidad para discernir que este era el momento de hacer lo que ha hecho respecto a mi enfermedad es una virtud de Fernando Torres, futbolista".
Aquí os dejo el vídeo de la entrevista, yo mientras tanto, seguiré leyendo a Carlos, esperando que siga escribiendo mucho tiempo, y aunque él no le guste hablar de milagros, seguiré esperando un milagro, ¿quién sabe, Carlos? Puestos a creer en milagros, quién mejor que un luchador como tú para ser su protagonista. Y también seguiré viendo a Fernando jugar el fútbol, pero de ahora en adelante lo veré con otros ojos, lo apreciaré y lo admiraré no sólo como futbolista, sino también como persona, porque el fútbol también tiene héroes...
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