viernes, 14 de octubre de 2016

Un juglar llamado Dylan

Hoy pienso que los juglares eran cómicos y músicos ambulantes, que se dedicaban a tocar instrumentos, cantar canciones y a realizar todo tipo de actividades para divertir al pueblo (chistes, magia, acrobacias o aquello que produjese alguna risa o, al menos entretuviese a la gente). 

No, no se hacían ricos con esto, eran humildes, de clase baja y no eran sino vistos como unos saltinbanquis con los que te ríes un rato. Desde el principio fueron criticados por la nobleza y la Iglesia, por el lenguaje vulgar que empleaban, y por eso no actuaban en castillos ni palacios, sino que iban de pueblo en pueblo cantando y recitando por calles y plazas. 

«Mester traigo fermoso / non es de juglaría / mester es sin pecado, ca es de clerecía / fablar curso rimado / por la cuaderna vía / a sílabas contadas, ca es grant maestría», decía el Libro de Aleixandre, despreciando así  el mester de juglaría y diferenciándolo claramente del mester de clerecía, propio de los hombres cultos y de los clérigos, lo cual sí se consideraba Literatura.

Hoy todo el mundo ha oído hablar del "Cantar de mio Cid" y nadie duda en incluirlo como una gran obra literaria, a pesar de ser un Cantar de gesta, propia de juglares de aquella época. Pero hoy reconocida precursora de la literatura española, sin cuyos mimbres no habría, seguramente, cuerdos Quijotes ni perdidos poetas en Nueva York.

Hoy han concedido a Bob Dylan el Premio Nobel de Literatura. Un sacrilegio para algunos, un merecido reconocimiento para otros. 

Quizás hoy pueda ser contradictorio que un cantante que siempre ha cantado mal sea merecedor del premio más preciado en el mundo de la literatura, sin embargo, ¿qué es la literatura sino el arte de conseguir emociones mediante palabras? 

El propio Bob Dylan decía de él mismo que no tenía una voz bonita y que no cantaba bonito, pero que tampoco quería hacerlo. Quizás, Bob Dylan tenga más de juglar que de cantante y puede, que por fin, 800 años después, un juglar sea, merecidamente, admitido en lo más alto de la literatura.

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