"Si Peter Pan viniera a buscarme una noche azul,
que me sorprenda a oscuras, por favor que no dé la luz.
no vaya a descubrir que suelo mentir
cuando juro ser aún ese niño"
Ismael Serrano
Te recomiendo que escuches la canción mientras lees el post
Hoy
pienso que a Felipe
González le
costó despertar de ese sueño perfecto en que uno se encuentra
cuando, como dice el sabio refranero, los toros se ven desde la
barrera. Cuatro años de gobierno necesitó para dejar a Peter Pan en
el paraíso infantil de Nunca Jamás y pasar del "OTAN,
de entrada NO" al
"necesitamos
permanecer en la OTAN por la cuenta que nos trae". Ese día, Felipe miró a cielo y dejó que Isidoro regresase sólo y ufano a Neverland, "lo siento, Isidoro, gobernar es esto".
"Gobernar
es esto", la misma escueta
frase que le envió por SMS a Zapatero
cuando
en 2011 éste pasó por el trance de anunciar en el Congreso
los recortes impuestos por Europa y que iban en contra de todas sus
palabras y creencias. Siete años y una crisis de caballo le costó a
ZP abandonar a Campanilla y sus polvos mágicos.
Algo más le costó a
Neville
Chamberlain, el
primer Ministro inglés allá por finales de los años 30 cuando tras
volver de Munich y
pensando que había salvado al mundo de una nueva gran
guerra, a cambio de regalarle a Hitler sus primeras exigencias,
se encontró de bruces con el gruñón de Churchill
quien
le espetó en sus morros: “Se
te ofreció poder elegir entre la deshonra y la guerra y elegiste la
deshonra, pero también tendrás la guerra".
No fue entonces cuando se quitó el traje verde, prefirió esperar a
ver cumplida la profecía de Churchill
y
sólo al verse superado por la responsabilidad de liderar a su país,
pensó para sus adentros "Wendy,
ayúdame".
Y
llegamos a hoy, todavía resacosos por la funesta noticia de que Nissan va a cerrar su fábrica en Barcelona.
Tanto va el cántaro a la fuente... que al final el sueño se rompe,
esta vez el de la alcaldesa Colau, aquella que hace tan sólo
tres años y siendo ya alcaldesa, se autodefinía como
"revolucionaria y antisistema". Hoy en cambio pide, suplica
y ruega a los nipones que no echen el cerrojo... la veo hasta
en disposición de cantarles unas sevillanas con acento payés, "no
te vayas todavía, no te vayas por favor..." Pero claro, es
lo que tiene creerse tus propios sueños, hace tan sólo un mes,
cuando todos ya éramos conscientes de la que se nos venía encima y
del importante papel que van a jugar las empresas en la reactivación
de la economía, su teniente de alcalde, Janet Sanz pidió "evitar
la reactivación de las fábricas de los coches tras la pandemia".
Como
le pasó a Zapatero y a Chamberlain, puede que Ada
Colau ya llegue demasiado tarde al cuarto de Wendy para encender
la luz, el tiempo dirá, aunque no ayuda el hecho de que grandes referentes catalanes como Gabriel Rufián, se pongan a
reflexionar y se pregunten en público y sin rubor si la solución a todos los problemas no sería nacionalizar la fábrica japonesa... y en un
momento de esos de "¿que no? espera, sujetame el cubata" el Rufián se viene arriba y
suelta la palabra que tanto gustaba al mandatario Chavez: la
expropiación.
Íñigo
Errrejón, que andaba tan guapo calladito, le da la razón y
también defiende la nacionalización. Entonces, estalla la tormenta perfecta, Iglesias lo
escucha y piensa "¿a que todavía me roban a Campanilla?"
y también sale susurrando (ahora le ha dado por hablar así) la
posible nacionalización.
Prefiero
no preguntarle a ninguno de ellos cómo harían para sostener las
gruesas inversiones necesarias para ser mínimamente competitivos en
un mercado tan concentrado e internacional. Puede que me hablasen de
imponer políticas arancelarias salvajes y vender nuestros flamantes
coches por debajo del valor del mercado. Quizás incluso llamasen a
Eduardo Garzón, otro reputado economista, para que me explique la fórmula mágica: ¡fabricar una máquina de hacer billetes!. Sentiría decirle entonces que no es el primero que lo piensa, mi hija siempre me lo decía cuando tenía cuatro años, por cierto, ahora ya no lo hace, dejó de hacerlo cuando cumplió los nueve...
Volver
a la peseta, al Seat Seiscientos y a la autarquía... ¡ahora empiezo
a entender esa obsesión por desenterrar a Franco!
Por
eso, cuando Peter Pan decía a sus amigos, aquello de que "en
el mismo momento en que dudes de que eres capaz de volar, ya no
podrás hacerlo nunca más", Wendy entró en su cuarto, se
metió en la cama y pensó, "Volar estuvo bien, pero ya
es momento de poner los pies en la tierra”.
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