Hoy pienso que no entiendo nada.
Hace tres años, el líder libio Gadafi, visitaba España. Parecía que Berlanga se había atrevido a hacer la segunda parte de Bienvenido Mr. Marshal. Venía dispuesto a instalar su propia jaima en los jardines de El Pardo, y todos, incluido el Rey, le rieron la gracia.
Incluso la entonces alcaldesa de Córdoba (hoy señora ministra), muy enfadada, pedía explicaciones al Gobierno español porque la visita que iba a hacer a Córdoba finalmente se cambió por Sevilla.
Zapatero, por supuesto, y los principales empresarios españoles se apuntaron a la fiesta. Sólo Acebes, de forma tímida, se atrevió a afirmar que España debía poner en su política exterior y "por encima de cualquier interés" la defensa de la libertad y de los derechos humanos, aunque claro, Angelito debió olvidar que tan sólo hacía 5 años que Aznar había visitado Trípoli para estrechar lazos entre ambos países...
Ya sé que las comparaciones son odiosas, pero en los USA, el año pasado, Muamar también fue de visita, y en cambio tuvo que montar su jaima, no por gusto, sino porque ningún hotel en toda la ciudad quiso alojarlo...
El caso es que este mismo tipo, hoy es un tirano ("el tirano más cínico", según el País), un déspota, y hasta un asesino.
Lo mismo ha pasado con el tunecino Ben Alí y el egipcio Mubarak.
Lo de este último sí que me ha sorprendido, sobre todo, porque nunca había oído una sóla palabra en contra de Hosni, de hecho, en 1985, cuando visitó España, recibió el Collar de la Orden de Isabel la Católica, condecoración instituida por Fernando VII en 1815 para "premiar la lealtad acrisolada a España y los méritos de ciudadanos españoles y extranjeros en bien de la nación".
Hoy, todos hablan del triunfo del pueblo sobre el mal, de la caída de unos bárbaros indeseables que habían convertido su pueblo en un infierno. Guardan las fotos junto a ellos en un cajón hasta mejor ocasión y sacan pecho como defensores de la libertad y la democracia.
Estoy deseando que el fenómeno se extienda al otro lado del charco, porque no quiero perderme a los Willy Toledo y resto de papanatas vitoreando la libertad del pueblo cubano... y es que parece que en este país no tenemos memoria... ¿o será que no tenemos vergüenza?
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