"La evolución de la música debe formar parte de tu propia evolución personal. Sería ridículo que yo, hoy día, cantase "Quiero un camión". Cada tiempo tiene su sonido".
Jose Mª Sanz, Loquillo
Hoy pienso que fue hace ya más de veinte años, tras un concierto de nuestro ídolo de la adolescencia, cuando nos fuimos al hotel donde se alojaba y empezamos a gritar su nombre desde la calle. Al final, tan pesados nos pusimos que acabó asomándose a la ventana y preguntando que "qué cojones queríamos". Entre sorprendidos y admirados, mi colega sólo acertó a decir "eh, amigo!"... y tras regalarnos su clásica mueca que, hasta entonces yo pensaba que era algo fingido y sólo teatral, simplemente esbozó un "yo no soy tu amigo" cerrando la ventana de golpe.
Nuestro no-amigo era Loquillo y aquella noche nos fuimos más que contentos, El Loco no sólo nos había hablado, sino que nos demostró que no era de mentira, en la realidad era tal y como se mostraba en los escenarios, chulo pero auténtico, jactancioso pero sincero, perdonavidas pero real.
Ha pasado mucho tiempo y mi mundo ha cambiado, bueno, mi mundo y yo. Tengo otros sueños, otra forma de pensar y seguramente otra forma de actuar. Sin embargo, pones la tele y ves a algunos artistas de aquella, nuestra época, que ahí siguen, algunos más calvos, otros con más canas y otros perennes como antaño. Todos con sus gafas de sol modernas, sus vaqueros rotos y sus camisetas por fuera, como si aún tuviesen 20 años.
Hoy leo en el El País una entrevista a Jose Mª Sanz, Loquillo, que recién aterrizado en su quinta década sigue vistiendo de negro, tan elegante como antaño. Ya no canta "La mataré" y no sé si quiera si le dejarían. Él sí es consciente de que el tiempo ha pasado, y me alegra ver que los años los ha ido cumpliendo tanto exterior como interiormente.
No importa si estoy de acuerdo con él en todos sus argumentos, tampoco creo que sea necesario. Pero sí me congratula observar que ha evolucionado, y que sin perder su esencia y su toque arrogante, a lo largo de los años no se ha estancado en el papel que le dio fama y éxito, sino que ha sabido crecer, pero sin falsos peinados y cambios drásticos, tan sólo dejándose llevar por el sentido común de los años y de su propio credo.
Hoy pone voz a poetas como Neruda o Salinas, lleva a su hijo al colegio y hace teatro, sin embargo, sigue llamando a las cosas por su nombre e incluso es capaz de llegar a las manos si hace falta (en el 2010 fue condenado a 3 meses de cárcel por darle un sopapo a un tipo en la puerta de un pub). Critica los nacionalismos extremos y se considera un republicano sin más, sin entrar en si es "de izquierdas o de derechas".
A día de hoy, Loquillo sigue siendo Loquillo, pero con 50 años, eso significa que como él mismo dice, "con los años te vuelves más cascarrabias, pero también más interesante y sabio..". En definitiva, que, igual que hace 25 años, acabas odiándolo o adorándolo.
Ya peina canas, pero le sigue gustando el baloncesto. Dice no a las drogas, aunque afirma sin vergüenza que las consumía. Resalta que no tiene nada en contra de los homosexuales, pero se siente orgulloso de su heterosexualidad. Describe a Carod Rovira como persona peligrosa y tacha a Barcelona de provinciana. No sé si hoy es más Loquillo o Jose Mª Sanz, pero de una cosa estoy seguro, si hoy me lo encontrase por la calle y lo saludase, su contestación sería "yo no soy tu amigo..." y yo lo seguiría admirando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario