jueves, 2 de febrero de 2012

Jaén no es Abbey Road

Hoy pienso que no diré yo que tenga que ser como en Alcalá de Henares, donde pasabas cerca de un paso de cebra y el coche más cercano paraba, sólo por si en tu intención estaba cruzar por el paso de peatones.

Tampoco ha de ser como en Murcia, donde estacionabas en doble fila y el coche que te seguía no sólo no te pitaba sino que bajaba la ventanilla y te preguntaba si necesitabas ayuda. 

Es lo que tiene haber vivido en distintos lugares. Ahora uno vuelve a su ciudad natal (o casi) y se encuentra con muchas cosas que no funcionan, y lo que es peor, que lo harían con tan sólo un poquito de sentido común.

La mala fama del tráfico se la lleva Madrid, !qué duda cabe! Esa gente estresada, acostumbrada a vivir en el coche, surfeando entre atascos y driblando accidentes. 

Pues no, mire usted (que diría Jose María). Yo he vivido allí, y he conducido allí. Y lo que es más peligroso para algunos, lo hacía en moto (vade retro!) y sigo vivo... pero tengo que reconocerlo, lo de Jaén es otro mundo. La calzada es una jungla donde sólo existe la ley del más fuerte, o mejor dicho, la ley del más pícaro.

No voy a entrar a describir las pirulas que se cometen, ni tan siquiera el hecho de que el propio peatón cruza por donde quiere y si le pitas, tras el frenazo de rigor, te mira con mala cara, como a quien molestas innecesariamente tras despertarlo de la siesta. 

Me quedo con los pasos de cebra. En Jaén, esas rayas longitudinales paralelas al flujo del tráfico y que alternan el color blanco con el de la propia calzada parece que es un adorno más, una especie de pintura rupestre que da vida a ese gris cenizo del asfalto.

Algunos deben pensar que es un homenaje a los Beatles, para que todo parezca el mundo idílico de Abbey Road, otros simplemente deben pensar que son los más fuertes, porque van escoltados por kilos de acero y que el pobrecito pedestre es un mero damnificado de la evolución del transporte sin derecho a réplica.

No soy muy dado a las críticas gratuitas. Pero ésta no lo es, es constructiva, preventiva y sobre todo moral,ya que el otro día, viendo a dos niños tratando de cruzar, se me revolvían las tripas mientras, parado yo y cediéndoles el paso, observaba atónito como un coche tras otro de los que venían de frente, pasaban y pasaban sin siquiera aminorar la marcha. 

Tuve que empezar a gesticular, llamar la atención de los conductores (mejor dicho, animales) que viendo a los niños cruzar, aún así seguían su camino. 

El colmo fue una motocicleta que, pasando por mi lado, y viéndome parado, aceleró sin problemas, y gritando, le recriminó a uno de los niños su peligrosa conducta... Seguramente, si fuese Abbey Road y el niño fuese John Lennon, se habría parado en seco a pedirle un autógrafo...pero claro, él era sólo un niño en una calle de Jáen... 

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo siento, pero esta vez no estoy de acuerdo contigo. Yo nunca he visto algo así. Lo único, algún peatón medio dormido q cruza son mirar. Difiero de tu opinión y pienso q sólo habrá sido una anécdota.

pino dijo...

Me gusta ir a trabajar andando por la mañana y es una de las cosas de las que disfruto al vivir en una ciudad pequeña y peatonable (por distancias).
Todos los días cruzo por un paso de cebra donde te puedo asegurar que nunca para el primer coche que pasa, ni el segundo... y con suerte el tercero ya se apiada de mi.
Hoy mismo ha parado un bus urbano, y me he puesto a cruzar, cuando por el carril de la derecha ha pasado una motocicleta, cutre y ruidosa, a toda pastilla, que me ha peinado el flequillo... Lo malo es que esa no es la excepción, sino la norma...

Anónimo dijo...

No me extraña nada de lo que cuentas. Me pasé 1 año entero de mi vida con una señal de Stop en la mano y un peto amarillo en el torso ayudando a cruzar a niños y madres en un paso de cebra a la puerta de un colegio. Fue mi prestación social sustitutoria del servicio militar al solicitar objeción de conciencia. El hecho de que en nuestra ciudad existiese tal destino ya habla por sí solo de los hábitos de los conductores y de su falta de respeto al volante. ¡¡Existía una necesidad de ayudar a cruzar una calle por un lugar por el que tenían preferencia (en señalización vertical y horizontal) los peatones!! Y de ayudar a la policía local a controlarlo.

Bien, pues de esa experiencia real os puedo decir que algunos coches no paraban ni siquiera con mis indicaciones y con niños cruzando. Muchos se molestaban y soltaban improperios una vez parados. Casi ninguno paraba si yo no me lanzaba al paso de peatones.

Estuve destinado durante ese año en 3 pasos de peatones diferentes. Lo curioso es que uno de ellos estaba regulado por semáforo y aún así había necesidad de que yo estuviese allí, jugándome el tipo.

Por suerte nunca ocurrió ninguna desgracia, pero yo estaba preparado para que algún día ocurriese.

Reconozco que fue divertido por los niños que te chocaban la mano al pasar, te preguntaban y comentaban miles de cosas inocentes, ect. También fue divertido por las madres...muchas anécdotas...

En cualquier caso, como te decía, no me sorprende lo que cuentas pero sí me da pena saber que sigue siendo así a pesar de los años y de que otras conductas y hábitos sí se han conseguido integrar en nuestras vidas.

Te agradezco que reflexiones en torno a este tema.

mermi dijo...

Totalmente d acuerdo,el problema es q estamos acostumbrados a esta poca educación cívica,lo vemos normal.pasos d peatones,cedas,rotondas ... al grosero,grosera d turno q x la ventana t comería si pudiese ...al volante algunos se ponen nerviosos,otros les puede la prisa,el ego o el mal humor...un asquito

Anónimo dijo...

No lo comparto y además, no se muerde la mano q te da de comer.

pino dijo...

No soy esclavo de la autocomplacencia...