"Las amenazas a la democracia: Terrorismo, debilidad del Estado de Derecho y neopopulismo".
Mario Vargas Llosa
Hoy pienso que era primavera, del año 1990, cuando un escritor de mediana edad, siempre involucrado en el tema de las libertades (eso que ahora llaman "comprometido") se presentaba a las elecciones generales de su país, siendo, según los sondeos, el favorito para ganarlas.
El país se encontraba en ruinas, el presidente anterior, socialista, había iniciado, 4 años antes una serie de políticas muy populistas que, aunque al principio tuvieron el apoyo de los ciudadanos (como todo este tipo de políticas) en poco tiempo los resultados empezaron a salir a la luz, dejando un país empobrecido.
Así es como se presentó a las elecciones, sabedor de que la gente estaba descontenta y explicando de forma vehemente al pueblo que el actual presidente sólo ofrecía corrupción y pobreza para un país que se merecía algo más.
Terminó la primera vuelta de las elecciones y ganó, dejando al anterior presidente sin opciones, pero sin conseguir el 50% de los votos necesarios, por lo que hubo una segunda vuelta entre los dos candidatos más votados. Un novelista y un ingeniero industrial se enfrentaban, partiendo con ventaja el conocido escritor.
Sin embargo, de pronto todo cambió. El otro candidato, un ciudadano con sangre japonesa, pronto se sentó a hablar con el todavía presidente socialista, sabedor de que sus opciones pasaban por su apoyo, de cara al electorado más influenciable a través de sonrisas y falsas palabras.
La alianza tuvo éxito y en la segunda vuelta, el ingeniero le dio la vuelta a los sondeos y ganó de forma aplastante.
Perú ya tenía nuevo presidente, Alberto Fujimori.
El candidato vencido, un tal Mario Vargas Llosa, no sintió la derrota como propia, sino como del pueblo de Perú, que había elegido como presidente a un candidato corrupto y demagogo que llegaba al poder gracias a un pacto con el socialista Alan García, hasta entonces presidente y responsable de la penosa situación del país.
Vargas Llosa, triste, pero indignado con su propio pueblo, decidió dejar su casa en el Distrito de Miraflores y autoexiliarse de Perú, avergonzado, como él mismo reconocía, por un pueblo que había escogido el camino del populismo y la corrupción dejando atrás la libertad y la posibilidad de construir un país mejor.
Fue entonces cuando le tacharon de fascista, de mal perdedor, de no respetar la democracia, porque el pueblo había elegido a otro presidente, y el pueblo, a través del vot,o es sabio y su decisión, por tanto, la correcta.
Bueno, 10 años después saltaba el escándalo y Fujimori era destituido por "incapacidad moral" por el propio Congreso de su país. Cuatro años más tarde fue condenado por los delitos de asesinato con alevosía, secuestro agravado y lesiones graves, peculado doloso, apropiación de fondos públicos y falsedad ideológica en agravio del Estado.
Hoy, todos reconocen el valor de Vargas Llosa por denunciar aquella situación y el coraje de enfrentarse a medio mundo y al país de sus amores, dejando atrás sus recuerdos por defender la libertad y, esta sí, la verdadera democracia.
Hoy leo algún artículo que basándose en la definición de democracia tilda de intolerantes y poco demócratas a los que sienten que los resultados en Andalucía son una desfachatez y una vergüenza para todo andaluz que se precie... bueno, el tiempo da y quita razones, lástima que a veces llegue demasiado tarde.