jueves, 7 de junio de 2012

Manolo, descanse en paz

"La vida me ha golpeado fuerte. Podía haberme hecho vulnerable y acabar pegándome un tiro, o podía mirar al cielo y crecer. Elegí la segunda opción"
Manolo Preciado

Hoy pienso que no se trata de hablar de fútbol, sino de un gran hombre, buena persona, trabajador y que siempre supo reponerse a las difíciles pruebas a las que le sometió la vida.

Como jugador no sobresalió, aunque llegó a jugar en primera con su Racing de Santander.

Como entrenador comenzó a nivel profesional también en el Rácing. Aquel verano de 2002 no podía comenzar mejor para él, su equipo del alma se ponía en sus manos y le daba la gran oportunidad de entrenar en primera.

Sin embargo, ese mismo verano, su mujer, Puri, el amor de su vida, moría tras varios años luchando contra un cáncer de piel. Manolo se quedaba viudo con dos hijos adolescentes a los que cuidar, una responsabilidad mucho mayor que entrenar a cualquier equipo del mundo.

Meses más tarde,esa misma temporada, de nuevo la mala fortuna le mira de cara, y un estrafalario y egocéntrico empresario ucraniano compra el Racing. A los pocos días, Manolo se ve forzado a dimitir cuando el nuevo Presidente le comunica que no sólo quiere dirigir el club desde el despacho, sino también desde el campo. Manolo no pasó por el aro, y aunque era una gran oportunidad de abrirse camino, nada menos que en primera división, prefirió apartarse y seguir luchando, aunque siendo fiel a sí mismo, demostrando así su honestidad y su forma de entender la vida. Con una de esas frases tan características suyas, resumió la situación: "He tenido la fortuna de entrenar al equipo de mi vida, el Racing. Pero tuve la mala suerte de que pasó una paloma y se cagó precisamente en mi tejado".

Será el Levante quien al año siguiente le de la oportunidad de sentarse en el banquillo, y Manolo no defrauda, consiguiendo el ascenso con el equipo granota a Primera división. Sin embargo, de nuevo, la alegría lo traicionaría cruelmente y ese verano del 2004, todavía empapado por el champán descorchado en la celebración del ascenso, su hijo Raúl, de tan sólo 15 años, moría en un trágico accidente de moto.

Trató de sobreponerse, hizo las maletas y se fue a Murcia, tratando de cambiar de aires, pero esta vez las cosas no le fueron bien y no terminó la temporada allí, igual que al año siguiente, donde de nuevo en su Racing, dimitía a falta de 4 jornadas, sintiéndose incapaz de salvar al equipo.

Es entonces cuando firma por el Sporting, y comienza un idilio que duró cerca de 6 años. Con este equipo vuelve a conocer las alegrías del fútbol y de la vida. No sólo consiguió el ascenso a primera, sino que más allá de resultados, el equipo y la afición consiguió disfrutar durante esos años gracias a la labor de Manolo, un trabajo bien hecho, con honradez y esfuerzo, que la gente supo ver y agradecer, hasta el punto de que el dia que se fue, la afición lo despidió como un  héroe y hasta al Presidente, que acababa de despedirlo, se le escapó alguna lagrimita. Él no se quedó atrás, y una vez más dejó entrever su caballerosidad despidiéndose con estas palabras: "Lamento si hice algo mal, seré de este equipo toda mi vida. Seré socio del Sporting hasta que me muera"

Sin embargo, el año pasado, otra vez la vida quiso probar su carácter de luchador nato, y era ahora su padre el que moría cuando ayudaba a su hijo (hermano del entrenador) a empujar un coche en una rampa y era arrollado por éste.

Otra vez Manolo tenía que sobreponerse, otra vez la tragedia se cebaba con él. Y él, erre que erre, tampoco se dio por vencido. Ayer mismo hacía público su fichaje por el Villarreal, un equipo recién descendido, pero con potencial y con un proyecto serio, todo, parecía, empezaba por fin a salir bien.

Sin embargo esta madrugada fallecía por un infarto de miocardio.

Manolo era un tipo honesto, carismático y humilde. Supo siempre dar la cara, gritando y criticando cuando lo creía justo, como cuando dijo tras una declaraciones polémicas de Mourinho que "Si dijo lo que dijo en serio, Mou es un canalla y un mal compañero" y pidiendo disculpas cuando veía que estaba equivocado, perdonando u olvidando (La gente no te engaña cuando la miras a los ojos o te da un abrazo llorando. Hay sentimientos que no se pueden fingir), o ensalzando a un jugador contrario, aunque fuese con su propio estilo como cuando dijo de Kameni "estamos ante un portero que sólo verle los brazos yo me acojono".

Un profesional como pocos, hasta el punto de dimitir varias veces, cosa extraña en un país y un deporte donde casi hay que llamar a la grua para mover a alguien de un sillón. Un señor que afirmaba que "No hay mejor manera de respetar al rival que meterle el máximo número de goles que puedas" y un hombre de la calle que afirmaba sin sonrojarse que "llevo tanto tiempo en el fútbol que me han salido pelos en los huevos".


El caso es que a lo largo de su vida demostró que las caídas son sólo caídas, y que ante la adversidad, uno siempre puede levantarse. Él lo hizo varias veces y hoy, sólo puedo desear que su recuerdo, su forma de ser y de entender esta vida sirvan a su hijo para seguir adelante, porque su padre, como él mismo decía de su Sporting: "tenia unos huevos como el caballo de Espartero".

Descanse en paz


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Como sería el hombre este para hacer bajarse del burro al propio Mou que hasta lo invitó a la Ciudad Deportiva...
Muy grande.
Descanse en paz.

Anónimo dijo...

Me ha dado mucha pena. Era de esas personas que te sacaba la sonrisa y que te hacia pensar que el mundo es un sitio que merece la pena. Como tu dices, al margen del fútbol. Un alma libre...