Hoy pienso que llevo meses dándole vueltas al tema del macrocomplejo que Sheldon Adelson quiere denominado Eurovegas quiere montar en nuestro país.
Como ocurre siempre, al final se ha convertido en un tema politizado y ya solo caben dos posiciones, blanco o negro, según el color de tu ideología, lo que se traduce en que "si eres del PP”, estás a favor de Eurovegas y "si eres del PSOE”, no quieres que España se convierta en Sodoma y Gomorra, por lo que estás en contra de este antro de perversión, que diría uno que yo me sé.
Como me suele ocurrir siempre, en este caso también tengo mi propia opinión, aunque eso me costará alguna crítica y me tildarán, una vez más, de lo que no soy, pero es lo que tiene pensar por sí mismo...
Llevo toda mi vida oyendo hablar de Las Vegas, esa ciudad artificial creada en mitad del desierto con el único fin de divertir al personal mientras se deja los cuartos entre maquinitas y naipes. La imagen siempre ha sido la de una ciudad de ensueño, ideal para ir 3 días, quedarte boquiabierto ante la mayor expresión de ostentación del hombre ante la naturaleza y disfrutar como un enano ahogado en diversión y ocio.
El caso es que ahora, de pronto, viene este multimillonario y decide hacer un Mini Vegas en nuestro país, creando así 30.000 puestos de trabajo más todo el beneficio indirecto que ello supone (negocios complementarios, turismo, etc.) y lo que parece en principio una buena noticia, de buenas a primeras, todos los progres de este país se rasgan las vestiduras anunciando la llegada del mismísimo Belcebú.
La verdad, Las Vegas no es el paradigma del arte y la intelecutalidad, eso está claro, pero tampoco había oído nunca a nadie criticar con tanta fuerza lo que ahora parece ser un nido de prostitutas y drogas, puro vicio, vamos, tal y como arenga el nuevo inquisidor Tomás Gómez…
Imagino que tanto puritanismo y buena conciencia se debe en realidad a que, como siempre, priman los intereses políticos antes que los de la ciudadanía, y claro, si este tanto se lo apunta Esperancita, los otros están que trinan, no vaya a ser que hasta seamos capaces de salir de este hoyo mientras ellos miran en la oposición.
Aún así, demuestran tener muy poca cabeza, ya que podrían haber esgrimido otro tipo de argumentos, como el hecho de que el Señor Adelson tan sólo aporta el 35% de la inversión y que quizás, si los bancos no soportan el resto, todo quede en otro cuento para un guión de Berlanga. Pero ni tan siquiera dan de sí para eso, es preferible acudir al cliché demagogo y decir, como dice Gabilondo, que “el horizonte de España es ser un país de ruleta, de copas y parque de atracciones”.
Yo mientras tanto, sigo denostando el “es mejor aquello que esto” porque siempre acabamos sin esto y sin aquello, y prefiero seguir pensando que este proyecto es bueno para España, igual que lo es invertir en tecnología o energías alternativas (y siempre en Educación, por cierto) ya que no tiene por qué ser incompatible, aunque algunos acudan a ese viejo argumento para conseguir el tan ansiado sillón.
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