Hoy pienso que ayer por fin se hizo pública la tan cacareada y ansiada Reforma de la Administración.
Tras la presentación de Rajoy y por lo que, de momento, he leído, mi gozo en un semipozo. 217 medidas en más de 2.000 folios suena bien, aunque claro, las palabras nada significan si luego no se dignifican. Y de momento sólo he visto eso, buenas palabras.
EL caso es que hoy se aprueban en Consejo de Ministros la primeras 5 de esas medidas, y bueno, pues veremos a ver hasta dónde llegan, porque esto será un cuentagotas del que más vale no perder el hilo. Aunque la información no era del todo exhaustiva, principalmente me han llamado la atención dos cosas. Por un lado, la ausencia de referencia alguna a la reforma de la Administración local ni autonómica, lo cual me huele a que una vez más, tratamos de poner un parche a la rueda para que deje de perder aire, cuando en realidad, por su desgaste, lo necesario sería cambiar el neumático, aunque ello suponga más trabajo inicial... y más dinero.
Por otra parte, se habla tan sólo de un ahorro de 8.000 millones de € (curiosamente la misma cifra de la que se hablaba cuando se anunció la desaparecida reforma local). Pocos millones me parecen a mi para tan supuesta magna reforma, cuando sólo las 149 "embajadas" autonómicas andan por los 150 millones...
Sin embargo, no hablaré más de ello hasta que no tenga más datos y ésto se vaya desarrollando, eso sí, sigo pensando que una reforma de la Administración sin tocar ni tan siquiera retocar la estructura actual de esta nuestra España, se me antoja misión para el mismísimo Ethan Hunt.
¿No sería más fácil cambiar la rueda? Quizás más fácil no, pero mejor a medio y largo plazo... Analizar el impacto real de las Diputaciones, la verdadera utilidad de los pequeños municipios, la eficacia de muchas competencias transferidas a las CCAA... ¿es mucho pedir?
Por otro lado, también me gustaría dejar mi impronta (que diría mi peculiar compañero del despacho de al lado) sobre una de las reformas que saldrá a la luz, previsiblemente, en julio. Así me mojo y luego nadie me podrá decir que me subo o me bajo de carros según el buey del que tire.
Se trata de la futura Ley de Función Pública. Según anuncian, hará énfasis en el proceso de selección del funcionario y en la revisión constante de la capacidad de trabajo y la obtención de resultados.
Bueno, eso no es decir mucho, aunque en mi opinión, los tiros van por ahí, eso sí, habría que ahondar mucho más.
La Administración Pública adolece de una rigidez excesiva y una falta de adaptación a los nuevos tiempos descomunal. La estructura decimonónica de la Administración es lo primero que llama la atención cuando uno entra en las cuatro paredes públicas y se pierde en su laberinto. No existe colaboración entre Administraciones, "lo mío es mío y lo tuyo es tuyo" viene a ser el sancta sanctorum de todo Organismo Público y eso, poco ayuda a la eficacia. Por no hablar de Organismos de distintas Administraciones territoriales, que si en CCAA como Andalucía o Murcia ya se ven como enemigas irreconciliables, no quiero pensar en una Catalunya o Vascongadas.
Por otro lado, no existen políticas activas de recursos humanos, y sin embargo, algo fundamental como es la formación continua, el fomento de la carrera profesional o una especial atención a la función directiva supone algo esencial para el estímulo profesional del funcionario, con la consiguiente repercusión en la propia Administración.
Especialmente en las CCAA, la Administración pide a gritos una mayor profesionalización, especialmente en los puestos directivos donde ahora mismo, los criterios del carné y la amistad son los seguidos a pies juntillas.
Y así podría seguir, pero prefiero callar y seguir observando. Porque estos temas que a mi me apasionan igual os resultan tediosos... y yo, no os quiero aburrir con otro telediario. Mañana procuraré ser más ocioso...
No hay comentarios:
Publicar un comentario