Hoy pienso que quiero hablar de mi blog. Muchos están esperando a que hable de algún amigo raro, uno de esos que pasa por una experiencia única, traumática, de desgaste psicológico y de las que nadie quiere sufrir, pero de la que todos, cuando les toca, desean con toda su alma salir.
Podría, pero prefiero hablar de mi blog, quién quiere perder el tiempo hablando de un amigo anodino, sí, anodino, de esos que cuando llega no hace ruido, pero cuando se va, notas al segundo de su partida su silencio.
Como decía, este es mi blog, un blog donde podría hablar de ese amigo, que decide triunfar en la vida, y no quiere hacerlo solo. Y decide que todos seamos partícipes de su alegría. Porque su triunfo es de verdad, nada material o efímeramente trascendental, en realidad su conquista ha sido la propia gloria personal.
Por un momento me dan ganas de no hablar de mi blog y contaros cómo decidió compartir su corona vital, convirtiendo la honra en un triunfo de la amistad. Y así, si no fuera porque quiero hablar de mi blog, podría seguir contando cómo un simple silbido, una única llamada, y cada uno dejándolo todo para acudir a su encuentro, porque quizás, sólo quizás, todos querían estar allí, acompañándolo para ese guateque leal, porque todos ellos tenían algo personal que aplaudir y festejar.
Podría hablar también de más amigos, el que vino de Elche, y que cada día pesa un kilo más de bondad, el tranquilo granadino postizo, ese que me confesó que por fin, tras 39 años de contenida tolerancia, un día se enfadó (el fin del mundo debe estar cerca, pensé yo), otro granadino de adopción, con el que compartí tantos años de libros y experiencias, el ingeniero metido a broker, el exaltado madridista siempre con una sonrisa en su cara, el hoy anarcoliberal y que comenzó su vida del lado de la Pasionaria y el poeta de la calle, ese que es capaz de sonrojar con un sólo arqueo de cejas.
Si no fuera porque es tiempo para mi blog, diría que también apareció el sempiterno joven que ha hecho de su vida su propia filosofía, o el primo encantador, al que nunca le falta una frase oportuna en el momento adecuado. Y sin duda también acudieron los ausentes, esos que no llegaron a nado desde el otro lado del charco, los que no tuvieron más remedio que quedarse comiendo Pierogi o los que tuvieron que sacar fuerzas para quedarse trabajando en un día tan señalado... y ese, ese que nadie sabe dónde se perdió y del que nunca más se supo. Aún así, si no fuera porque toca escribir sobre mi blog, diría que también ellos, en cierta forma allí estuvieron.
Pero os prometo que un día os hablaré de la Pasa y el gran Matías, de los pins de colores y la cerveza leonesa, los castos besos y otros no tan castos, los abrazos sinceros, la exaltación de la amistad a horas desmedidas, las crueles risas que entre amigos nunca lo son o los mismos recuerdos que siempre acaban aflorando, pero eso será otro día, os lo prometo.
Porque hoy es día sólo para mi blog, nada de sacar los colores a hermanas, primas y otras amigas que quisieron estar allí en ese día. O esos amigos que lo supieron mimar desde sus puertas vecinas, sabiendo que nunca desfallecería.
Y sólo porque hoy no toca, no quiero acordarme de ese anciano, que cuando cumplió 91 años, le respondía a su joven nieto cuando éste le preguntaba si se alegraba de cumplirlos: "no, no me alegro por cumplir 91 años, hoy celebro los 90 años que he vivido, porque hasta el día más triste de mi vida ha merecido la pena".
Y ahora, ahora sí, hablaré de mi blog...
3 comentarios:
Que bueno! No se quien será ese amigo que ha estado a punto de que no hablaras, por fin, de tu blog, pero me alegro de que no lo haya conseguido.
ME HAS VUELTO A ENCANDILAR Agus....y la verdad es que "no se de quien hablas", pero tal como los describes...es "como si los conociera!!"...
Me encanta que hables asi de tu blog...y si alguien alguna vez se opone...SALTO EL CHARCO SI HACE FALTA Y SE LO IMPIDO!
Abrazos a TODOS
Juan José, Dani, los conocéis a todos...
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