Hoy pienso que el deleznable acto terrorista en París, ha servido para dar juego a muchas pláticas de bar. Después de escuchar programas de radio, telediarios, tertulias y debates, no puedo por menos que destacar, cómo perdemos el norte en España y lo fácil que es sacarnos los colores con tal de buscar razones a nuestro premeditado argumento.
Me refiero a que mientras en París, desde el minuto 0 del atentado sólo ha habido un único objetivo por parte de todos, que era perseguir y dar caza a esos asesinos, vivos o muertos, nosotros aquí ya empezábamos a recordar nuestro 11-M, a buscar diferencias y a utilizar el atentado para asestar golpes allá donde más duelen.
Una periodista comentaba que esto debía servir para darnos cuenta de que no se podían poner límites a derechos inalienables como la libertad de expresión o el derecho al aborto... "¿Aborto, ha dicho aborto, qué tiene que ver ahora eso aquí ?" Me pregunté a mí mismo, incrédulo.
Alguien decía también que menos mal que el atentado había ocurrido en un país con un gobierno de izquierdas, porque si llega a mandar la derecha habrían aprovechado para limitar más los derechos de los ciudadanos... aquí no supe ni qué preguntarme, pero me acordé de Alfonso Guerra y su "que viene la dereshaaaa"...
Un tertuliano afirmaba tajante que le parecía muy hipócrita que alguien condenase este atentado y sin embargo hace un tiempo estuviese a favor de la censura de la portada del Jueves por tratar de sacar una caricatura obscena de nuestro entonces Príncipe Felipe sodomizando a la entonces Princesa Letizia.
Esto es lo que pasa por relativizar y confundir términos. ¿Alguien puede, en su sano juicio; comparar una matanza a sangre fría de 12 personas con la censura de la portada de una revista?
Para terminar de escuchar sandeces, hubo quien llegó a decir que en España esa manifestación masiva, de consenso y pacífica no habría podido ser posible en España con la denominada ley "Mordaza".
Y eso sin incluir los tweets de nuestro Willy Toledo, al que considero un Community Manager excepcional, ya que consigue con cada comentario llegar a todas las esquinas de España.
Y en mitad de todo este tinglado, yo me preguntaba ¿Por qué todo el mundo se manifestaba a favor de la libertad de expresión en lugar de manifestarse en contra del terrorismo islámico? Sería algo así como si en España, en los tiempos en que ETA mataba, hubiese habido una manifestación a favor de la liberación de Ortega Lara y el lema hubiese sido "por el derecho a trabajar donde uno quiera", como si el pecado de Ortega Lara hubiera sido ser funcionario de prisiones.
La verdad es que la libertad de expresión tampoco es infinita. Uno es libre de expresarse como quiera siempre y cuando eso no suponga limitar o conculcar los derechos de otro. Ya lo decía Sartre, "Mi libertad empieza donde termina la de los demás". Por eso existen delitos como la calumnia o las injurias relacionados con el derecho al honor o a la intimidad, por ejemplo.
Yo pienso que la revista Charlie Hebdo seguramente había sobrepasado ese límite. Digo yo que si en esta revista hubiesen optado por mofarse de Ellen DeGeneres por sus inclinaciones sexuales o de Montserrat Caballé por el tamaño de su trasero, seguramente la sociedad se les habría echado encima.Y por eso, hasta puedo entender que las caricaturas de Mahoma no gustasen a los musulmanes.
Sin embargo, no nos equivoquemos, además de que nada justifica un asesinato, las caricaturas fueron una mera excusa para ejecutar un objetivo planificado y que sólo necesitaba personificar el pretexto para llevarlo a cabo. En las Torres Gemelas no pintaban comics, igual que en los vagones de nuestros cercanías nadie se mofaba de Mahoma... tampoco hubo risas previas en el metro de Londres.
Las viñetas fueron su coartada, y nosotros caímos en la trampa. Derivamos el debate a si se puede o no se puede pintar a Mahoma y les servimos en bandeja un pretexto bajo cuyo subterfugio se sirven para quemar Iglesias, banderas y quedar legitimados para gritar, odiar... y matar.
Je suis Charlie, pero también soy Gregorio Ordóñez y James Foley, también iba sentado en el cercanías de la estación de Santa Eugenia y también salté desde lo alto de las Torres Gemelas angustiado por las llamas. Desgraciadamente, cada día "je suis tout le monde" porque mientras discutimos por los límites de los derechos y libertades, los Bolinagas y los Hamid Karzai siguen riéndose entre tripas y entrañas.
Sin embargo, no nos equivoquemos, además de que nada justifica un asesinato, las caricaturas fueron una mera excusa para ejecutar un objetivo planificado y que sólo necesitaba personificar el pretexto para llevarlo a cabo. En las Torres Gemelas no pintaban comics, igual que en los vagones de nuestros cercanías nadie se mofaba de Mahoma... tampoco hubo risas previas en el metro de Londres.
Las viñetas fueron su coartada, y nosotros caímos en la trampa. Derivamos el debate a si se puede o no se puede pintar a Mahoma y les servimos en bandeja un pretexto bajo cuyo subterfugio se sirven para quemar Iglesias, banderas y quedar legitimados para gritar, odiar... y matar.
Je suis Charlie, pero también soy Gregorio Ordóñez y James Foley, también iba sentado en el cercanías de la estación de Santa Eugenia y también salté desde lo alto de las Torres Gemelas angustiado por las llamas. Desgraciadamente, cada día "je suis tout le monde" porque mientras discutimos por los límites de los derechos y libertades, los Bolinagas y los Hamid Karzai siguen riéndose entre tripas y entrañas.
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