Hoy pienso que recuerdo cuando, siendo aún un renacuajo, nos cambiaron la forma de evaluar nuestras notas. Pasamos de los diáfanos sobresalientes e insuficientes a los eclécticos Progresa Adecuadamente (P.A) y Necesita Mejorar (N.M.).
Este método de evaluación nos supuso un gran respiro a los más pícaros, ya que siempre podíamos decir en casa que un Necesita Mejorar no significaba necesariamente un suspenso, era simplemente un toque de atención para mejorar nuestra motivación, y en cambio, vendíamos un Progresa Adecuadamente como un gran triunfo y una recompensa a todo nuestro esfuerzo, mientras mis padres, perdidos entre tanto acrónimo, dudaban entre un castigo ejemplar o comprarme, por fin, aquella ansiada bicicleta.
Y así llegamos hasta hoy, con una historia legislativa llena de experimentos, entre LOGSES, LOES y LOMCES que siguen desembocando en el mismo fango, un informe PISA que nos deja de farolillo rojo a nivel internacional y sin levantar cabeza año tras año.
Hoy leo que la Junta de Andalucía acaba de aprobar el Decreto de Evaluación del Sistema Educativo que prohíbe expresamente los métodos de evaluación y calificación de los Centros Educativos, lo que, dicho en romano paladín, significa que la Junta prohíbe evaluar los centros y así se abstiene de tener que dar a conocer cuáles son los que funcionan mejor o peor y cuál es su nivel .
Según el Consejero de Presidencia, un método de evaluación podría tener “consecuencias segregadoras” y así, para garantizar la equidad y evitar “un elemento diferenciador claro, Andalucía apuesta por un carácter exclusivamente formativo orientado a la equidad”.
Lo primero que pensé al leerlo es que este Consejero y su cohorte de orientadores, nunca habían leído a Séneca, quien afirmaba que “ningún viento es favorable para el barco que no sabe donde va”. Porque si no podemos medir ni evaluar, ¿cómo saber qué hay que mejorar? ¿qué objetivos podremos establecer si no sabemos de dónde partimos?
De pronto cerré los ojos y me imaginé al Señor consejero, sentado junto a su equipo, rodeado de un montón de folios adornados con miles de cifras datos. Su cara de preocupación y sus mangas remangadas hacían patente la tensión del ambiente.
- “Estos datos no son nada positivos. ¡Muchos de nuestros Centros están hechos un asco! Gritaba el Consejero.
- “Podemos invertir en nuevos proyectos educativos”. Se atrevió a sugerir un joven imberbe sentado a su izquierda.
- "O impulsar un nuevo programa formativo para profesores, ellos son los primeros interesados desde hace mucho tiempo”. Afirmó una chica algo más mayor desde el otro lado de la mesa.
- “Tenemos un proyecto a medio plazo que podría dar sus frutos en 5 años, mejorando la calidad de la enseñanza en un porcentaje muy ostensible”. Volvió a insistir el joven de la izquierda.
- “¿5 años? A saber dónde estaré yo dentro de 5 años. Yo quiero algo ya, ¡necesito salvar mi culo hoy! Y con la que está cayendo y la reducción de presupuesto, no penséis en un solo Euro, ya sabéis, las 3 Bes, bueno, bonito y barato.” Afirmó algo más calmado el Consejero.
- "¿Habéis visto Matrix?" Espetó de pronto el hombre calvo de su derecha, quien ostensiblemente más mayor que el resto, había permanecido callado hasta entonces, continuando tras una breve pausa.
“La conclusión que yo saco de esto es la siguiente, si yo desconozco las características de uno y otro colegio, no podré tener ningún criterio objetivo para poder criticar. Ya sabéis, como le dice el Sr. Reagan al malvado Smith en la genial Matrix”, “¿Sabes? La ignorancia es la felicidad”. Así que no nos compliquemos la vida, no se la compliquemos a los padres, no les demos datos y calificaciones, no vaya a ser que empiecen a pensar por ellos mismos, que decidan qué es lo mejor para sus hijos… y lo que es peor, que empiecen a exigirnos una cierta calidad en la enseñanza. No les demos armas que puedan utilizar para sonrojarnos. ¿Datos objetivos? ¿Evaluaciones? ¡Eso sería nuestro suicidio!
- "Sí, bien, ¿y cómo vendo eso?" Refunfuñó el Consejero.
- "Eso lo sabemos hacer muy bien... para justificar nuestra decisión, nada mejor que hablar de igualdad, eso siempre nos ha servido, por algo somos progresistas. Hace tiempo que nos adueñamos de aquellas palabras que un franchute pronunció un día de euforia sangrienta: "libertad, igualdad y fraternidad". Así que escribe lo que quieras, que ya me encargo yo de no dejar que Matrix se derrumbe…"
De pronto abrí los ojos y me pregunté a mi mismo: ¿lo he soñado?
“La conclusión que yo saco de esto es la siguiente, si yo desconozco las características de uno y otro colegio, no podré tener ningún criterio objetivo para poder criticar. Ya sabéis, como le dice el Sr. Reagan al malvado Smith en la genial Matrix”, “¿Sabes? La ignorancia es la felicidad”. Así que no nos compliquemos la vida, no se la compliquemos a los padres, no les demos datos y calificaciones, no vaya a ser que empiecen a pensar por ellos mismos, que decidan qué es lo mejor para sus hijos… y lo que es peor, que empiecen a exigirnos una cierta calidad en la enseñanza. No les demos armas que puedan utilizar para sonrojarnos. ¿Datos objetivos? ¿Evaluaciones? ¡Eso sería nuestro suicidio!
- "Sí, bien, ¿y cómo vendo eso?" Refunfuñó el Consejero.
- "Eso lo sabemos hacer muy bien... para justificar nuestra decisión, nada mejor que hablar de igualdad, eso siempre nos ha servido, por algo somos progresistas. Hace tiempo que nos adueñamos de aquellas palabras que un franchute pronunció un día de euforia sangrienta: "libertad, igualdad y fraternidad". Así que escribe lo que quieras, que ya me encargo yo de no dejar que Matrix se derrumbe…"
De pronto abrí los ojos y me pregunté a mi mismo: ¿lo he soñado?