Ocurrió ayer en Londres.
Un trabajador intenta retirar un cheque de la empresa de la que trabaja. Hasta ahí todo normal, sino fuese porque el portador del cheque era él mismo.
Se trataba de un pequeño robo que Mark (así se llamaba el trabajador convertido a caco) intentaba realizar a su propio jefe.
Sin embargo, por casualidades del destino, en el banco donde se disponía a realizar su fechoría se olieron algo y llamaron al jefe de Mark, quien ni corto ni perezoso se presentó en la sucursal.
Tal era su rabia, que en lugar de llamar a la policía, decidió ejercer él mismo de alguacil improvisado. Le maniató y le colgó un cartel al cuello que decía: "LADRÓN, HE ROBADO 845 LIBRAS. VOY A LA COMISARÍA". Dicho y hecho, desde la propia sucursal se lo llevó andando por mitad de Londres hasta la comisaría más próxima.
Lo paradójico del asunto es que al llegar a la comisaría, detienen al mangante frustrado... y seguidamente también detienen al repentino agente por cometer un delito de "falso arresto".
Por un delito así, robar algo más de 1000 € segúramente no le hubiera supuesto ninguna condena. Su jefe se aseguró de que, al menos, pasase el mal trago y el bochorno de ir por la calle con el cartel al cuello donde se reconocía su miserable acto. Y la policía, en lugar de darle una medalla al buen ciudadano, también lo detienen...
Ummm, la justicia no sólo falla en España...
Un trabajador intenta retirar un cheque de la empresa de la que trabaja. Hasta ahí todo normal, sino fuese porque el portador del cheque era él mismo.
Se trataba de un pequeño robo que Mark (así se llamaba el trabajador convertido a caco) intentaba realizar a su propio jefe.
Sin embargo, por casualidades del destino, en el banco donde se disponía a realizar su fechoría se olieron algo y llamaron al jefe de Mark, quien ni corto ni perezoso se presentó en la sucursal.
Tal era su rabia, que en lugar de llamar a la policía, decidió ejercer él mismo de alguacil improvisado. Le maniató y le colgó un cartel al cuello que decía: "LADRÓN, HE ROBADO 845 LIBRAS. VOY A LA COMISARÍA". Dicho y hecho, desde la propia sucursal se lo llevó andando por mitad de Londres hasta la comisaría más próxima.
Lo paradójico del asunto es que al llegar a la comisaría, detienen al mangante frustrado... y seguidamente también detienen al repentino agente por cometer un delito de "falso arresto".
Por un delito así, robar algo más de 1000 € segúramente no le hubiera supuesto ninguna condena. Su jefe se aseguró de que, al menos, pasase el mal trago y el bochorno de ir por la calle con el cartel al cuello donde se reconocía su miserable acto. Y la policía, en lugar de darle una medalla al buen ciudadano, también lo detienen...
Ummm, la justicia no sólo falla en España...