viernes, 14 de agosto de 2009

Los enemigos de mis amigos son mis amigos

Hoy pienso que la protección y defensa de los Derechos Humanos es algo muy importante y no es para tomárselo a risa.

Ayer, mientras revisaba el BOE y echaba un vistazo a las subvenciones concedidas por España para la divulgación, promoción y defensa de los derechos humanos, me llamó poderosamente la atención la ayuda otorgada a la Asociación de "Gays and Lesbians of Zimbawe".








Así mismo, también la Confederación Española de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales, está entre los "premiados", con un proyecto sobre el Observatorio de la diversidad de orientación sexual e identidad de género en países de mayoría musulmana.

Zimbawe es un país presidido desde hace casi 30 años por Mugabe, un controvertido presidente acusado de genocidio y corrupción y que ganó unas más que sospechosas elecciones este mismo año. No hay derechos humanos en este país, de hecho, la homosexualidad es ilegal y está castigada con severas penas.

Mugabe es íntimo amigo y aliado de Chavez, el venezolano, y de Ahmadinejad, el iraní, ambos dictadores escondidos bajo una democracia de papel y en cuyos países, por cierto, la homosexualidad no está permitida.

En los países islámicos, la homosexualidad es también castigada incluso hasta con la pena de muerte.

Esta es la alianza de civilizaciones, esa con cuyos miembros nuestro querido Presidente fomenta la colaboración y la amistad.

Lo que no entiendo es por qué si éstos son sus amigos y pide respetar sus creencias y formas de gobierno, ¿por qué subvenciona asociaciones consideradas delictivas en sus países de origen?

Ya estoy viendo a ZP y Moratinos, rebautizando una vieja canción de Objetivo Birmania y cantando a dúo "uf, vaya lío, los enemigos de mis amigos son mis amigos"

¿Será demagogia Zerola o simplemente ignorancia?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me permito añadir el texto que Alfonso Ussía ha escrito al respecto de esta noticia:
"Siento un gran respeto por los homosexuales de Zimbabue. Uno de los motivos de mayor preocupación entre los españoles, más que el paro, el terrorismo, la crisis económica, el embarazo de la nuera de la baronesa Thyssen y la libertad de elección en la educación de los niños, es sin duda la situación por la que atraviesan los maricas en Zimbabue. Y el Ministerio de Asuntos Exteriores, cristal y espejo de las angustias de nuestra sociedad, ha reaccionado de forma admirable, concediendo a los homosexuales de aquel atribulado país la ayuda más cuantiosa de cuantas reparte tanto por España como por el extranjero. A la Fundación Miguel Ángel Blanco, cuyo único objetivo es la defensa de los derechos humanos, la libertad y la convivencia pacífica de ideas y proyectos, Moratinos le ha donado veinte mil euros. Casi nueve mil más, en concreto, veintiocho mil ochocientos diez euros, a la asociación «Gays and Lesbians of Zimbabwe», gesto que nos ha tranquilizado a todos los españoles. Pero no sería sincero si esa generosidad para con los truchones y tortis de Zimbabue pudiera interpretarse como un agravio comparativo –yo así lo interpreto, muy respetuosamente– con los homosexuales de Gabón, o de Sierra Leona, o de Swazilandia. Con lo que roba el actual presidente de Zimbabue, bien podría dedicar una mínima parte de lo que hurta a su pueblo para agasajar con treinta mil euros a sus perdedores de aceite, y dejar libres las manos a Moratinos para que ese dinero se posara en los maricas de Gabón, que no tienen quién les escriba. Porque la asociación «Gays and Lesbians of Gabon» no es menos que la «Gays and Lesbians of Zimbabwe», y ahí, permítanme el mal pensamiento, creo que ha intervenido Zerolo, que conoce mejor los tornatrás de Zimbabue que de Gabón, cuando en Gabón hay los mismos maricas de toda la vida que en Zimbabue, Noruega, Alaska o España, cada especie, eso sí, ajustada a sus costumbres, climas y folclores, porque un maricón de Alaska y otro de Zimbabue no se parecen en nada, ni en el rececho ni en la culminación. Puestos a repartir dinero, y con mis renovados respetos por los maricas de Zimbabue, el señor Moratinos podía haber pensado que más merecen esos miles de euros los de Moratalaz, San Feliú de Guixols, Rentería o Mazarrón, sin olvidar a los que veranean en Benidorm, que son más que los de Zimbabue y no les vienen mal las ayuditas. Porque de subvencionar a los de Zimbabue, habría que hacerlo con todos, homosexuales y heterosexuales, que viven bajo la bota tirana de un cabrón con pintas que no se detiene a pensar si al zimbabués que asesina le gusta Motongo o Motonga, porque los mata de la misma manera, es decir, con entusiasmo. Si España, la de los brotes verdes que no aparecen por ninguna parte, se dedica a financiar los brotes rosas de naciones como Zimbabue, apaga y vámonos. Vámonos todos a Zimbabue, digo, que algo podremos recuperar de lo que pagamos para que nuestros gobernantes hagan el gilipollas con nuestro dinero.
Y de aceptar que lo hagan, que al menos nos consulten. Mi preferencia se inclina por Gabón, que está lleno de homosexuales tan dignos como los de Zimbabue, y con más sentido del humor y de la gratitud. Y a la Fundación Miguel Ángel Blanco que la zurzan. Al fin y al cabo, era un concejal del Partido Popular."