miércoles, 23 de marzo de 2011

Por los momentos vividos!

Hoy pienso que esta tarde he vuelto a tener 16 años.

Unas letras olvidadas en algún cajón del escritorio de mi vida se han desempolvado y han vuelto a mi a través de una mano amiga.

Tirando de tópicos diría que ya son otros tiempos, siguiendo con clichés, me atrevería a afirmar eso de "cómo hemos cambiado" y sin embargo, sigo siendo aquel novato imberbe que pensaba en mañana como algo lejano que nunca llegaría.

Cerveza, chicas, partidas de mus y planes para el viernes noche. Eso era todo, ¿te parece poco? Bueno, es cierto, también había exámenes, "a las 12 en casa" y mal de amores, !esos sí que eran problemas, que no dejaban tiempo para crisis ni cataclismos!

Y ahora mirando a través del retrovisor de mi historia, sueño y observo, y fijo mi propia utopía ya vivida en cada peldaño y junto a cada uno de ellos me acompañan sempiternos los mismos guiños, las mismas caricias del alma. Siempre en las risas, a veces sin ellas, otras en los hallazgos o en las frecuentes conquistas, pero nunca abandonado en la soledad del indolente rumbo.

Allí estaban ellos, chicos duros sin promesas de cartón, ¿para qué necesitas palabras cuando el contrato está sellado con el corazón?

Y hoy me engaña mi espejo, y me susurra que sigo siendo aquel principito adolescente, abro bien los ojos, enciendo la luz y todos mis sueños se apagan.

No quedan más niñas riendo mis gracietas, no hay padres enfadados por las notas, no existen más primeros besos... ni tan siquiera tardes interminables de mus con Danza invisible de fondo.

Me levanto de mi sillón crepuscular sangrando lágrimas de nostalgia y entonces los veo. Son ellos, los que nunca me abandonaron, siempre juntos por el vital sendero. Y con ellos me abrigo y no siento frío, porque junto a ellos nunca lo he tenido, y si algún día vino... ahora recuerdo, sí que hubo momentos, ellos supieron sofocarlo.

Y nos sentamos y hablamos, porque después de tantos años, seguimos siendo los mismos, y junto a ellos no finjo, no lo necesito, porque ellos me conocen y sin jamás reconocerlo me quieren.

Y me siento contento porque nunca cambiaría ni una coma del relato que he vivido o una sóla pincelada de los grises o amarillos, ni siquiera permutaría los sinsabores que sin embargo hoy mi paladar traduce dulces.

Y releyendo las líneas de aquel viejo manuscrito que un día tenía intención de ser sólo un recordatorio ameno, mi corazón ¿o es mi alma? quiere gritarles al oído:

Por los momentos vividos, gracias amigos,

siempre EGG FAZES.

3 comentarios:

paquilo dijo...

siempre lo he tenido claro, pero leyendote lo tengo más claro aún... la amistad en muchas ocasiones es la esencia pura de la fraternidad y sin tener lazos de sangre... los que se crean con los amigos son más fuertes.

Anónimo dijo...

hey!!! tío me hubiera gustado estar ahí,en ese grupo, aunque durante un momento he participado. tus colegas han tenido mucha suerte.

lenguavivamata dijo...

Guardo mis cartas, en una caja de madera. ¡Jamás!, la abriré.

lenguaviva