Hoy pienso que llevo ya varios días escuchando cosas sobre la ya famosa reforma de la Constitución, con el fin de articular en ella la limitación del déficit público en la Constitución.
Estoy oyendo auténticas barbaridades, incluso me atrevería a calificarlas de sandeces, aunque quizás se deba a la mezcla de tecnicismos y palabros demagógicos. Sin embargo, la realidad, al menos en mi opinión, es mucho más fácil y simple.
Vamos a poner de ejemplo a un españolito de a pie, Pepe, casado, con dos hijos y con unos ingresos de 2.000 € al mes.
Como todos nosotros, Pepe también tiene que hacer frente a una serie de gastos, como la hipoteca, la letra del coche, colegios, gastos en alimentación, etc. En total unos gastos fijos de 1.300 € al mes.
Esto significa que Pepe y su familia cuentan con 700 € para gastos de otro tipo, algunos más necesarios y otros no tanto, pero todos, al fin y al cabo, prescindibles. Sin embargo, además del Canal +, el gimnasio y el cine de los sábados, Pepe también tiene que hacer frente a una serie de gastos que aunque no son periódicos, aparecen de vez en cuando, como los libros de los niños o el seguro del coche.
Un buen padre de familia (o madre, Bibi, no te me enfades) debe contar con todo ello, y así, Pepe, debe saber que si gana 2.000 € al mes, debe gastar, como mucho, 2.000 € al mes, si bien estaría bien que gastase un poco menos para así, ir creando una "hucha" donde tener un pequeño fondo para hacer frente a algún gasto inesperado, como puede ser una avería gorda del coche o una inesperada derrama que la comunidad de vecinos aprobó cuando estábamos de vacaciones.
La "hucha" es lo que en el argot económico se denomina superávit y los gastos extraordinarios suceden en las denominadas situaciones coyunturales.
Claro, aquí es donde vienen los problemas. Si los gastos de Pepe se desbordan y suben a 2.100 € y de pronto se encuentra de le suben el Euribor de la hipoteca, que se le rompe el coche y tiene que comprarse otro y que a su hija de 8 años hay que ponerle aparato... sus gastos no están cubiertos, no tiene "hucha" a la que acudir y sólo lequeda ir al banco a pedir un nuevo préstamo, el cual, conocedor de su situación, le pedirá unos intereses mayores, que sólo podrá pagar si reestructura todo su presupuesto. Y siempre, claro, que no le sobrevenga un nuevo gasto inesperado.
En este momento, el pobre Pepe tendrá que apretarse el cinturón, quizás tendrá que elegir entre el Canal + y el gimnasio y puede que la PlayStation que prometieron a su niña tenga que esperar.
Sin embargo, Pepe puede salir de ésta, y cuando lo haga tendrá que plantearse mantener una organización presupuestaria para evitar caer en una situación similar como la que vive. Eso significa que tendrá que controlar el gasto para nunca ir más allá de sus 2.000 €, previendo incluso la "hucha" para poder hacer frente a los gastos inesperados.
Pepe no es millonario, pero tiene un buen sueldo, por tanto, una vez superada esta crisis, podrá permitirse gastos como los del Canal + o el gimnasio, pero tendrá que estudiarlos, priorizarlos y saber hasta dónde puede llegar, ya que si vuelve a perder el control, recaerá otra vez.
La reforma constitucional no supone ningún recorte de políticas sociales, como afirman los demagogos habituales. La reforma pretende establecer un límite a los gastos del Estado. Pero no imponiendo siquiera un equilibrio presupuestario, es decir, limitar los gastos a los ingresos, sino que se sigue permitiendo el endeudamiento (pedir dinero al banco para pagar el exceso de los 2.000 €), limitando únicamente hasta dónde puede llegar dicho endeudamiento.
Lo curioso es que finalmente en nuestra Constitución no habrá una cifra concreta del déficit máximo (como sucede, por ejemplo, en la Constitución alemana) sino que la cifra concreta será establecida mediante Ley Orgánica. Esto permite un mayor margen de maniobra al Gobierno entrante, aunque parece que los límites permisibles de déficit ya están pactados.
Ante esta reforma, han salido dos grandes opositores a la misma, por un lado, la izquierda más pura y por otro los nacionalistas, todos a una.
La izquierda defiende que este límite supondrá un recorte de políticas sociales. Bueno, eso es muy relativo, dependerá del gestor, es decir, del gobernante, que tendrá que saber gestionar de forma más eficaz y eficiente de como se venía haciendo hasta ahora, pero en cualquier caso, a estas alturas, estos chicos de la izquierda deberían saber que 2+2=4 y que si gastas 6, esos 2 que sobran alguien los tendrá que pagar, por mucho que defiendan que "el dinero público no es de nadie" y que, por ende, no se acaba nunca.
Los nacionalistas son conscientes de que con la fórmula pactada el Gobierno sí tiene margen de maniobra, porque en cualquier momento (cumpliendo con los requisitos legales) puede modificar la Ley Orgánica y, por tanto, la cuantía del límite deficitario. Sin embargo, las Comunidades Autónomas y Administraciones Locales tienen que cumplir la ley y no tendrán válvula de escape a no ser que el Congreso lo vote. No obstante, aún no he leído nada acerca de las consecuencias del incumplimiento de dicho límite...
En mi opinión, dicha reforma llega algo justita y le falta ambición, primero porque no regula, como digo, las consecuencias al incumplimiento del límite, y segundo porque no hubiese estado mal obligar a Pepe, en época de vacas gordas, a destinar una pequeña parte de los 2.000 € a la "hucha" de imprevistos, es decir, regular en esa Ley Orgánica el establecimiento de un "superávit" en los denominados "ciclos expansivos".
Esta es la realidad y todo lo demás, colorantes y conservantes añadidos a gusto del consumidor...
3 comentarios:
Y aún hay más, oiga. Los ingresos del Estado no provienen de un talento, una suerte o un trabajo. Ni siquiera de arriesgar mi salud operándome las tetas para salir en la tele. Llegan mediante la coerción del ciudadano, bajo la amenaza de la violencia (sí, tiene otros nombres cuando no se trata del Estado). Así que, no sólo tiene que equiparar los gastos a los ingresos, sino que debe ir reduciéndolos en el tiempo, para devolverle al individuo su dinero.
Mientras eso llega (¿qué son esas risas al fondo?), estaría muy bien proporcionalizar mi déficit a algún activo real que ya tenga, como se hacía en aquel siglo XIX tan superior a los nuestros, con el oro (oiga, por favor, esas risas) a modo de respaldo de mi deuda.
La Teoría es muy clara: con un libre mercado cada vez tenemos más dinero, y cada vez los precios son menores. ¿Gilipollez?... Miremos un mercado con hipercompetencia como el de la tecnología: Google llega al paradigma de la Teoría, dando un súper-servicio gratis. Y sus propietarios cada vez más ricos.
Si el nivel de vida de todo el mundo se dispara, nos importaría una higa las medidas sociales, porque no las necesitaríamos. Y, por supuesto, no necesitaríamos a los proveedores de tales políticas -¡Ahhh, amigo Sancho!-
Si no recuerdo mal, Maastrich y la pertenencia al club Euro, imponían límites en el déficit y en la deuda pública obligatorios, que los gobiernos se han pasado por el Arco de los Porompomperos. No veo la manera de confiar en que una Comunidad Autónoma o un Ayuntamiento (Exclmo. eso sí) no vaya a hacer lo mismo: ¿Qué grado tiene la Ley que obliga a poner la bandera española?.
Incluso tenemos un Tribunal Constitucional que dice que en la Constitución no pone lo que pone, y que puede haber distintas penas según el sexo. O sea.
Gracias, Mr.Smiley por subir el nivel de mi blog... no cabe duda de que con sus comentarios justifica a aquellos que me acusan de infravalorar a mis lectores...
Yo, simplemente me congratulo de poder leerle...
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