viernes, 2 de marzo de 2012

Salvo el poder, todo es ilusión

Hoy pienso que ocurrió en febrero de 1917, en las gélidas tierras rusas, donde un sueño, la igualdad, se llevaba a cabo por el pueblo. La meta, acabar con un régimen dictador y represivo e implantar uno demócrata que los guiase hacia la eliminación de todas las injusticias sociales que hasta entonces habían padecido.

"!Abajo la guerra! !Abajo la utocracia!" gritaban por las calles las masas enfervorizadas por el inminente éxito de sus proclamas.

Y lo consiguieron, el Zar Nicolas II abdicó y dio paso a un nuevo régimen. La alegría y el optimismo reinaban en cada esquina. Se abolió la pena de muerte, no hubo represalias contra los antiguos siervos del Zar y se reinstauraron los derechos de reunión y prensa entre otros.

Sin embargo, la situación era algo caótica e improvisada, se creó un gobierno provisional a cargo del Partido Democrático Constitucional (los liberales) y se decidió crear una Asamblea Constituyente cuyos miembros serían elegidos por sufragio universal (hablamos de 1917 y ni si quiera se puso en duda el voto femenino, !!era algo asumido!!)

Sin embargo, un pequeño grupito de rusos no estaba de acuerdo con el camino que estaba tomando la revolución... demasiado democrática para los bolchiviques liderados por Lenin.

Poco a poco los Soviets van también cogiendo poder y acorralando a los liberales que siguen tratando de poner el país en orden. Sin embargo no les es fácil. El país se encuentra destrozado, social y económicamente, la I Guerra Mundial pasa factura y los años de abuso y descontrol por parte del anterior Gobierno (El Zar Nicolás II) no perdonan.

Ante esta situación, la demagogia de los bolcheviques va haciéndoles ganar el apoyo del pueblo. Cuando hay hambre, nada mejor que prometer pan, aunque sea a costa del que lo tiene, o mejor aún si es a costa del que lo tiene (¿os suena?)

Tras una campaña de varios meses de acoso y derribo contra el Gobierno, los bolcheviques se alzan con el poder mediante un levantamiento obrero-militar. Ante la protesta de los socialistas revolucionarios de derechas y los mencheviques, Trotski afirmaría: "la representatividad de la Asamblea está supeditada a las masas cuando las masas tratan de defender la revolución", o lo que es lo mismo, el sufragio sólo sirve si nos da el poder, sino, lo conseguiremos en la calle (¿os suena?)

Aún así, se programan elecciones en diciembre para la consitución de la Asamblea Consituyente, pensando los bolcheviques que ganarían sin problemas.

Sin embargo, para su sorpresa, no sólo no salen vencedores, sino que se quedan con una escasa representación del 25%, venciendo los socialrevolucionarios.

"Ni respeto ni acato la decisión del pueblo", debió pensar Lenin (¿os suena?), que a los pocos días disolvió la recién consituida Asamblea y tomó el poder absoluto de la que sería durante 60 años la Unión Soviética.

Ahora, veo las imágenes de la televisión, donde unos cuantos salvajes ("nuestros hijos" según algunas)  hacen el vándalo, bajo la excusa de una protesta contra un Gobierno que, por cierto,  ha sido elegido en las urnas hace tan sólo 3 meses y que  ha heredado una situación muy crítica, de la que, en absoluto es responsable. Oigo a un líder político decir que "ni respeta ni acata" la decisión del Órgano Supremo del Poder Judicial y leo que los sindicatos convocan una manifestación contra el Gobierno el día en que se cumplen 8 años de la masacre del 11-M... ¿Alguien se imagina una manifestación en los EEUU el 11-S o en Israel el día del Holocausto?

Y ahora me viene a la mente la frase célebre del propio Lenin que afirmaba que "La toma del poder deber ser obra de la insurrección; su meta política se verá después de que hayamos tomado el poder".

Es decir, ganemos sea como sea y luego ya improvisaremos... ¿os suena? Y es que aunque esta otra frase también pertenece a Lenin, yo no puedo dejar de ponerle otra cara..."Salvo el poder, todo es ilusión".

Y que teniendo a mano tanta Historia, no aprendamos de ella...

1 comentario:

FJLA dijo...

No aprendemos de la historia, porque no leemos historia, o la leemos distorsionada.