Hoy pienso que ya me he levantado. Quizás nunca caí, puede que sea más justo decir que tan sólo tropecé y que he podido recuperar el paso.
Sé que algunos me dicen que lo tengo todo, que es sólo mi dichosa manía de querer complicarme la vida más de la cuenta. Soy consciente y antes pensaba que se debía a mi impetuosa juventud…pero ahora que ya me llaman de Usted por la calle y dos canas asoman por mi cabeza, debe tratarse más bien de una locura innata, congénita, de esas con las que se nace y de la que no te puedes desprender ni siquiera cuando la juventud se aleja de tu lado.
Y es por culpa de esa locura que siempre trato de buscar nuevos retos, nuevas experiencias que me enriquezcan… y desde hace unos pocos años, no sólo a mi, sino también a mis vastaguitos.
El problema es que este tipo de actitud a veces (más de las que uno quisiera) trae consigo decepciones.
Y ayer tocaba decepción. Por suerte nada irreparable desde el punto de vista material, sólo un tren perdido y un nuevo chasco por el funcionamiento de las cosas y la futilidad de la palabra dada.
Pero como dijo Confucio, “nuestra gloria más grande no consiste en no haberse caído nunca, sino en haberse levantado después de cada caída”.
Como decía antes, quizás ni llegué a caerme, y si es así, siento quejarme, ya que hablar de caídas, con la que está cayendo, puede sonar algo frívolo para algunos, pues como cantaban Cristina y los Stop, tengo "las tres cosas que hay en la vida". Pero nací con este inconformismo y este afán de superación, qué le vamos a hacer, y a mi, eso de quedarme sentado con media sonrisa, viendo la vida pasar, pues no termina de llenarme, qué le vamos a hacer, tonto que es uno, oiga.
Aún así, seguiremos adelante, trabajando y disfrutando de la vida (complicándomela, dirían algunos), porque lo importante no es el destino, sino el viaje, y encima a mí, me acompañan unos viajeros maravillosos...
1 comentario:
Amén!!
Me alegro de viajar cerca tuya (bueno, en un tren de 340 km de largo)
;)
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