jueves, 24 de abril de 2014

Educando con parches

"Un cirujano del siglo XVIII en un quirófano del siglo XXI no sabría probablemente ni dónde está. Pero un profesor del siglo XVIII en un aula del siglo XXI podría dar clase sin ninguna dificultad."
Stephen Downes.

Hoy pienso que anoche leí la propuesta lanzada por el Gobierno madrileño de dejar que los licenciados universitarios puedan acceder a las oposiciones de maestros, esto es, dar clase en los colegios de educación primaria.
 
Así, a bote pronto, tal y como está confeccionado nuestro actual sistema universitario y el acceso al cuerpo de maestros, me parece una barbaridad.
 
Tendríamos que retrotraernos a la antigüedad, donde para los clásicos griegos el ideal educativo residía en buscar la formación integral del educando, sintetizada en la "kalasogatia"; es decir, vivir feliz y bellamente. Para ellos, un maestro formaba a un alumno de forma integral, fomentando su desarrollo en todos las disposiciones humanas, esto es, intelectuales, morales y éticas.
 
Hoy se ha perdido parte de esa esencia en nuestro sistema y poco a poco hemos creado un método especializado y tan técnico, que, desde que los niños tienen 6 años les ofrecemos una silla y una mesa para que, desde allí y durante los próximos 20 años, tratarán de formarse intelectualmente a base de memoria, papel y lápiz.
 
Visto así, la propuesta de Ignacio González, no es mala. Nadie va a saber tanto inglés como un nativo nacido en Wisconsin, igual que nadie multiplicará mejor que un matemático doctorado Cum Laude cuya tesis trataba sobre el color de la ropa interior de Fourier.
 
No obstante, deberíamos plantearnos qué es más importante en un niño de 7 años, ¿el contenido o la forma? A esas edades, los temas a aprender son básicos, es decir, que para enseñar a sumar y restar o explicar los ríos de España quizás no sea imprescindible conocer el resto de ríos del mundo y todos sus afluentes y sí, en cambio, tener la paciencia y las dotes de enseñanza para motivar, divertir, enseñar y educar a los alumnos.
 
No creo siquiera que a esas edades sea bueno la diversidad de profesores. Creo que el tener un sólo tutor (con algunas excepciones, como puede ser el inglés o la educación física) es más instructivo para el niño, que busca un referente. Además, a esas edades en que se está formando la personalidad y en que cada niño tiene un nivel de madurez distinto, es muy importante que el maestro los conozca de forma personalizada e individual, que pase tiempo con ellos y que los trate de forma distinta y que sepa exigir a cada uno lo que necesite, y esto, con un maestro por asignatura, es prácticamente imposible.
 
Creo que la carrera de Magisterio, más que enseñar conocimientos, difunde metodología, pedagogía y los valores necesarios, que unido a los conocimientos básicos, que también han de ser instruidos, y la fundamental vocación que ha de venir de serie, hace que esta carrera sea necesaria para poder ser maestro, porque al fin y al cabo, como decía  Horace Mann, "el maestro que intenta enseñar sin inspirar en el alumno el deseo de aprender está tratando de forjar un hierro frío".
 
Es cierto que si el sistema educativo fuese distinto, las opciones podrían ser también otras, como la de realizar un grado universitario para licenciados en otras áreas y  que su obtención les diese la oportunidad de acceder a las oposiciones de educación primaria.
 
Ya de paso tampoco estaría mal que se implantase una formación continua real del profesorado, como también una evaluación de su desempeño. En fin, que hay muchas formas de mejorar nuestro denostado sistema educativo, pero buscando el origen del problema y atacando la raíz del mismo, no poniendo remiendos y más remiendos que, al final, sólo agigantan aún más los obstáculos e impiden su solución. 

No hay comentarios: